Esta semana conocimos los datos publicados por la Agencia Tributaria Española, según los cuales el 60 % de los asalariados en nuestro país percibe menos de 1282,80 euros brutos al mes, lo que significa que 10.434.641 asalariados ingresan menos de dos veces el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), situado en 641,40 euros mensuales.
De ellos, más de la mitad (más de 5 millones) perciben incluso unos ingresos que se sitúan como media en 6.603 euros anuales, por debajo del salario mínimo, lo que se explica porque no tienen trabajo durante todo el año, sino sólo unos meses.
En los últimos años, cada vez son más los trabajadores que ganan menos de 1000 euros mensuales. En 2004 el el 53,6% de los asalariados cobraba menos de dos veces el SMI; el año 2009 este porcentaje había ascendido hasta el 57,5% de los asalariados, pero el año pasado -últimos datos publicados- la proporción de mileuristas ya se situaba en el 57,9%.
Estas cifras nos hablan de la realidad de una crisis económica y social que no sólo se traduce en un masivo número de desempleados –cinco millones actualmente- sino también en unos recortes salariales que van en preocupante aumento.
Las cifras proporcionadas por la Agencia Tributaria son fidedignas debido a que la información que proporcionan procede de las declaraciones fiscales correspondientes a cada ejercicio.
A medida que aumenta el número de mileuristas baja también la cantidad de asalariados que declaran a Hacienda rentas superiores a diez veces el salario mínimo.
En 2010, sólo había 156.000 trabajadores por cuenta ajena con ingresos superiores a diez veces el SMI, apenas el 0,9% del conjunto de asalariados. En 2009, esta cifra era de168.218 mientras que en 2008 eran 199.200 los asalariados con rentas diez veces mayores que el SMI.
En 2010, el sueldo medio de un asalariado estuvo en torno 19.113 euros, casi igual que en 2009.
Los bajos salarios afectan fundamentalmente a los más jóvenes. La mayoría de ellos son mileuristas. El salario medio de los menores de 18 años se sitúa en 4.108 euros anuales. Los trabajadores con edades comprendidas entre los 19 y los 25 cobran por término medio un suelo por debajo de los 7617 euros. Por último, los jóvenes entre 26 y 35 años perciben unos ingresos medios de 16121 euros.
Otro aspecto que llama la atención en la distribución salarial es su sesgo sexista. El número de mujeres que cobran sueldos por debajo de los mil euros mensuales es prácticamente el doble que el de varones.
Por otro lado, los salarios más altos se pagan en la industria financiera y en los seguros (34.075 euros como media) y los más bajos en la agricultura (apenas 6.320 euros anuales).
Estos números que se desprenden del estudio de la Agencia Tributaria resultan especialmente alarmantes cuando tenemos en cuenta que el Salario Mínimo Interprofesional en España es, además, uno de los más bajos de la Unión Europea.
Según los datos extraídos de la Oficina Estadística Comunitaria (Eurostat), en 2008 Luxemburgo tenía el SMI más elevado entre los socios europeos, situado en 1610 euros, seguido de Irlanda (1462 euros), Países Bajos (1357 euros) y Bélgica (1336 euros). Estos datos contrastan con los paupérrimos 600 euros del SMI español en ese mismo año.
En nuestro país, algunos partidos políticos como Izquierda Unida o Izquierda Anticapitalista han venido reclamando en los últimos tiempos una subida considerable del Salario Mínimo Interprofesional para equipararlo al salario medio de los países de la Unión Europea.
Así, en la última campaña política con motivo de las elecciones del 20-N, Izquierda Unida recogía en su programa esta propuesta y proponía un SMI de 1100 euros, además de la creación de un Salario Máximo Interprofesional y la reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales.
Por su parte, Izquierda Anticapitalista proponía la ampliación del SMI a 1200 euros.
Organizaciones como ATTAC también han insistido en la importancia y la necesidad de establecer un SMI de rango europeo.
La elevación del SMI no es un asunto de poca importancia, pues se trata de un instrumento de política económica que permite, entre otras cosas, la reducción del trabajo mal pagado y de la explotación y la reducción de la dependencia en las ayudas estatales de los que perciben salarios más bajos.
Un SMI más elevado, por tanto, incentiva unas condiciones laborales más justas para todos, una reducción de la pobreza y una reactivación de la actividad económica en general.
People of Europe, rise up!
-Crisis y revolución en Europa-
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