Que la inmigración es un drama para quienes huyen del terror, la hambruna y las coacciones es algo unánimemente reconocido en una Europa que, sin embargo, incumple sus propios anuncios y es incapaz de acoger al número de refugiados que tenía previsto: a España le tocaban 17.000, pero sólo a partir de ahora cumplirá con lo firmado. Y a un ritmo lento: 1.500 en los próximos tres meses.
La tensión en la frontera ha hecho aumentar un 168% la llegada de inmigrantes: casi 9.000 en lo que va de año
Pero junto a este fenómeno, hay otro paralelo del que se habla menos, una especie de tabú impuesto, tal vez, por el temor a ser estigmatizado por decirlo: la llegada en masa de inmigrantes irregulares que, de manera incluso agresiva, acceden a Europa por las fronteras tradicionales, con el Sahel, Ceuta y Melilla como principales focos de un problema de cuya gravedad todos son conscientes.
El general jefe del Estado Mayor del Mando de Operaciones de la Guardia Civil, Francisco Díaz, se ha atrevido públicamente a ponerle cifras a este asunto, en el transcurso de una intervención en en un curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander, bautizado con un elocuente título: 'Gestión de crisis internacionales: presente y futuro'.
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