Vuelven, van, regresan. A la crisis europea, los latinoamericanos responden con formas más complejas de migrar. Sobre los transmigrantes, DW habló con especialistas.
“Con la crisis española y portuguesa se está esperando ya la llegada de profesionales a trabajar en Brasil, Colombia, México y Estados Unidos”, dice a DW Beatriz Padilla, socióloga del Centro de Investigacao e Estudos de Sociologia de Lisboa, en el marco del VII Congreso del Centro Europeo de Estudios Sociales de América Latina (CEISAL, Oporto, junio 2013).
Las crisis en América Latina los había obligado a emigrar en grandes olas. Mayormente con destino España. A partir del 2001 comenzaron a salir los argentinos; los ecuatorianos, en 1998; los colombianos, a partir de 1999; los bolivianos, a partir del 2000. A Portugal llegaron miles de brasileños, a partir de mediados de los 80. También llegaron peruanos y venezolanos, muchos de ellos de origen peninsular que habían emigrado a Venezuela en la década de los 70.
Acuerdos bilaterales y programas de migración circular –como en el caso de Colombia y los trabajadores en la agricultura- intentaron regular y dosificar la inmigración masiva de latinoamericanos en busca de oportunidades económicas; directivas restrictivas buscaron hacer retornar “voluntariamente” a los inmigrantes en Europa.
Pero en 2008, la tortilla se vuelve y la crisis en suelo europeo cambia de dirección el flujo de migrantes. Y algunos países que habían exportado masivamente población en la década anterior -como Ecuador y Argentina- ofrecen programas de retorno para su población en la diáspora; se trata sobre todo de atraer a los más cualificados.
Forzados a reaccionar
Según investigadores presentes en el Congreso de CEISA, los procesos son mucho más complejos e incluyen más elementos que un país de origen, otro de destino y un pasaje de ida de por medio. Las relaciones con su diáspora que algunos países latinoamericanos se vieron obligados a desarrollar –voto en el extranjero, facilidad de flujos de remesas- han aportado a la movilidad transnacional. Y favorecen una circularidad inusitada en décadas anteriores.
Tanto es así que a nivel europeo, desde la Cumbre de Santiago entre la UE y América Latina y el Caribe, se habla de la posibilidad de flexibilizar los sistema de pensiones: esto facilitaría que los fondos acumulados en un país puedan ser trasladados a otro, no necesariamente al país de origen.
“Los países se han visto forzados a reaccionar.
Cuando España decidió no permitir más la entrada de brasileños, Brasil aplicó la misma medida. Y tuvieron que negociar en condiciones de igualdad”, explica Padilla añadiendo que reacciones como éstas habrían sido impensables antes, cuando muchos de los países latinoamericanos miraban hacia otro lado cuando de defender a su diáspora se trataba.
Entretanto, los paradigmas han cambiado y la movilidad globalizada es tal que “la mayoría de los migrantes mantiene vínculos con el país de origen y vínculos con la sociedad de acogida a donde quieren pertenecer, ellos y sus hijos”, dice Padilla. “Se habla mucho del retorno masivo al país de origen, pero es un mito”, agrega.
En el caso de España, en el 2013 se registra un descenso de la población extranjera; de ésta, el 58% son de fuera de la UE. De los latinoamericanos –el colectivo que más ha optado por las nacionalizaciones- han sido sobre todo colombianos y ecuatorianos los que han abandonado la Península Ibérica, en buena parte hombres y no menores. Y la mayoría no se ha acogido a los programas oficiales de retorno.
Se van, pero volverán
“Esto habla de estrategias de movilidad a corto plazo para hacer frente a la crisis”, explica Francisco Torres Pérez, sociólogo catedrático de la Universidad de Valencia. Se podría tratar, por ejemplo, de una migración circular: el hombre se va y la mujer y los niños se quedan. Para no perder la residencia, para poder seguir pagando la vivienda adquirida o porque la perspectiva no es regresar definitivamente.
Por desplazarse a otro país europeo –lo cual permitiría el espacio Schengen- opta por ahora la minoría de los latinoamericanos. Por el contrario, los trabajadores de origen europeo provenientes de España, Portugal –y también Grecia- sí han optado por un trasladarse hacia el norte de Europa.
Según un estudio del Centro de Estudios e Investigación de la Migración de la Universidad Autónoma de Barcelona, entre la población boliviana en España, sólo un 11,4% quiere retornar definitivamente; el 23,9% quiere retornar temporalmente –a Bolivia o a un país tercero donde hay familia como en la Argentina.
Así, de nuevas lógicas migratorias con nuevas estrategias de espera y búsqueda de destinos alternativos hablan los especialistas, que abandonando la terminología usual hablan del transmigrante, un fenómeno ante el cual, lentamente, los Estados comienzan a reaccionar.
elmercuriodigital.es
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