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Vinieron en busca de una vida mejor. Llegaron como mano de obra de un trabajo, el del campo, que otros no lo querían. Ahora sobreviven como pueden en campamentos insalubres, "como ratas", y sin que nadie, ni la administración ni los empresarios, ni nadie, les preste la más mínima atención.
Sus campamentos se encuentran en los alrededores de las localidades freseras, como Lepe, la de los chistes. Pero no se pueden hacer bromas con su situación. Mohamed Kadari, inmigrante maliense de 28 años, habla en nombre de sus compañeros intentando explicar la situación en que se encuentran estas personas: "Es muy duro, estamos luchando cada día por sobrevivir".
Para colmo, la mayoría los considera 'ilegales', como si no tuvieran derechos. Y, sin embargo, muchos de ellos tienen toda su documentación en regla. Pero parece que tampoco tienen derechos. Ni trabajo. Después de casi diez años en España, Mohamed Kadari asegura que nunca se ha visto en una situación como ésta, viviendo entre los muros ruinosos de una antigua fábrica de muebles que se incendió en Lepe en los años 80, en cuya planta baja, para protegerse del sol, se han instalado varias chabolas de cartón y plástico.
En este campamento sobreviven como pueden unas cien personas. No es el único. Sólo en Lepe, según datos de Cáritas, son alrededor de 700 los inmigrantes que viven en diferentes asentamientos. También los hay en Moguer. Y en otros pueblos de la zona. Algunos de estos asentamientos llevan meses en pie. Otros fueron derribados en primavera por orden de la Subdelegación del Gobierno, aunque la mayoría fueron levantados pocos días después de ser echados abajo.
"La gente del campamento no quiere sólo que se le dé comida. Queremos trabajar para ganarnos la comida", sostiene Kadari, que lamenta que sólo ha trabajado cuatro meses en el último año recogiendo fresas, a pesar de ser oficial de primera de construcción y ferrallista.
El portavoz de los inmigrantes del asentamiento sabe que lo tienen "muy difícil". "Todo está muy mal, pero nosotros no sabemos cómo vamos a pasar la vida, porque nadie nos quiere dar una casa si no tenemos trabajo para pagar el alquiler".
En uno de los campamentos, el situado en 'El Corchuelo', Cáritas tuvo que atender la semana pasada a 24 inmigrantes malienses que llevaban varios días sin comer.
Vinieron en busca de una vida mejor. Llegaron como mano de obra de un trabajo, el del campo, que otros no lo querían. Ahora sobreviven como pueden en campamentos insalubres, "como ratas", y sin que nadie, ni la administración ni los empresarios, ni nadie, les preste la más mínima atención.
Sus campamentos se encuentran en los alrededores de las localidades freseras, como Lepe, la de los chistes. Pero no se pueden hacer bromas con su situación. Mohamed Kadari, inmigrante maliense de 28 años, habla en nombre de sus compañeros intentando explicar la situación en que se encuentran estas personas: "Es muy duro, estamos luchando cada día por sobrevivir".
Para colmo, la mayoría los considera 'ilegales', como si no tuvieran derechos. Y, sin embargo, muchos de ellos tienen toda su documentación en regla. Pero parece que tampoco tienen derechos. Ni trabajo. Después de casi diez años en España, Mohamed Kadari asegura que nunca se ha visto en una situación como ésta, viviendo entre los muros ruinosos de una antigua fábrica de muebles que se incendió en Lepe en los años 80, en cuya planta baja, para protegerse del sol, se han instalado varias chabolas de cartón y plástico.
En este campamento sobreviven como pueden unas cien personas. No es el único. Sólo en Lepe, según datos de Cáritas, son alrededor de 700 los inmigrantes que viven en diferentes asentamientos. También los hay en Moguer. Y en otros pueblos de la zona. Algunos de estos asentamientos llevan meses en pie. Otros fueron derribados en primavera por orden de la Subdelegación del Gobierno, aunque la mayoría fueron levantados pocos días después de ser echados abajo.
"La gente del campamento no quiere sólo que se le dé comida. Queremos trabajar para ganarnos la comida", sostiene Kadari, que lamenta que sólo ha trabajado cuatro meses en el último año recogiendo fresas, a pesar de ser oficial de primera de construcción y ferrallista.
El portavoz de los inmigrantes del asentamiento sabe que lo tienen "muy difícil". "Todo está muy mal, pero nosotros no sabemos cómo vamos a pasar la vida, porque nadie nos quiere dar una casa si no tenemos trabajo para pagar el alquiler".
En uno de los campamentos, el situado en 'El Corchuelo', Cáritas tuvo que atender la semana pasada a 24 inmigrantes malienses que llevaban varios días sin comer.
3 Comentarios
...Piensalo mucho antes de discriminar a un ser,porque¿sabes quienes fueron tus antepasados? y ¿con quienes o con que nos tocara pasar en el futuro?
¡Santiago cierra España!