Lo políticamente correcto es hablar bien de la inmigración, afirmar que llegaron para pagarnos las pensiones y que la multiculturalidad es algo bueno para los españoles… hasta que nos toca el bolsillo y el puesto de trabajo. Es lo que ha ocurrido en Jerez, donde un grupo de treinta trabajadores en paro se concentraron durante la mañana de ayer a las puertas de las obras del futuro complejo de Ikea, en la carretera del Calvario, con el propósito de denunciar que “la mayoría de los obreros que allí trabajan son extranjeros”. Esta denuncia la hicieron ayer después de que, desde hace un año -cuando dieron comienzo las obras-, “la alcaldesa Pilar Sánchez asegurase que un 84% de los trabajadores de la plantilla serían de Jerez”, según afirmaron los concentrados. “La mayoría de los trabajadores que están ahí son extranjeros y vienen a quitarnos el trabajo. No pedimos que los echen pero sí que contraten a una mayoría de Jerez y luego a ellos”, aseguró ayer ante los accesos a la obra Raimundo P. A., uno de los parados que se mantuvo desde primera hora de la mañana junto a la puerta de entrada de los camiones.
Según comentan estos parados, no se trata de la primera obra en la que ocurre esto. “Estamos cansados de ver cómo en todas las obras que la Junta de Andalucía hace en Jerez, la mayoría de la mano de obra es extranjera. ¿Y quién se preocupa por nosotros?”, se pregunta uno de los concentrados.
Mientras este grupo de desempleados sigue agarrado a las vallas, un encargado de la seguridad laboral de la obra lleva a los trabajadores de la plantilla unas mascarillas. “Esto lo hacen hoy porque estamos aquí nosotros, pero lo normal es que no cumplan el contrato laboral de esos extranjeros”, asegura Miguel Matías, uno de los obreros concentrados.
Según comentan estos parados, no se trata de la primera obra en la que ocurre esto. “Estamos cansados de ver cómo en todas las obras que la Junta de Andalucía hace en Jerez, la mayoría de la mano de obra es extranjera. ¿Y quién se preocupa por nosotros?”, se pregunta uno de los concentrados.
Mientras este grupo de desempleados sigue agarrado a las vallas, un encargado de la seguridad laboral de la obra lleva a los trabajadores de la plantilla unas mascarillas. “Esto lo hacen hoy porque estamos aquí nosotros, pero lo normal es que no cumplan el contrato laboral de esos extranjeros”, asegura Miguel Matías, uno de los obreros concentrados.
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