Hace unos meses, mientras entraba en uno de los centros comerciales de mi barrio, no pude evitar escuchar a una pareja que hablaba en susurros sobre el asco que le daba este tipo de gente, y que vaya forma de salir vestido a la calle. Ella refunfuñaba y él, en silencio pero con la misma cara que su acompañante, asentía sin parar como muestra de aprobación.
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