- Diario de Mallorca
MAR FERRAGUT. PALMA.
Las migraciones tienen un ritmo. Primero, viene un solo miembro de la familia. A ver qué se cuece en la próspera Europa y a enviar parte del sueldo al país de origen, donde se han quedado cónyuges, hijos y padres. Una vez conseguido el empleo y el correspondiente permiso, el segundo paso es renovarlo. Después, llega el momento de la reagrupación, un nombre técnico para algo tan natural como traer a tu familia a vivir contigo. Ése era el ritmo habitual. Era. Desde hace unos años llegan menos inmigrantes y cada vez menos alcanzan a ese último punto del proceso. Optan por un ´mejor no vengáis´. Tal y como está el patio en España emigrar se puede convertir en salir del fuego para caer en las brasas.
La crisis económica sumada a los cambios introducidos en la Ley de Extranjería y a las distintas regularizaciones de los años precedentes, han cambiado el ritmo de los flujos migratorios. Según ha constatado el Observatorio Balear de la Inmigración, dependiente de la conselleria de Asuntos Sociales, Promoción e Inmigración, las reagrupaciones familiares se han reducido, en algunos casos hasta un 60%.
Para entender bien estas cifras, en primer lugar hay que tener claro las fases y la burocracia casi infinita que conlleva todo lo relacionado con extranjería. Cuando una persona de fuera de la Unión Europea lleva un año residiendo en nuestro país con los papeles en regla y una vez que se le ha autorizado la prórroga, puede pedir la reagrupación ´inicial´, por la que puede traerse a ascendientes, descendientes y cónyuges. Entre enero y mayo de 2009 hubo 806 reagrupaciones en Balears; en los mismos meses del presente año se han reencontrado 607 familias: un 24,7% menos. En este caso, además de la adversa situación económica, también ha afectado la modificación de la Ley de Extranjería aprobada en diciembre del año pasado, que restringía la llegada de los progenitores si tenían menos de 65 años.
Una vez que los parientes ya han aterrizado aquí, uno no puede relajarse. La burocracia continúa, más o menos dependiendo del país de origen. Normalmente, toca ir renovando la reagrupación de forma anual cada dos años. Estos permisos para que las familias migradas que llevan uno o dos años viviendo aquí puedan quedarse han aumentado considerablemente: se han multiplicado por cinco, llegando a las 1.587 desde enero hasta mayo de 2010 frente a las 304 del mismo periodo del 2009. En este caso, la razón se halla en el proceso de regularización de personas inmigrantes llevado a cabo por el Gobierno entre febrero y mayo de 2005. Los efectos de esta regulación también se nota en el incremento de permisos permanentes de residencia (un 338% más este año que el pasado).
A los tres años de llegar la familia, ya se puede solicitar la reagrupación permanente (y definitiva). Y es en este punto del proceso donde se nota el bajón más pronunciado. Basta ver las 113 solicitudes registradas en mayo de 2009 frente a la escasa decena de mayo de 2010. En total, la caída de permisos permanentes ha sido de un 63%, pasando de las 456 solicitudes de 2009 a las 169 de este año.
El ritmo migratorio está cambiando hasta el punto que no sólo se ha notado el frenazo en la llegada, también en el incremento de los que emprenden el camino de vuelta. En 2008, 76 inmigrantes volvieron desde Balears hasta su país de origen con el plan de retorno voluntario. En 2009, fueron ya 455. En 2010 ha aumentado tanto la demanda (134 sólo en tres meses) que Cruz Roja ha paralizado el programa por falta de fondos.
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