Desde el pasado martes, en Hungría se han legalizado las devoluciones en caliente de los refugiados que llegan al país ilegalmente. Esta nueva ley ya ha sido aplicada a 600 personas interceptadas en su intento de llegar al país huyendo de la guerra y el terrorismo en su país de origen.
Esta Ley dificulta las peticiones legales de asilo -donde tienen que esperar tras las vallas durante semanas en condiciones inhumanas-, y choca frontalmente con los Derechos Humanos.
Esta medida ha sido complementada por el partido conservador en el Gobierno, Fidesz, con el planteamiento de un referéndum para aceptar las cuotas de acogida de refugiados “impuestas” por la Unión Europea. «¿Quieren que la UE tenga derecho a determinar una cuota obligatoria de ciudadanos no húngaros en Hungría sin el consentimiento del Parlamento?». Su postura es la del No para, según su discurso, lograr la independencia política del Parlamento húngaro sobre la UE.
El cuestionamiento a Bruselas, lo que algunos consideran un efecto “ola” de lo ocurrido en Reino Unido con el Brexit, puede empeorar, más aún, las posibilidades de los refugiados sirios para mejorar sus condiciones de persecución, hambre y desamparo por parte de la UE.
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