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Concentrar todos los esfuerzos para controlar la llegada de inmigrantes en las fronteras nacionales no es recomendable según los profesores e investigadores que participan en el congreso que acoge desde ayer la Facultad de Sociología. Los expertos consideran fundamental que los Estados europeos y el resto de las naciones desarrolladas cooperen con los países de procedencia de los inmigrantes, aunque advierten de que constituye un grave error ofrecer incentivos económicos a cambio de colaboración
PABLO LÓPEZ | A CORUÑA Más de 400 profesores e investigadores de diferentes nacionalidades debatieron ayer en la facultad de Sociología acerca de las políticas para controlar la emigración. La peligrosidad de premiar económicamente a los países que colaboran con la Unión Europea en el control de los flujos migratorios y la denuncia de los Estados que priman el control de sus fronteras sobre los derechos humanos fueron las principales conclusiones de unas jornadas en las que también participaron numerosos estudiantes de la Universidad.
Los expertos que impartieron las diferentes clases magistrales coincidieron al señalar que el principal problema de la Unión Europea para controlar la llegada de inmigrantes es la ausencia de una política común para todos los estados miembros. Los sociólogos, sin embargo, recordaron que Europa ya trabaja en la elaboración de una normativa común y que los tiempos en los que algunos países se desentendían del problema y otros -como los mediterráneos y los que cuentan con una frontera con naciones del Este- debían hacer todo el trabajo están próximos a su fin.
Los sociólogos que participaron en las jornadas también analizaron el fracaso de las políticas de vigilancia de fronteras en los países que consideraron que un incremento de la vigilancia policial y militar de los lindes nacionales bastaría para frenar la llegada de extranjeros.
Los subsaharianos que llegan a las islas Canarias debido al incremento de la vigilancia en el estrecho o los mexicanos que caminan durante días por el desierto a 42 grados con la esperanza de llegar a Estados Unidos son dos ejemplos de que un férreo control de pasos y caminos sólo sirve para que los inmigrantes tomen otras rutas que resultan más peligrosas.
"El control de las fronteras sólo ha servido para desviar los flujos y para que los inmigrantes tomen ahora rutas más peligrosas", explicó la profesora del Colegio de la Frontera Norte de Tijuana María Eugenia Anguiano, que disertó sobre los flujos migratorios en las fronteras mexicanas.
El control de las fronteras no es lo único que ha fracasado en la lista de medidas para ordenar el fenómeno migratorio. Algunos de los investigadores que acudieron ayer la Facultad de Sociología, a pesar de apoyar la cooperación entre países, advirtieron el peligro de ofrecer compensaciones económicas a los Estados subdesarrollados que se preocupen por evitar la salida de sus ciudadanos hacia otras naciones.
El profesor de Ciencia Política de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona Ricard Zapata fue uno de los que se mostró más preocupado por este problema y no dudó en afirmar que algunos países subdesarrollados incentivan la salida de sus ciudadanos con la esperanza de recibir ayudas cuando éstos supongan un problema en el mundo occidental. La solución, según este profesor, pasa por que los Estados repartan las ayudas al desarrollo sin primar a aquellos países que envían inmigrantes a sus territorios.
Las ayudas económicas al desarrollo, dicen los críticos con las compensaciones, deben repartirse con el fin de mejorar las condiciones de los Estados más pobres y no como pago por la cooperación de estos estados en el control de los flujos migratorios.
Otro de los errores que cometen los países europeos en general y España en particular es considerar que el fenómeno migratorio está exclusivamente ligado al ámbito laboral y al deseo de ciudadanos de otros estados por encontrar un trabajo en Europa.
Esta forma de pensar puede llegar a permitir un control más eficaz de los extranjeros que emigran con la intención de buscar empleo y sueldo, pero, tal y como afirmaron algunos de los sociólogos que debatieron en la facultad, dificulta enormemente la reunificación familiar o, lo que es lo mismo, la llegada de los parientes cercanos de los inmigrantes que trabajan en España o en otro Estado de la Unión Europea.
Los investigadores que impartieron charlas durante la jornada de ayer mencionaron que la crisis económica ha tenido una consecuencia directa sobre los fenómenos migratorios. Las noticias sobre el paro y sobre la pérdida de poder adquisitivo en los países occidentales hace que lleguen menos extranjeros e incluso provocan que algunos de los que han venido decidan regresar a su patria.
Esta situación se nota también en la ciudad, donde las asociaciones que se dedican a prestar ayuda a los inmigrantes han detectado un descenso en el número de extranjeros a los que asesoran cada mes.
Los ponentes del congreso sobre las migraciones destacaron que los inmigrantes rumanos son los más numerosos en España, pues conforman una colonia de 800.000 personas. Los siguientes países más representados en el territorio nacional son Marruecos, Ecuador y Colombia.
La asociación de las migraciones con fenómenos como el terrorismo, el crimen organizado y el narcotráfico fue otro de los temas a debate durante las sesiones celebradas ayer en las aulas de la Facultad e Sociología. Algunos ponentes advirtieron a sociólogos y universitarios de que los ciudadanos de a pie no son los únicos que en ocasiones desconfían de los extranjeros, pues existen casos de países, como Estados Unidos, para los que el control de inmigrantes se enmarca dentro de los programas para la seguridad nacional.
Programación cultural
Los debates y las conferencias sobre política y emigración no son las únicas actividades en las que pueden participar los asistentes al VI Congreso sobre las Migraciones en España que acogerá la Facultad de Sociología hasta el próximo sábado. Profesores, investigadores y alumnos tienen la oportunidad de conocer cómo expresiones culturales como el cine y la literatura han retratado a aquellos que se han visto obligados a abandonar su país para encontrar trabajo o para refugiarse de guerras civiles y regímenes totalitarios.
Los que visionen películas como La clase, de Laurent Cantet; La fortaleza, Fernand Melgar; o Mulleres na raia, de Diana Gonçalves; escucharán los comentarios de catedráticos y críticos cinematográficos que moderarán las charlas que se iniciarán al término de cada una de las proyecciones.
La organización también ha previsto una serie de actividades que tienen como objetivo mostrar la estrecha relación entre la comunidad gallega y el fenómeno de la emigración. Paneles y fotografías permitirán que los asistentes recuerden los difíciles años en los que España era un país de salida y no de llegada.
Los directores del congreso esperan que, al finalizar la jornada del sábado, hayan pasado por las aulas de la Facultad de Sociología 353 personas, de las cuales 147 serán profesionales, 128 estudiantes y 78 miembros de comités.
La primera jornada celebrada ayer fue un éxito de asistencia, pues casi todas las aulas en las que se impartieron conferencias completaron su aforo.
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