Como una bofetada política a Bruselas y un mensaje
del que probablemente tomarán nota los euroescépticos, especialmente en
un año de elecciones europeas. Así definen algunos medios la decisión de
los suizos de poner fin a la libre circulación de personas procedentes de la Unión Europea.
Los votantes suizos decidieron por un estrecho margen
respaldar la propuesta planteada en referéndum de reinstaurar un sistema
de cuotas o cupos para trabajadores europeos.
Los resultados finales muestran que el 50,3% votó a favor. Apenas
supera la mayoría, pero es suficiente para que se invalide el acuerdo
de 2002 entre Suiza y la UE sobre la libre circulación de personas, más
en un país en el que los referendos tienen carácter vinculante.
El Consejo federal que gobierna Suiza anunció que "sin
retraso, empezará el trabajo necesario para aplicar la decisión de la
ciudadanía".
¿Qué pasará ahora con la relación entre Suiza y la UE?
Temor a la pérdida de identidad
La independiente Suiza no forma parte de la UE, pero ha
adoptado gran parte de las políticas europeas y tiene varios acuerdos
con Bruselas que ahora quedan de alguna manera en vilo.
El editor de la BBC para Europa, Gavin Hewitt, califica la decisión de los votantes suizos como un desafío.
"Los votantes suizos desafían a Bruselas y a su propio
gobierno", dice. "Les advirtieron que la libre circulación de
trabajadores es intrínseca al derecho a participar en el mercado único
de la UE. Sabían que cualquier restricción podía afectar las relaciones
con la UE. Los empresarios adujeron que limitar el número de inmigrantes
debilitaría la economía.
"Y, sin embargo, las advertencias no fueron lo suficientemente fuertes".
Los suizos mostraron no tener miedo a
los fatales pronósticos de quienes defendían el no este domingo, grupo
que engloba al gobierno suizo, la mayor parte de los partidos políticos,
el empresariado y los sindicatos.
Para ellos, la libre circulación es clave para el éxito
de la economía de Suiza, al permitir que los empleadores elijan a
personal cualificado de toda Europa.
Por su parte, los argumentos que esgrimieron los
defensores del sí bien podían haberse escuchado en muchos otros países
europeos.
Los partidarios del sistema de cuotas alegan que los trabajadores procedentes de la UE son en ocasiones un obstáculo para los trabajadores suizos.
Dicen que la llegada de extranjeros ha hecho subir el precio de los
alquileres, ha bajado los salarios y ha supuesto mayor presión para los
sistemas de salud y educación.
Sin embargo, la economía del país centroeuropeo está en un momento boyante, el desempleo no llega al 4%
y los empresarios consideran que la entrada en vigor del acuerdo con la
UE tuvo un impacto posiitivo en el mercado laboral suizo puesto que
reforzó los controles y garantías para todos los trabajadores.
"Al final", observa el periodista Hewitt, en un país que
vio llegar a cerca de 80.000 extranjeros el año pasado, "el voto
reflejó el temor a que Suiza pueda perder su identidad".
Mensaje para Bruselas
Los acuerdos bilaterales de Suiza con la Unión Europea requirieron años de negociación para poderse alcanzar.
En un comunicado, la Comisión Europea dijo que lamentaba que "una iniciativa para la adopción de límites cuantitativos a la inmigración haya sido aprobada con este voto.
"Esto va en contra del principio de libre circulación de
personas entre la UE y Suiza. La UE examinará el impacto de esta
iniciativa sobre las relaciones entre la UE y Suiza como un todo. En
este contexto, la posición del Consejo federal suizo sobre el resultado
también se tomará en cuenta".
Aun así, los suizos eligieron retomar el control sobre la migración pese a los riesgos de estropear su relación con Bruselas.
El sí de este domingo no sólo impone un sistema que
limita la cantidad de trabajadores europeos que puede entrar al país.
También habrá restricciones al derecho de reagrupación familiar de los extranjeros
y en el acceso a los servicios sociales. Las empresas tendrán que darle
prioridad a los suizos a la hora de contratar personal. Habrá una nueva
cláusula en la Constitución que constate que la migración debe servir
al interés económico de la nación.
Todavía se deben establecer muchos de los detalles
precisos de las cuotas y, mientras tanto, el sistema actual seguirá
vigente. Pero todos los ojos estarán puestos sobre la reacción que
llegue de Bruselas. El propio gobierno suizo reconoció que "la nueva
Constitución va en contra del acuerdo sobre libre circulación de
personas" y acepta que la relación con la UE tendrá que adaptarse.
Para Bruselas no hay opciones fáciles, destaca el editor de la BBC para Europa, Gavin Hewitt. "La
libre circulación de personas es uno de sus principios esenciales. Es
algo intrínseco al mercado único. Bruselas le ha recordado esto a Reino
Unidos. Si ahora se muestra dispuesto a ceder ante los suizos, se expone
a que otros países decidan hacer lo mismo.
"Aún así, las autoridades europeas también son
conscientes de que, con las elecciones europeas en el horizonte –se
celebran en mayo-, habrá muchos partidos antisistema que querrán imponer
la misma restricción que han aprobado los suizos", recuerda Hewitt.
Bruselas creerá que tiene que defender un principio clave, pero también es consciente de lo hondo que cala el tema de la inmigración entre los votantes.
Lo cierto es que una mayoría de los votantes de Suiza
está dispuesta a emprender una disputa con su principal socio comercial a
cambio de limitar la inmigración. Otros líderes europeos tomarán nota
de ello.
Terra España
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