Los movimientos del suelo electoral son muy lentos en España donde se vota más por sentimiento de pertenencia a unas siglas , a los “mios”, que por racionalidad y gestión. Una base muy firme de los grandes partidos hace que no se den grandes corrimientos. Pero también, y son la clave, existe una franja de votantes que ha superado esa etapa y que decide el voto en función de situaciones, resultados e intereses. Y es esa la que ha variado y esta decidiendo elecciones. Es un porcentaje aún pequeño pero significado y decisivo. El que ha hecho que los puntos de ventaja con que Zapatero ganó en 2008 sean ahora los que le lleva de distancia el PP.
Por supuesto que es la crisis lo que ha provocado el cambio de signo. Pero no la crisis en sí misma sino en como la ha gestionado y gestiona el gobierno. Desde su negativa aquella a reconocer su existencia hasta este optimismo avestrucista empeñado en ocultar la realidad a base de ensoñaciones futuristas. Sobre todo flota la cada vez más vacua personalidad y filosofía del presidente y a su pies se mueve cada más erráticamente, un gobierno en pleno desconcierto.
Si el primer gabinete de la nueva legislatura estaba socarrado a los pocos meses de empezar a ejercer este segundo no ha durado ni siquiera unas semanas y la entrada de los pretendidos revulsivos sólo ha hecho que empeorar la cohesión, crear aún mas disfunciones y trasmitir la sensación de que amen de más que dudosa idoneidad andan cada cual a su bola y sin dar pie con ella.
Más que un gobierno lo que toma cuerpo es una imagen de batiburrillo de ministros y ministras que se mueven sincopadamente y en diferentes direcciones . Como pollos sin cabeza, vamos. Hay varios que ni se sabe bien en que consiste su trabajo. Y ahora, además, hay claros síntomas de guerras intestinas, de zancadillas y rivalidades apenas disimuladas. Y encima Maria Teresa Fernández de la Vega ya no es lo que era, ni manda lo que mandaba ni se le hace caso que se la hacía. La privanza se ha desplazado hacia Elena Salgado y ya hay competición hasta en el vestuario.
Parlamento y partido no andan mucho mejor. José Antonio Alonso y Leire Pajin son los sustitutos de Rubalcaba y Blanco. El primero al menos tenía un buen segundo: Ramon Jáuregui, pero el empellón hacia el parlamento europeo y la entrada del joven Madina ha supuesto, por ahora, un verdadero fiasco. Las levitaciones de Leire acabaron con la campaña y se duda de que vaya a dirigir al siguiente. El calendario no pinta bien: primero catalanas, donde el poder puede volar y luego municipales y autonómicas donde pueden perder capitales y grandes municipios e incluso alguna autonomía hasta hoy intocable, mientras que el PP mantiene una gran firmeza en sus bastiones.
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