"¿El cursillo sirve para conseguir papeles?". La versión diluida del contrato de inmigrantes echó a andar ayer bajo el programa Escuelas de Acogida entre las preguntas de los asistentes sobre su utilidad. El proyecto inicial del consejero de Inmigración, Rafael Blasco lanzado hace casi un año, fue rebajado a un compromiso que, finalmente, ha acabado siendo un cursillo voluntario "de comprensión de la sociedad valenciana".
Bajo esta fórmula se estrenó ayer, con la presencia del consejero, la primera experiencia piloto que Inmigración ha puesto en marcha junto a la asociación de colombianos Aculco de Valencia. En este ensayo participan 40 alumnos, algunos de los cuales no tenían muy claro para qué servirá el título que recibirán el 14 de marzo al término de las 40 horas de clase. El objetivo de estas clases es, en teoría, transmitir "al nuevo ciudadano" el conocimiento de "los valores y reglas de convivencia democrática, los derechos y deberes, la estructura política, la cultura y los idiomas oficiales de la Comunidad Valenciana y las implicaciones de la diversidad cultural". Para ello se impartirán lecciones de castellano, valenciano, geografía, historia y legislación básica del modelo del Estado autonómico y los valores democráticos.
Pero en la práctica, ¿en qué se traduce todo ello? Hay apartados de servicios útiles como participación ciudadana, medidas de formación laboral, derechos sanitarios, educativos o incluso sobre el procedimiento de retorno voluntario. Pero, además de ello, ¿sirve para regularizar la situación de aquellos que estén sin papeles?, como preguntó una de las alumnas en cuanto se abrió el turno de preguntas tras el acto oficial de presentación de los cursos. "Para el proceso de arraigo sí", respondió una asesora de la Consejería de Inmigración, algo que responde a la verdad, aunque sólo si además se reúnen otras condiciones.
Es cierto que el arraigo social es una puerta de acceso a la regularización de personas sin papeles. Pero para beneficiarse de esta opción es necesaria una estancia mínima en España de tres años, carecer de antecedentes penales tanto aquí como en el país de origen y contar con un contrato de trabajo. Además, hace falta demostrar el arraigo. Y aquí es donde se puede aportar el diploma de integración del Consell, "pero igual que se pueden presentar cursos de formación laboral, certificados de pertenencia a ONG, asociaciones de inmigrantes, de asociaciones de vecinos o centros deportivos", comenta un especialista en trámites de regularización. Es decir, es un documento más para justificar la integración del inmigrante.
Pese a ello, buena parte de los alumnos acuden por este motivo. "Más que nada estamos por los papeles", comentaba Marcela, una boliviana de 22 años que se ha apuntado al curso con su novio Juan Pablo, de 26. "Lo hacemos por integrarnos, para tener más cursos del arraigo, y así tenemos una ayudita más para los papeles". Igual que Juan Carlos, de 27 años, también boliviano. "Él hoy no ha podido venir, como era la inauguración, estoy yo en su nombre", comentaba su novia. "¿Por qué se ha apuntado?, por integrarse, y por los papeles".
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