El viceprimer ministro británico, el liberal-demócrata Nick Clegg, ha propuesto este viernes una insólita medida para combatir la inmigración ilegal: hacer pagar una fianza a quienes entren en el país con un visado temporal, para que no permanezcan más tiempo que el autorizado.
Según Clegg, el sistema sería similar al que ya se emplea en otros países como Australia para los inmigrantes de países considerados "de riesgo". Las cantidades que se barajan serían superiores a 1.000 libras (1.140 euros) y se recuperarían automáticamente en el momento en que caducara el visado y el inmigrante en cuestión abandonara el país.
La propuesta de Clegg ha causado cierto estupor en las filas del Partido Liberal-Demócrata, que en su campaña del 2010 prometió impulsar unaamnistía para los inmigrantes ilegales que llevaran más de 10 años en el país.
Simon Hughes, diputado y dirigente social-demócrata, se ha opuesto públicamente en varias ocasiones a una propuesta similar por considerarla "claramente discriminatoria". El secretario de Comercio Vince Cable también ha criticado recientemente la tendencia a usar a los inmigrantes como "chivos expiatorios" y se ha opuesto a los planes del Gobierno Cameron para rebajar el techo de inmigrantes.
Promesa electoral incumplida
"Necesitamos visitantes de todo el mundo que vengan sin presiones y con sistema flexible de visados que nos permita tener en el país ingenieros altamente especializados y dirigentes de empresas que pueden ser vitales para mantener nuestra competitividad", ha dicho Cable, en declaraciones a la revista 'The Home'.
En su discurso de hoy, el viceprimer ministro Clegg ha insistido sin embargo en la necesidad de nuevas medidas contra la inmigración ilegal. En su plan remitido al Ministerio del Interior insiste en la conveniencia de imponer fianzas a los inmigrantes con visado de una manera "proporcionada" y "no discriminatoria", para no disuadir a los visitantes temporales del Reino Unido.
Clegg se ha desmarcado de su promesa electoral de amnistía por considerar que "socavaría la confianza de la gente" y ha criticado duramente el "casi migratorio" dejado por el Partido Laborista. El viceprimer ministro ha propuesto también doblar las multas (hasta 11.400 euros) a las empresas que contratan inmigrantes ilegales.
La inmigración se ha convertido en uno de los temas calientes en la política británica. David Cameron ha prometido duplicar sus esfuerzos para reducir la cifra de inmigrantes ilegales de aquí al 2015. Al mismo tiempo, el Gobierno británico se ha embarcado en una campaña disuasoria para evitar una avalancha de inmigrantes de Bulgaria y Rumanía similar a la que se produjo desde Polonia durante el mandato de Tony Blair.
Con el levantamiento de las restricciones dentro de la Unión Europea, se estima que entre 250.000 y 425.000 trabajadores del este de Europa podrían enfilar hacia Gran Bretaña, que estudia la posibilidad de inundar los países de origen con este peculiar mensaje: "Inmigrantes, no vengáis al Reino Unido. Llueve siempre mucho, el empleo es escaso y pagamos poco".
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