Diario de Sevilla -
UNA significativa muestra del grave deterioro de la situación económica en nuestro país, y de las expectativas de muchos ciudadanos ante la actual crisis, es el dato oficial hecho público el pasado viernes por el Observatorio Permanente de la Inmigración en España, que apunta en su estudio anual la importante disminución del número de extranjeros residentes en nuestro país con certificado de registro y tarjeta de residencia. Según la estadística de este organismo sectorial, de España se han marchado en un periodo de apenas tres meses del año en curso hasta 100.000 personas que en su día habían venido para residir y trabajar. Aunque la cifra global de población foránea que permanece registrada es de 4,7 millones de personas, se trata de la primera variación negativa que se produce en el cómputo oficial de inmigrantes desde el año 2008. Un descenso, además, que en términos porcentuales es del 2,03%. La inmigración, históricamente, es un fenómeno muy complejo y no siempre bien gestionado por las sociedades occidentales que, sin embargo, obedece al deseo de cualquier persona -en este caso los inmigrantes- de mejorar su situación económica y personal en un país distinto al suyo. Por eso la existencia de inmigrantes en un territorio determinado suele ser un síntoma evidente de actividad económica. Nadie emigra donde no puede ganarse la vida mejor que en su hogar, salvo circunstancialmente. El descenso en el número de extranjeros, por tanto, puede vincularse directamente a la sensación de que la crisis económica en España va a ser duradera -nada coyuntural- y que nuestro país, en la actual situación, no ofrece las mismas oportunidades de hace apenas unos pocos años. La mayoría de los inmigrantes que han decidido marcharse de España son de naciones latinoamericanas, fundamentalmente ecuatorianos. Además, según el Observatorio, el proceso de retorno al hogar, o a otros países algo menos afectados por la recesión, en parte favorecido por el Gobierno central, ha cambiado la composición de la comunidad extranjera que vive en España. Ahora hay más ciudadanos rumanos que marroquíes. Todos ellos, al igual que los españoles, sólo intentan cada día sobrevivir a la crisis económica.
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