"Nosotros sabemos que el pueblo español no es como esa persona que nos maltrató en Barajas", lamenta por teléfono Ada Ghiara, de 88 años, desde su casa de Mar del Plata (Argentina). Recién recuperada de un cáncer y con dolencias cardíacas, acaba de sufrir las peores 48 horas de su vida por culpa de la burocracia.
Esta maestra jubilada aterrizó el pasado 6 de julio en Madrid para pasar como todos los años los meses de verano con sus dos hijos y seis nietos, que viven en Málaga. Pero las autoridades sólo le dejaron salir del aeropuerto Barajas en una dirección: tras ocho horas de estrés y conmoción, embarcó de vuelta a Buenos Aires.
El Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, acaba de anunciar que abrirá una investigación sobre el posible maltrato al que se sometió a esta anciana y a su familia, que no pudo asistir a su madre mientras estuvo retenida en el aeródromo.
"Nos trataron como a delincuentes; ni un vaso de agua me dieron", denuncia esta anciana, notablemente emocionada por el dolor que le supone no poder ver a sus familiares, todos españoles. Ada lleva 30 años viniendo a España a ver a los suyos y es la primera vez que se le impide la entrada, a pesar de que siempre le bastó con mostrar su pasaporte, nunca le pidieron nada más.
Su hijo Hugo, español, esperó durante esas ocho horas a que su madre cruzara el umbral de la puerta de salida de la zona de recogida de equipajes, mientras llamaba insistentemente al último número del último responsable de la entrada de extranjeros del aeródromo. "Este caso muestra que hay algo que no funciona en la legislación", asegura este periodista .
El motivo principal por el que no dejaron entrar en España a Ada fue que no traía consigo una carta de invitación de la familia que la acogería durante sus vacaciones; nunca antes se la habían pedido, aunque sea requisito imprescindible . A las autoridades no les valió la palabra de sus propios hijos, los que le darían hospedaje, por mucho que ellos trataron de parlamentar con las autoridades.
"Me pedían que probara que tengo 60 euros por cada día de estancia allá, ¡pero si voy a casa de mi hija, para qué necesito tanta plata!", critica la anciana. Su caso ha tenido una gran trascendencia en Argentina , donde ha salido en portadas de los periódicos y en informativos televisivos.
Gracias a la visibilidad de su caso, Ada ha recibido llamadas de sus antiguos alumnos, que le preguntan "si esta España es la 'Madre Patria' de la que les habló durante su infancia". Ella responde que sí, que "esa gente que ponen ahí para maltratar al turista no es España". Y añade: "Lo sucedido es una vergüenza para el Gobierno español".
"Yo sólo traía alfajores y dulce de leche a mis hijos y a mis nietos, pero no me han dejado ni abrazarlos", protesta.
Por ello, le ha dirigido una carta al presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, y otra al rey Juan Carlos, para transmitir su pena y decepción. Por su parte, su familia española, que ha recibido el apoyo y la solidaridad de la embajada argentina, presentó una denuncia ante el Defensor del Pueblo.
0 Comentarios