"Van a seguir adelante porque si aquí están mal, en sus países de origen la situación es peor. Es gente acostumbrada a situaciones de dificultad, precariedad, exclusión económica, residencial, política, y capacidad de flexibilidad", sentencia Eduardo Jiménez, de Anafe. En tiempos de ajuste económico, los inmigrantes aprovechan para formarse a través de entidades sociales y sindicales, centros de inserción y servicio público de empleo. "Llegaron a España en circunstancias difíciles como falsos turistas, aguantaron tres años para obtener el arraigo y el permiso de residencia, han trabajado en la economía sumergida, y han sido explotados por gente sin escrúpulos, se han adaptado a todo para enviar dinero a sus países", explica. No darán un paso atrás tan fácilmente.
Las cifras así lo demuestran. Apenas una treintena de extranjeros se han acogido a los planes estatales de retorno voluntario en toda Navarra entre los apenas 2.200 que han regresado por esta vía en el conjunto del país. La medida, que se aprobó en octubre del año pasado, permite capitalizar el desempleo y cobrar el 40% antes de regresar y el 60% en su país con el compromiso de no retornar en tres años, y sólo afecta a algunos países. "Era una manera de fomentar el desarrollo en esos país, de empezar de nuevo con unos recursos, pero no ha dado resultado", admite Jiménez. En Navarra han entrado entre 6.000 y 8.000 inmigrantes al año, ahora llegan muchos menos, pero también hay que tener en cuenta que muchos extranjeros eligen instalarse en su primera parada en grandes ciudades pero luego se reparten por otras comunidades y aquí la caída del empleo es menor.
La otra alternativa es el retorno humanitario donde el Estado paga el billete y el viaje. María Ezkurra, responsable de programa de atención a inmigrantes de Cruz Roja, afirma que apenas ocho personas se han marchado de Navarra a lo largo de este trimestre mientras que el año pasado fueron unos 40. "Es verdad que hemos recibido más peticiones de información, 190 en lo que va de año, pero no es un recurso mayoritario ni lo va a ser, regresar significa un fracaso mayor", admite.
Para Nadia Zakharova, del centro de la UGT, todavía es "pronto" para evaluar qué va a ocurrir, pero la "percepción es que no va a acogerse mucha gente". "Aunque la gente demanda información, a su vez aumenta el número de extranjeros que se interesan por programas de orientación sociolaboral, de lo que se deduce que están pensando más en quedarse y buscar otro trabajo", señala. Antes eran mujeres de escasa cualificación las que recurrían a estos servicios y ahora son hombres con formación que pretenden "reciclarse". "Si la gente tiene paro aguanta, se apunta al Inem y espera, mientras que aquel que no tiene derecho a desempleo es el que peor se encuentra por lo que tampoco decide irse ahora. Además, muchos inmigrantes apenas han cotizado unos meses por la precariedad y rotación de los trabajos. A ninguno le interesa volver", resume. Sin olvidar que para poder retornar en esas condiciones, además, hace falta estar en situación de legalidad.
"El ajuste económico es muy fuerte y mes a mes las cifras de parados van aumentando", precisa Jiménez. "A diferencia de los autóctonos, los trabajos son más precarios, hay mayor temporalidad y han cotizado menos, por lo que su cobertura social no supera cuatro o siete meses en muchos casos", indica.
20,47% de parados Navarra cuenta con 7.650 extranjeros parados, el 20,47% del total de desempleados según datos del SNE. Juan Ramón Ibáñez, de CCOO, destaca que la pérdida de empleo lleva aparejado en muchos casos la no renovación de permisos de residencia. Su evolución es la siguiente: de cobrar el desempleo para los que han cotizado pasan a recibir el subsidio y de ahí pueden acceder a la renta básica en último extremo. Las mujeres además resultan invisibles a muchos cómputos laborales ya que, en este momento, encuentran dificultades para insertarse en empleos como cuidadoras pero siguen cotizando a la Seguridad Social por el régimen general para "mantener" en muchos casos su permiso de residencia. La situación es muy diferente -y depende de países- para el inmigrante que lleva cinco años y tiene permiso de residencia permanente, que el que acaba de llegar o al que le han renovado los papeles inicialmente para un año. "Cada vez son menos colectivo porque la fragmentación es tremenda", admite. "La irregularidad entre los bolivianos que llegaron los últimos será del 40%". Los inmigrantes que están cobrando desempleo pueden renovar su residencia, incluso percibiendo la renta básica, pero los que no hayan cotizado seis meses en los últimos doce "pueden tener dificultades y son miles", añade.
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