La aragonesa es la comunidad española a la que más fidelidad profesan los colectivos inmigrantes. Así se desprende del último avance del padrón, hecho público esta semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Según este documento, Aragón perdió durante el 2012 180 habitantes de nacionalidad extranjera, un -0,1% con respecto al año anterior. Ese porcentaje es del -3,8% en el conjunto del país, con Baleares a la cabeza de una destacable sangría que ha hecho que, en tan solo 12 meses, hayan dejado de residir en España 216.125 inmigrantes.
Los expertos atribuyen este fenómeno a varias circunstancias, que hacen que, pese a la crisis y los altos índices de desempleo, a un inmigrante le resulte "más atractivo" residir en Aragón que en otras comunidades. El profesor de la Universidad de Zaragoza y director del Centro de Estudios sobre la Despoblación y el Desarrollo de Áreas Rurales (Cedar), Luis Antonio Sáez, explica que, "frente a modelos con más peso de los servicios cualificados --Madrid-- o del sector industrial --País Vasco--, una economía rural diversificada como la aragonesa resulta más idónea para el tipo de especialización laboral que muestran los inmigrantes".
MAYORÍA DE EUROPEOS En Aragón viven 172.931 extranjeros de los 5.520.133 que lo hacen en todo el territorio nacional. Eso supone un 11,7% del total de empadronados en España, y un 12,9% en el caso de la comunidad aragonesa --un 0,1% más que en el 2011--. Más de la mitad de los extranjeros registrados en Aragón es originaria de algún país europeo. De ellos, 66.835 provienen de Rumanía, 19.602 son marroquíes y 6.987 ecuatorianos, completando este virtual pódium de las casi 120 nacionalidades distintas que componen el padrón inmigrante de los municipios aragoneses.
Con las tablas del INE en la mano, Sáez llama la atención sobre los colectivos que, pese al descenso general, aumentan. Los primeros, los ciudadanos marroquíes, entre los que destaca "su tendencia a la reagrupación familiar y el desempeño de tareas en la agricultura". Un sector, este último, en el que, a juicio del profesor, "el envejecimiento de la mano de obra y su escasez hace muy valiosos" a sus inmigrantes. Otro movimiento notable es el de los nicaragüenses, que muestran un crecimiento del 16% con respecto al 2012, predominantemente femenino, y que, según el director del Cedar, "se dedican al cuidado de mayores y al servicio doméstico". El padrón también revela un aumento de chinos y paquistaníes --muchos, en su condición de autónomos de la hostelería y el comercio--, y así hasta 20 nacionalidades distintas que el pasado año aumentaron su representación en la comunidad aragonesa.
También influye el hecho de que "la economía y la forma de vivir se sustentan mucho en pueblos de menos de 5.000 habitantes, de donde cuesta más moverse, pese a que ello no signifique necesariamente una mayor integración", apunta Bárbara Marqués, la gerente de la Fundación San Ezequiel Moreno, una organización que lleva años trabajando en el campo de los movimientos migratorios y el mercado laboral, y que, a causa de la crisis, se ha visto obligada a cambiar el sentido de su trabajo.
CAMBIO DE FLUJO En lugar de atraer inmigrantes al mercado laboral español, la fundación dedica ahora buena parte de sus esfuerzos al programa Retorno digno, con el que se busca que la gente que quiere regresar a sus países de origen --los gobiernos de Ecuador, Colombia o Rumanía, por ejemplo, tratan de ofrecer posibilidades a sus ciudadanos--, lo haga de la mejor manera posible. Marqués detalla que, "pese a no contar con subvenciones públicas, logramos que cada año, unos 200 inmigrantes se interesen por el proceso y en torno a un 35-40% desarrollen su regreso con éxito".
Pero no todo el mundo quiere o puede volver a su tierra. Este cambio en el flujo migratorio descansa, lógicamente, en la mejor o peor situación del país de origen. "Nosotros aquí estamos regular y, de hecho, algunos han tratado de volver a donde nacieron", dice Mamadou Omar Kane, presidente de la Asociación Fulbe, que agrupa a inmigrantes de las naciones del Sahel africano. Sin embargo, "la cosa están tan mal allí, que han tenido que volver", añade Kane, un senegalés que lleva 10 años en España y que ahora no tiene trabajo.
Con mejores o peores perspectivas, Aragón sigue erigiéndose, pues, en una suerte de El Dorado para ciudadanos de otros países que buscan un futuro mejor. En muchos casos, "protagonizan dinámicas que están al margen de lo que es el mercado estrictamente laboral", señala el profesor Sáez, que incide en el papel que desempeñan las comunidades de inmigrantes ya constituidas, en forma de "red de ayuda solidaria". "Tener paisanos en un sitio determinado facilita ayudas financieras y en especie, a la hora de buscar un trabajo o compartir vivienda", añade.
El Periódico de Aragón
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