Entre el maremagnum de cifras, autocondecoraciones, idas, venidas, dimes y diretes, la negociación de los presupuestos de la UE hasta 2013 no han satisfecho a casi nadie, salvo al Presidente Zapatero, que los ha vendido a los ojos de la opinión pública como “lo mejor que se podía conseguir”. Y ello, entre otros motivos, porque ha regresado a España con la promesa de que la UE destinará 800 millones de euros a buscar soluciones para luchar contra la inmigración ilegal, un tema que estará en la agenda europea durante todo 2006, ante la urgencia que ha supuesto encontrar soluciones a raíz de los sucesos acaecidos en España y Francia en los últimos meses.
Esta perspectiva del año que comienza debería suponer para el Gobierno actual un punto de inflexión para retomar el papel que España jugaba en Europa como impulsora de iniciativas que atañen directamente a nuestro país en materia de inmigración, tanto en el terreno de la seguridad de las fronteras exteriores, como en el desarrollo y mantenimiento de acuerdo con los terceros países, de manera que nuestro país destaque en el desarrollo de una verdadera política de inmigración ordenada dentro de la UE. GEES
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