Inmigración, elecciones y crisis económica: ¿giro xenófobo u oportunismo político?

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Elecciones, inmigración y crisis económica, un cóctel muy peligroso que aparece en los últimos años en cada campaña electoral de los países desarrollados. Partidos de izquierdas y derechas juegan con esta realidad, deslizándose alarmantemente hacia la xenofobia, en busca de un voto lleno de prejuicios que todos quieren para sí.
No podemos dejar que los últimos empadronados sean los que pongan las normas

El todavía ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, aseguró el pasado fin de semana en Cataluña que "no podemos dejar que los últimos empadronados sean los que pongan las normas", a la vez que afirmaba que la inmigración suponía una presión para los servicios públicos y para las listas del paro. Lo curioso era que criticaba así las propuestas del PP catalán, que ha radicalizado su discurso contra los inmigrantes y pedirá que los Ayuntamientos denuncien a los sin papeles empadronados -el estar empadronados les da acceso a a sanidad y a la educación-, no por duras sino por inconcretas. El número tres de las listas del PSC para los comicios del próximo 28 de noviembre ya había sido el encargado de desinflar el globo sonda de la flexibilización de la regularización por arraigo.

En Alemania -una potencia económica mundial, con un 8,8% de población extranjera y con un 20% que reconoce ascendientes inmigrantes y hasta ahora un modelo de integración- la canciller Ángela Merkel afirmó tajantemente este fin de semana que "los esfuerzos por construir una sociedad multicultural han fracasado absolutamente". Se entendió como un apoyo al primer ministro de Baviera, el socialcristiano y socio de Merkel, Horst Seehofer, que clamó que "Alemania no debe convertirse en el asistente social del mundo" y que se debían recortar los flujos migratorios. El debate está servido en el país, ya que frente a las palabras de Merkel están las del presidente alemán, Christian Wulff, que hace unas semanas aseguró que el "Islam es parte de la cultura alemana".

Y todo ello, cuando aún colea la polémica que provocó en el seno de la Unión Europea las expulsiones de gitanos rumanos en Francia, ordenadas por el Ejecutivo de Sarkozy.
'Deslizamiento' europeo

Europa está sufriendo un "deslizamiento" hacia posturas xenófobas, en opinión de Lorenzo Cachón, sociológo de la Universidad Complutense y ex presidente del Foro para la integración de los inmigrantes hasta mayo de 2010. "Empiezan grupos claramente xenófobos y fascistas a dar mensajes fuertes contra la inmigración; no se han combatido con la suficiente energía y esos mensajes acaban apareciendo en los discursos de partidos de derechas y en algún caso de izquierdas". Sin ir más lejos, Sarkozy recibió el apoyo de la mayoría de los mandatarios europeos -de derechas e izquierdas- tras sus controvertidas expulsiones de gitanos rumanos.
Estos mensajes, ahora y en España, son una incoherencia que se explica por las próximas elecciones
Quizá no sea casual que este "deslizamiento" coincida temporalmente con el ascenso en Europa y en EE UU de los partidos de ultraderecha como el Tea Party norteamericano, el Libertad holandés, el Jobbik húngaro, La Liga Norte italiano y otros muchos. Cada uno de estos partidos tienen sus particularidades regionales e ideológicas, pero coinciden en su carga contra los inmigrantes.

Nuestro país hasta ahora parecía haberse librado de esa dialéctica hasta ahora -en el último año se han visto señales que indican que esos mensajes están calando-. "Que estos mensajes, sobre todo en Cataluña, se den en los momentos de menor presión migratoria, cuando la inmigración está más ordenada que nunca, cuando hay la menor proporción de inmigrantes irregulares y tenemos un sistema de gestión migratorio -aunque no sea perfecto-, es una una incoherencia y la razón de esa incoherencia se explica en la proximidad de las elecciones", explica Cachón.
El discurso que cala es que va en la ola del prejuicio"
El discurso que cala es el que va en la ola del prejuicio", explica este experto en inmigración. "En época electoral, proliferan los mensajes teñidos de xenofobia, como los del PP catalán, o los ambigüos, como los de Corbacho, que buscan no contradecir los prejuicios de sus votantes", concluye este sociólogo.

No es casualidad que las encuestas para los próximos comicios catalanes de noviembre auguren que el PSC se enfrenta a una posible pérdida de votos frente a partidos con ideas más duras sobre inmigración como CiU, PP o ERC. En Alemania, el poder de Merkel está en entredicho y ya se comienza a hablar de su sucesión, a unos meses de unas vitales elecciones regionales en Wurtemberg, donde su partido gobierna desde 1953 y que las encuestas le dan perdedor.

Datos contra prejuicios

La explicación a estos mensajes muchos la ven en datos como los que facilitaba el informe 'Evolución del racismo y la xenofobia en España 2009". En él se podía leer que el 37% de la población es reacia a la inmigración y que un 43% consideran las leyes migratorias demasiado tolerantes. Sin embargo, no hay que olvidar que según el último barómetro del CIS la inmigración es el cuarto problema para los españoles (con un 15,4%), muy por detrás del paro (78,4%), la situación económica (48,2%) o la clase política (19,8%).
El balance entre lo que la inmigración ha aportado a las arcas del Estado y lo que ha gastado es favorable al Estado
Los datos económicos no dan tampoco la razón a estas afirmaciones. "La inmigración llegó cuando se la necesitaba y ahora no crece ni en España ni en Cataluña. En épocas de bonanza la población inmigrante crecía en nuestro país en 600.000 personas al año. "Llegaban cuando la economía lo demandaba y si no hubiera sido por esta mano de obra el crecimiento económico se hubiera detenido antes", asegura el Doctor en Antropología Social de la Universidad de Barcelona, Miguel Pajares. Una reciente encuesta aseguraba que los inmigrantes siguen ocupando puestos de trabajo que no quieren los nacionales.

"Si hablamos de servicios públicos, el balance entre lo que la inmigración ha aportado a las arcas públicas y lo que ha gastado de ellas es muy favorable al Estado" explica Pajares. Si ahora estos servicios tienen déficit no debemos mirar a los inmigrantes, si no a los políticos que no han sabido gestionar el crecimiento demográfico y los recursos existentes", asegura. Lo mismo ocurre con las reformas del padrón que promulga el PP, "son cantos de sirena, concesiones a posiciones xenófobas".

Temor de los inmigrantes

Los colectivos inmigrantes no están tranquilos ante estos mensajes. "Nos preocupa este giro a la derecha que estamos viendo en Europa. Los gobiernos no son capaces de asumir que la crisis ha sido fruto de las malas prácticas del sistema capitalista y desvían el discurso", explica Raúl Jiménez de la asociación de inmigrantes ecuatorianos Rumiñahui.

"Los políticos están diciendo que la crisis no es culpa de su mala gestión, sino de los inmigrantes y que tenemos que pagar. Estos mensajes son una irresponsabilidad total, más cuando vienen de gobiernos democráticos y respetuosos de los derechos humanos. No recuerdan lo que ha aportado la inmigración" explica.

Doble mensaje

Lo quieran o no, la inmigración es un arma electoral. El voto inmigrante va a ser un nuevo condicionante para las próximas elecciones locales -se llevan firmados diversos acuerdos con diferentes países para que los inmigrantes extracomunitarios tenga derecho a voto en las próximas municipales-, pero al mismo tiempo se arrojan peligrosos mensajes para seducir al votante con prejuicios hacia ella.
Las políticas del Ministerio de Trabajo han sido mucho más razonables que las declaraciones de su todavía titular
Es un 'trastorno bipolar' que se ve demasiado a menudo. Mientras Merkel habla del fracaso del multiculturalismo, su ministra de Trabajo, Ursula Von der Leyen, cree que se deben "esfrozar para atraer a los inmigrantes que necesita la economía alemana". Según la Cámara de Comercio alemana, el país necesita 400.000 trabajadores cualificados al año.

"Es habitual que respecto a la inmigración las medidas sean menos duras que los discursos: Berlusconi ha dicho barbaridades, pero sus leyes, aún siendo durísimas, nunca fueron tan bárbaras", asegura Lorenzo Cachón.

Hay que ver el ejemplo que ha articulado esta información, las declaraciones de Celestino Corbacho: "Las políticas del Ministerio de Trabajo han sido mucho más razonables que las declaraciones de su todavía titular", concluye este sociólogo.

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