"15.000 euros para nada", lamentaba ayer Jerson Bustamante, familiar de 11 de los 82 bolivianos que viajaban en el crucero de lujo Sinfonía y que fueron devueltos ayer a su país. "Tuvieron que vender sus casas para pagar los pasajes, unos 3.000 euros por cabeza. Ahora vuelven a Bolivia, donde no tienen nada, a empezar de cero", añadió minutos después de despedirse por teléfono de sus familiares antes de que las autoridades italianas los embarcaran en un vuelo a Madrid, para partir de Barajas a La Paz. Previamente, los bolivianos habían intentado bajarse del barco en Tenerife, Cádiz y Valencia.
Casi una familia entera de bolivianos compró 11 billetes en un crucero de lujo para no tener que pasar por el control de Barajas y porque los vuelos a Madrid habían alcanzado precios no mucho más bajos desde que estallara el pánico al visado. Pero Barajas fue la última escala de su frustrado viaje. Antes, habían intentado bajarse en Tenerife, Cádiz, y Valencia. Finalmente, los 82 bolivianos que viajaban en el Sinfonía esperaban poder quedarse en Italia, pero en Génova fueron embarcados en un vuelo a Barajas para viajar desde Madrid directamente a La Paz. Las autoridades italianas corrieron con los gastos.
"Hablé con ellos por última vez al mediodía, antes de que embarcaran, y estaban destrozados. No podían ni hablar", comentó ayer a este periódico Jerson Bustamante, boliviano de 29 años residente desde hace cuatro en Alicante, donde vino a estudiar odontología. Su cuñado, tres sobrinos, cinco primos y dos tíos viajaban en el Sinfonía. "Estuvieron seis meses preparando el viaje. Vendieron sus casas para poder pagar todos los billetes. Se fueron muy ilusionados, pero han pasado una auténtica agonía", explica.
Los 82 bolivianos que embarcaron en el Sinfonía en Brasil, entre 500 turistas, carecían de la documentación necesaria, según las autoridades españolas. Sólo cuatro bolivianos con billete de vuelta fueron autorizados a bajarse en Cádiz. Bustamante insiste en que todos sus familiares habían comprado billete de regreso y tenían su pasaporte en regla.
La esperanza de poder desembarcar en Tenerife, primero, en Cádiz, después, y finalmente en Valencia, y las sucesivas decepciones les han dejado exhaustos. El peor momento fue la escala en Valencia, donde la hermana de Jerson Bustamante esperaba en el muelle a su marido y sus tres hijos de 11, 12 y 16 años, a los que no veía desde hacía un año. "La mayor se desmayó. Lloraban, nos hacían gestos... Fue un momento muy duro. Sólo pudimos saludarles desde lejos y darle a un hombre de la tripulación los casi 2.000 euros que habíamos reunido para que se los entregara a nuestros familiares. Hasta ese día, habían sido bastante optimistas, pero en Valencia les bajó mucho la moral", explica Bustamante.
Su cuñado es agricultor. Sus cinco primos, veterinarios y mecánicos. Su intención era conseguir un trabajo en España y ganar dinero para poder montar luego un negocio en su país. "No querían quedarse aquí para siempre. Mi cuñado, por ejemplo, sólo quería que sus hijos vieran a su madre, que llevaba un año viviendo en Valencia. El plan era quedarse luego unos seis u ocho meses trabajando en España para recuperar el dinero del pasaje y regresar a Bolivia todos juntos", explica Bustamante.
Hoy están ya de vuelta en La Paz. Bustamante confesó ayer que estaba muy preocupado porque sus familiares no tenían casa a la que volver y se desentendieron de sus respectivos trabajos. El sueldo medio para estos trabajos en Bolivia es de cuatro euros al día. Bustamante no cree que sus familiares vuelvan a intentar venir a España.
Los 82 bolivianos devueltos ayer a su país en un vuelo desde Barajas pensaron que un crucero de lujo despertaría menos sospechas que un avión repleto de compatriotas apurando los últimos días antes de que se les exija un visado. A partir del domingo, ya no bastará con presentar un billete de vuelta y decir en alto una mentira ensayada muchas veces: "Vengo como turista".[elpais.es]
Casi una familia entera de bolivianos compró 11 billetes en un crucero de lujo para no tener que pasar por el control de Barajas y porque los vuelos a Madrid habían alcanzado precios no mucho más bajos desde que estallara el pánico al visado. Pero Barajas fue la última escala de su frustrado viaje. Antes, habían intentado bajarse en Tenerife, Cádiz, y Valencia. Finalmente, los 82 bolivianos que viajaban en el Sinfonía esperaban poder quedarse en Italia, pero en Génova fueron embarcados en un vuelo a Barajas para viajar desde Madrid directamente a La Paz. Las autoridades italianas corrieron con los gastos.
"Hablé con ellos por última vez al mediodía, antes de que embarcaran, y estaban destrozados. No podían ni hablar", comentó ayer a este periódico Jerson Bustamante, boliviano de 29 años residente desde hace cuatro en Alicante, donde vino a estudiar odontología. Su cuñado, tres sobrinos, cinco primos y dos tíos viajaban en el Sinfonía. "Estuvieron seis meses preparando el viaje. Vendieron sus casas para poder pagar todos los billetes. Se fueron muy ilusionados, pero han pasado una auténtica agonía", explica.
Los 82 bolivianos que embarcaron en el Sinfonía en Brasil, entre 500 turistas, carecían de la documentación necesaria, según las autoridades españolas. Sólo cuatro bolivianos con billete de vuelta fueron autorizados a bajarse en Cádiz. Bustamante insiste en que todos sus familiares habían comprado billete de regreso y tenían su pasaporte en regla.
La esperanza de poder desembarcar en Tenerife, primero, en Cádiz, después, y finalmente en Valencia, y las sucesivas decepciones les han dejado exhaustos. El peor momento fue la escala en Valencia, donde la hermana de Jerson Bustamante esperaba en el muelle a su marido y sus tres hijos de 11, 12 y 16 años, a los que no veía desde hacía un año. "La mayor se desmayó. Lloraban, nos hacían gestos... Fue un momento muy duro. Sólo pudimos saludarles desde lejos y darle a un hombre de la tripulación los casi 2.000 euros que habíamos reunido para que se los entregara a nuestros familiares. Hasta ese día, habían sido bastante optimistas, pero en Valencia les bajó mucho la moral", explica Bustamante.
Su cuñado es agricultor. Sus cinco primos, veterinarios y mecánicos. Su intención era conseguir un trabajo en España y ganar dinero para poder montar luego un negocio en su país. "No querían quedarse aquí para siempre. Mi cuñado, por ejemplo, sólo quería que sus hijos vieran a su madre, que llevaba un año viviendo en Valencia. El plan era quedarse luego unos seis u ocho meses trabajando en España para recuperar el dinero del pasaje y regresar a Bolivia todos juntos", explica Bustamante.
Hoy están ya de vuelta en La Paz. Bustamante confesó ayer que estaba muy preocupado porque sus familiares no tenían casa a la que volver y se desentendieron de sus respectivos trabajos. El sueldo medio para estos trabajos en Bolivia es de cuatro euros al día. Bustamante no cree que sus familiares vuelvan a intentar venir a España.
Los 82 bolivianos devueltos ayer a su país en un vuelo desde Barajas pensaron que un crucero de lujo despertaría menos sospechas que un avión repleto de compatriotas apurando los últimos días antes de que se les exija un visado. A partir del domingo, ya no bastará con presentar un billete de vuelta y decir en alto una mentira ensayada muchas veces: "Vengo como turista".[elpais.es]
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