| El Comercio | -
Hace algo más de tres años había tanto dinero en España que literalmente no se sabía qué hacer con él. Los bancos llamaban a sus clientes ofreciéndoles unos créditos que no necesitaban, las Administraciones construían aeropuertos donde no hacían falta, las empresas organizaban lujosos encuentros de directivos cuya utilidad real nadie veía y los ciudadanos de a pie se daban caprichos caros con cierta frecuencia. España parecía Jauja y los perros se ataban con longanizas. Hoy, los bancos apenas dan créditos, las Administraciones tienen dificultades enormes para pagar la nómina de sus empleados, las empresas controlan hasta el último céntimo y plantean recortes salariales y los ciudadanos se lo piensan tres o cuatro veces antes de hacer una compra que se pueda aplazar. ¿Dónde está entonces el dinero? ¿Cómo es posible que desaparezca? ¿O es que en realidad no ha desaparecido
La pregunta se la hacen también en muchos otros países donde, con diferencias más de forma que de fondo, ha sucedido lo mismo. Pues bien, aunque parezca paradójico, en la actualidad hay en el mundo casi un 50% más de dinero que al comienzo de la crisis. Al menos, dinero físico, o fiduciario -por utilizar el término preciso en el lenguaje económico-; es decir, billetes y monedas. En el verano de 2008, circulaban por el planeta aproximadamente 3,6 billones de dólares (cambiadas todas las monedas a la divisa estadounidense). A día de hoy, se superan ampliamente los 5 billones. De esa suma, casi 1 billón son dólares, otro tanto yenes japoneses y algo menos, alrededor de 0,9 billones, euros. Lo que queda es el resto de las divisas mundiales.
Si hay más dinero, ¿por qué entonces escasea? La respuesta para muchos países es doble: escasea en algunas regiones del mundo, no en todas; y, por otra parte, esos 5 billones largos solo son una pequeña parte del dinero total. Alrededor del 10%, porque los expertos estiman que por cada euro (o dólar, yen o cualquier otra moneda de amplio uso) hay otros nueve en forma de 'dinero bancario' o unidades de cuenta.
En el caso español, aún hay otra explicación: el dinero fiduciario también ha descendido. Según el Banco de España, la suma de los billetes y monedas en circulación ha pasado de algo más de 87.000 millones en el verano de 2008 -cuando muchos mortales aún creían en el mito de la prosperidad ilimitada- a poco más de 73.000 a día de hoy. Es decir, una parte no menor del dinero, tanto físico como bancario, ha abandonado el territorio español atemorizado por la crisis y la falta de confianza.
Hay otro problema adicional, el aún existente apenas se mueve. Y la circulación del dinero es tan importante como su abundancia. Lo resumimos con un cuento: un hotel de un pequeño pueblo recibe la visita de un cliente que se interesa por una habitación con buenas vistas. El hostelero le ofrece una de la última planta y el cliente potencial le pide verla para comprobar si le convence. Para que no desconfíe de su interés, deja 100 euros en depósito. Mientras el visitante contempla el paisaje, el hostelero decide saldar su deuda con el carnicero con esos 100 euros. El carnicero, que no esperaba recibir tan pronto esa suma, recuerda que a su vez debe 100 euros al pintor que adecentó su local. El pintor usa el billete para pagar al transportista al que contrató la semana pasada. Y este recuerda que hace unos días alojó en el hotel a unos familiares que llegaron de otra ciudad, y satisface su deuda con el dueño del establecimiento. Justo cuando acaba de pagarle, el visitante baja a la recepción y decepcionado dice que no le gustan las vistas. El hostelero le devuelve los 100 euros y se va. ¿Efecto de todo ello? Que el billete sigue en el bolsillo del visitante y en cambio hay cinco negocios que han cobrado deudas pendientes y saneado sus cuentas.
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-Diario de un indignado
La Otra Orilla.
Héctor Manuel Delgado Fernández
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