Desde que Cecile Kyenge fue nombrada la primera ministra de raza negra
el pasado abril, la política de origen congoleño ha tenido que aguantar
apodos xenófobos y sexistas como “orangután congoleño” o “miembro del
gobierno bonga bonga”. Ambos comentarios provienen de miembros del
partido político Lega Nord (Liga Norte), de marcada posición contra los
inmigrantes.
El último de estos casos tuvo lugar el pasado fin de semana (13.07.2013), cuando el diario italiano “Corriere della Sera” publicó un comentario del senador Roberto Calderoli, político de la Liga Norte, vicepresidente del Senado, en el que afirmaba que Kyenge “estaría mejor trabajando como ministra en su propio país”. Según el periódico, continuó con una comparación entre los rasgos de Kyenge y los de un orangután: “Cuando veo fotografías de Kyenge, no puedo evitar pensar en los rasgos de un orangután, aun cuando no diga que ella lo sea”. Calderoli explicó a la agencia de noticias italiana ANSA que tales palabras no eran más que una “broma pesada”. A pesar de ello, el primer ministro italiano, Enrico Letta, afirmó que tal comportamiento era inaceptable.
Kyenge, por su parte, no pidió la renuncia de Calderoli por
ello. Simplemente, reaccionó diciendo que todos los políticos “deberían
reflexionar sobre el uso de la comunicación”, puesto que las palabras
“pesan”, especialmente aquellas de los políticos de más alto rango.
Estos “deberían darse cuenta de que hablan representando a los
ciudadanos y a Italia”, dando al país mala fama con este tipo de
incidentes.
Un caso extremo
En junio, la miembro regional de la Liga Norte Dolores Valandro fue más allá con un mensaje en Facebook donde decía expresamente: “¿Por qué no viola alguien a Kyenge para que pueda entender cómo se sienten las víctimas de estos horribles crímenes?”. Con ello, Valandro hacía alusión a que la mayoría de los asaltos a mujeres en Italia provienen de inmigrantes. El comentario sembró el rechazo en Italia, incluso entre los miembros de su mismo partido, que pidieron la renuncia de Valandro.
Kyenge, que lleva viviendo en Italia desde 1983, insiste en que
no tiene miedo. “Todos estos insultos y amenazas contra mí surgen
porque ahora estoy en una posición visible”, dijo Kyenge en junio. “Pero
no son más que amenazas contra cualquiera que se resiste al racismo y a
la violencia”. En ese mismo mes, Kyenge afirmó que lo primero que
deseaba hacer era cambiar la ley para permitir a los hijos de
inmigrantes ilegales nacidos en Italia obtener la ciudadanía más
fácilmente.
"Nos falta una cultura de la inmigración"
Ante la pregunta de si Italia es un país racista, Kyenge se muestra cautelosa en su respuesta. “Es una pregunta difícil”, comentó en una conferencia de prensa.
“Yo siempre he dicho, no obstante, que Italia no es un país racista. Es un país que necesita saber más sobre inmigración y el valor de la diversidad. Quizás lo que más nos falta es una cultura de la inmigración. Solo después de que el país haya progresado en estos ámbitos podremos juzgar si es racista o no”.
El fenómeno de la inmigración en Italia es relativamente nuevo, en comparación con otros países europeos. En 1990, el porcentaje de extranjeros en la población italiana era de aproximadamente un 2 por ciento. A día de hoy ha aumentado a un 7,5 por ciento.
“El aspecto positivo de todos estos desagradables comentarios
es que otras personas que se han sentido igual de ofendidas que ella lo
han expresado y la apoyan abiertamente”, dice James Walston, periodista
político y experto en la sociedad italiana de la Universidad Americana
en Roma, en entrevista con DW. “Cuando un miembro de la Liga Norte dice
que Kyenge debería ser violada, no solo se escandalizan los liberales,
sino que también los líderes de su partido deben admitir que es
inaceptable y expulsar a ese miembro del partido”, añade.
Según Walston, el perfil de inmigración creciente del país está obligando a Italia a luchar contra su larga historia de tolerancia del racismo. Como prueba, señala que hay tres miembros más en el Parlamento italiano de origen extranjero, y que el recientemente elegido alcalde de Vicenza, un bastión de la Liga Norte, es un inmigrante, que ha reemplazado a su predecesor, abiertamente racista.
Autora: Megan Williams / lab
Editor: Pablo Kummetz
El último de estos casos tuvo lugar el pasado fin de semana (13.07.2013), cuando el diario italiano “Corriere della Sera” publicó un comentario del senador Roberto Calderoli, político de la Liga Norte, vicepresidente del Senado, en el que afirmaba que Kyenge “estaría mejor trabajando como ministra en su propio país”. Según el periódico, continuó con una comparación entre los rasgos de Kyenge y los de un orangután: “Cuando veo fotografías de Kyenge, no puedo evitar pensar en los rasgos de un orangután, aun cuando no diga que ella lo sea”. Calderoli explicó a la agencia de noticias italiana ANSA que tales palabras no eran más que una “broma pesada”. A pesar de ello, el primer ministro italiano, Enrico Letta, afirmó que tal comportamiento era inaceptable.
Roberto Calderoli fue el protagonista del último comentario insultante hacia Kyenge.
Un caso extremo
En junio, la miembro regional de la Liga Norte Dolores Valandro fue más allá con un mensaje en Facebook donde decía expresamente: “¿Por qué no viola alguien a Kyenge para que pueda entender cómo se sienten las víctimas de estos horribles crímenes?”. Con ello, Valandro hacía alusión a que la mayoría de los asaltos a mujeres en Italia provienen de inmigrantes. El comentario sembró el rechazo en Italia, incluso entre los miembros de su mismo partido, que pidieron la renuncia de Valandro.
Las redes sociales han sido una plataforma de duros ataques contra la ministra italiana de Integración.
"Nos falta una cultura de la inmigración"
Ante la pregunta de si Italia es un país racista, Kyenge se muestra cautelosa en su respuesta. “Es una pregunta difícil”, comentó en una conferencia de prensa.
“Yo siempre he dicho, no obstante, que Italia no es un país racista. Es un país que necesita saber más sobre inmigración y el valor de la diversidad. Quizás lo que más nos falta es una cultura de la inmigración. Solo después de que el país haya progresado en estos ámbitos podremos juzgar si es racista o no”.
El fenómeno de la inmigración en Italia es relativamente nuevo, en comparación con otros países europeos. En 1990, el porcentaje de extranjeros en la población italiana era de aproximadamente un 2 por ciento. A día de hoy ha aumentado a un 7,5 por ciento.
Cecile Kyenge: ¿catalizadora del cambio en Italia?
Según Walston, el perfil de inmigración creciente del país está obligando a Italia a luchar contra su larga historia de tolerancia del racismo. Como prueba, señala que hay tres miembros más en el Parlamento italiano de origen extranjero, y que el recientemente elegido alcalde de Vicenza, un bastión de la Liga Norte, es un inmigrante, que ha reemplazado a su predecesor, abiertamente racista.
Autora: Megan Williams / lab
Editor: Pablo Kummetz
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