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Hace menos de una semana, el economista Santiago Niño Becerra aseguraba en su blog de La Carta de la Bolsa que no se puede culpar a nadie de la situación económica actual. En todo caso, habría que acusar a todo el mundo: a los humanos, por su deseo de querer ir a más y tener más y a las entidades financieras, "por conceder a los humanos la capacidad de endeudamiento porque había que crecer".
Este viernes desgrana en su blog las razones de la crisis, de por qué está pasando lo que está pasando y, sobre todo, de lo que espera a países como España. En definitiva: crecimiento limitado a áreas concretas, desempleo estructural elevado y escasez permanente de recursos.
En línea con lo citado anteriormente, el catedrático de Estructura Económica de la Universidad Ramón Llull, piensa que si el mundo está donde está es porque "a principios de los 90 inició una espiral de crédito-endeudamiento" para seguir creciendo a mayor nivel de lo que lo hacía. Pero esa espiral, añade, "estuvo respaldada en unos activos cuyo valor el planeta (léase el mercado o el poder económico) se inventó".
Cuando lo que Niño Becerra llama el binomio crédito-endeudamiento se agotó, todos los actores involucrados, entidades financieras, Estados, empresas, ayuntamientos, familias, pagaron las consecuencias. Y, para tratar de poner solución a tal "desaguisado", se optó por un mayor endeudamiento, lo que en opinión del economista "produjo un pseudocrecimiento virtual, ficticio, ilusorio, y la deuda que se arrastraba, evidentemente siguió a nuestras espaldas".
El error fue precisamente querer endeudarse más cuando la capacidad para ello ya estaba "agotada". Ese modo de actuar sólo condujo a registrar "unos déficits monstruosos, mientras que la deuda antigua seguía presente".
La deuda no se podrá pagar
La deuda nueva, por su parte, siguió en aumento. "Pero al déficit se le puso freno". "Había que reducirlo, explica Niño Becerra, pero casi no se crecía porque la fuente de crédito estaba seca y la capacidad de endeudamiento agotada, las recaudaciones fiscales estaban limitadas". En este contexto, lo único que tenía recorrido "eran las tijeras de podar gasto público".
Mientras el crecimiento se ralentizaba en la mayoría de economías, otras como la alemana, continuaron creciendo, "porque se dedicaron a exportar lo que otros países les compraron gracias a los estímulos que pusieron en marcha sus Gobiernos".
¿Qué ocurrió con Estados Unidos? La primera economía del mundo "continuó estimulando porque el resto del mundo se lo permitió al creer que al recuperarse tiraría de él", señala Niño Becerra. Y añade: "También porque imprime unos papeles en los que el resto del mundo decidió hace tiempo refugiarse y eso, de momento, sigue haciendo".
En algún momento alguien creyó que con reformas estructurales se empezaría a salir del túnel, pero Niño Becerra recuerda, una vez más, que hay que asumir una vez por todas que "no se puede pagar todo lo que se debe, nadie puede hacerlo".
Si alguien piensa que "si la competencia crece, si se liberaliza el mercado de trabajo y si el modelo de protección social se redefine", se crecerá, "se equivoca". Este razonamiento "no contempla los efectos de la ineludible limpieza que hay que hacer en las entidades financieras, ni incorpora a su análisis el hecho de que los recursos son limitados".
¿Qué nos espera?
Tendrá que pasar una década más o menos, para que se forme y se consolide un nuevo modelo, asegura Niño Becerra. "Y no, no será nada parecido a lo que teníamos, será otra cosa: habitualmente lo que se va para no volver, no vuelve: nunca en las crisis sistémicas".
Y mientras, ¿qué nos espera durante el camino? "El crecimiento va a estar limitado a áreas concretas y en una situación de escasez permanente de recursos, por lo que el desempleo estructural será muy elevado", del orden del 16%, ha apuntado más de una vez.
En este escenario, tampoco se va a poder mantener el nivel de Estado de Bienestar actual. "Los estándares de vida -renta, protección- se reducirán, muchas empresas inviables por su producción ya no necesaria cerrarán, y gran parte de la deuda no se pagará". Ello tendrá "hondas repercusiones en un sistema financiero que habrá que reformar desde sus cimientos".
Lo que queda claro, para Niño Becerra, es que habrá que hacer "borrón y cuenta nueva". "Buscar otro modelo, otra forma de hacer, otra estructura organizativa". Y para que se consolide serán necesarios diez años más.
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