El atentado de Boston en abril, el asesinato en Londres de un militar y el asalto armado contra otro militar en París en mayo han desatado la alarma en Europa. El Viejo Continente ha visto, además, cómo medio Estocolmo ardía durante una semana víctima de la furia y frustración de una inmigración recluida en guetos.
¿Podrían repetirse en España los mismos o parecidos sucesos? Lucio Toval, profesor de Investigación criminal de la UNED y formador policial es categórico: «Para que se produzcan hechos como los ocurridos en Suecia sólo es necesaria una causa detonante, como un imán extremista, y una consigna a seguir, para que se produzca una revuelta que implique a los más exaltados y arrastre al resto a una espiral de violencia indiscriminada y fanática».
Antonio García Petite, abogado y presidente del Comité de Defensa del islam y del Observatorio de la Islamofobia lo ve en cambio poco probable. Al menos, de momento: «La inmigración en España es demasiado reciente, tiene apenas 21 años: la segunda generación es aún muy joven y quienes han provocado disturbios en Francia y Suecia pertenecen a la tercera o cuarta. El contingente musulmán en nuestro país proviene sobre todo de Marruecos y es un colectivo de un nivel formativo escaso y, por las condiciones políticas de su país, están completamente desideologizados. Pero es que, además, en España no hay guetos».
En el resto de Europa, merced a la descolonización, se crearon barrios para dar cabida a los habitantes llegados de fuera de la metrópoli. Con una importante presión migratoria, elevado índice de absentismo escolar y paro y desvertebración del tejido social, los resultados no se hicieron esperar. En Londres, Berlín y Nueva York se impuso el modelo de exclusión sociocultural y proliferaron barrios divididos por nacionalidad o religión. Francia, en cambio, intentó imponer un modelo asimilacionista, forzando a los inmigrantes a asumir su cultura, lo que abrió una brecha social entre extranjeros y autóctonos. También se equivocaron los sucesivos gobiernos galos al construir barrios enteros de viviendas de protección oficial en ciudades como París. Carmen González, experta en inmigración del Real Instituto El Cano, apunta que «los inmigrantes, al tener los sueldos más bajos, fueron los principales beneficiarios de este tipo de vivienda», de modo que cientos de miles de familias extranjeras se trasladaron a estas barriadas, las «banlieues». En España, en cambio, algo negativo como la falta de políticas de vivienda pública, sin querer, está siendo positivo para evitar la segregación que hubo en Francia. La pitada a la Marsellesa en 2008 durante un partido de fútbol disputado contra Túnez hizo ver a los franceses que muchos de los jóvenes nacidos en el país no sentían los «colores» de la República.
No es el caso de Mohamed O., oficial experto en martillos neumáticos. «Me siento español: estoy casado con una española y tengo dos hijos españoles. Vine aquí con 16 años. Al final somos lo que comemos. Conozco mucho mejor España que Marruecos. De allí conozco mi pueblo y poco más. La religión es otra cosa: nací musulmán y moriré musulmán. A mis hijos les estamos enseñando las dos religiones y cuando sean mayores, que elijan ellos».
¿Quiere esto decir que es impensable la figura de un «lobo solitario» en nuestro país? Para García Petite, «nadie está libre del ataque de un criminal. Es una persona desestructurada, fuera del colectivo y de sus reglas». Lucio Toval, a quien no le gusta nada el nombre dado a estos asesinos porque remite a una idea romántica y aventurera, piensa que «la conducta de "lobo solitario''» responde a un individuo fanatizado que quiere aportar una acción que favorezca a su objeto de fanatismo, sea religioso, político o social. Su personalidad suele ser resolutiva, con cierta tendencia a la violencia. Son personas que provienen de entornos marginales, desestructurados y sin objetivos claros en la vida: sin nada que perder. Encuentran su razón de ser en los ideales que han absorbido de su religión y creencias y las sigue rígidamente y de forma extremista. No es necesario que se hayan criado en tales dogmas: como se ha comprobado, tanto en el caso del agresor de Londres como en el de París, habían abrazado la religión musulmana apenas hacía un año. En cuanto a su actuación en España, es posible y muy probable, e incluso puede ya haber ocurrido... dado que en casos de agresiones individuales el atestado policial no recoge el motivo de la agresión». Éste podría ser el caso del marroquí condenado a 84 años y medio de prisión por matar a cuchilladas a una persona y herir a otras nueve en Ibiza en 2012.
¿Existe un perfil de «lobo solitario»? ¿Qué provoca la activación de uno de estos individuos? El psiquiatra Rafael Coullaut piensa que «tiene relación con el concepto de héroe que se otorga a sí mismo. Posee ideas mesiánicas y se siente salvador del mundo. Su personalidad roza lo psicótico. El resentimiento, la soledad, el rechazo, la envidia hacen que su mente se dividida y se vea en la disyuntiva de odiar lo que les gusta: la cultura occidental. Suele tratarse de hombres jóvenes, donde la impulsividad y los ideales juegan un importante papel. Con la edad, los ideales van cambiando: los anhelos de un adulto son distintos y su nivel de frustración mucho menor que el de un joven o un adolescente».
- La Razón digital
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