Hoy, España está diezmada por la crisis. Su economía sufre su segunda recesión en apenas cuatro años, por lo que desde el Gobierno se adoptaron políticas de recortes en diferentes sectores como salud y educación, pese al rechazo popular que han despertado los ajustes fiscales.
Las cifras son el reflejo del drama social: España, junto con Grecia, sufre la tasa más alta de desempleo (26%) de la Unión Europea, la cual se sitúa en el 11%. Y en términos generales, en la zona euro hay 18,715 millones de personas sin trabajo.
En este contexto de crisis económica profundizada por el drama del desempleo, esta bumanguesa soltera y sin hijos asegura que el panorama pinta mal y en su opinión, corre el riesgo de empeorar.
“La verdad que no es nada esperanzador, cada vez se incrementa la tasa del paro… esto es la lacra del país y cada vez más casos de corrupción y malas gestiones del Gobierno”, admite esta auxiliar de vuelo de 30 años al referirse a la situación en la nación ibérica a donde emigró hace 11 años.
Según ella, el escepticismo se palpa entre los ciudadanos y las perspectivas de los próximos años no ayudan a levantar el ánimo: mayores impuestos, menores salarios y déficit de empleos.
“Se respira un ambiente de pesimismo entre la sociedad española, que cada vez mas evita hacer gastos innecesarios. Se restringen ahora de todo los caprichos que antes se podían permitir por el miedo a la crisis”, dice Paola, quien goza desde hace dos años de la nacionalidad española.
Sin embargo, su nuevo estatus no le ha sido de ayuda a la hora de encontrar empleo. Lleva siete meses tocando puertas en aerolíneas sin éxito alguno.
Afirma, que con los 400 euros (unos $969.6000) que recibe de subsidio del Gobierno español por su condición de desempleada, se cubre gran parte de los gastos.
Se paga el alquiler de una habitación, se hace a un mercado austero, teniendo en cuenta que vive en un pueblo donde el costo de vida es más barato y por ser pequeño puede movilizarse caminando.
Paola vive en Tarragona, una ciudad del sur de la provincia de Cataluña, también llamada Catalunya, en la frontera con Francia. Allí se estima que hay cerca de 670 mil personas sin trabajo.
*Nombres cambiados por petición de los entrevistados.
Suicidios y desalojos: una realidad trágica
En este difícil contexto que afrontan miles de familias españolas cuyo estilo de vida pasó del confort a las penurias económicas, se evidencia la cara más cruel de la crisis: los suicidios.
Expertos mentales en ese país destacan que nueve personas se suicidan cada día en España; y tres por culpa de la crisis económica.
Respecto del fenómeno del suicidio, el investigador Jerónimo Ríos Sierra, quien reside en España, señala que “sin tapujo alguno, el desencadenante de muertes fruto de la situación de asfixia económica que sufren muchas personas en España es un “asesinato del capitalismo” en toda regla.
A su juicio, mientras el Gobierno español rescata a los bancos con millones de euros, deja a la deriva a los ciudadanos. “La doble inyección multimillonaria sobre el sector bancario en España únicamente ha servido para sanear las cuentas de los bancos tras la falacia de que, en último término, ese dinero llegaría a la población española”, subraya el experto consultado.
Por su parte, la joven desempleada Paola* critica que “las ayudas solo sean para las entidades bancarias, con reducciones a los funcionarios privándoles de sus pagas dobles y 5% de reducción de su salario” y además considera que recortes en salud y educación incrementado la edad para la jubilación, y los derechos laborales que por años se ha luchado a punto de tener reformas que no ayudan para nada al ciudadano”.
Los desalojos de sus hogares de aquellos que pagan la hipoteca porque están sin trabajo se convirtieron en la cara más visible de la crisis de España.
Lo que resulta más preocupante, el 34% de los suicidios en España es causado por los desahucios o desalojos hipotecarios, que suman unos 500 al día, según los datos de la organización Stop Desahucios.
Desde el inicio de la debacle financiera en 2008, se han realizado más de 400 mil ejecuciones hipotecarias en España, que dejaron en la calle a miles de personas con una deuda de por vida. Y lo que es peor, otras 200.000 están a la espera de que se ejecute la orden.
A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos y en muchos países europeos y latinoamericanos, en España quienes no pagan su hipoteca no pueden sencillamente entregar su inmueble a los bancos para saldar la deuda (la llamada “dación en pago”), sino que deben responder por la totalidad del préstamo con intereses incluidos.
Para el investigador Jerónimo Ríos Sierra, la situación en comparación con hace dos años se resume en: “mayor precarización, más empobrecimiento y mayor desprotección por parte del Estado”.
En este difícil contexto que afrontan miles de familias españolas cuyo estilo de vida pasó del confort a las penurias económicas, se evidencia la cara más cruel de la crisis: los suicidios.
Expertos mentales en ese país destacan que nueve personas se suicidan cada día en España; y tres por culpa de la crisis económica.
Respecto del fenómeno del suicidio, el investigador Jerónimo Ríos Sierra, quien reside en España, señala que “sin tapujo alguno, el desencadenante de muertes fruto de la situación de asfixia económica que sufren muchas personas en España es un “asesinato del capitalismo” en toda regla.
A su juicio, mientras el Gobierno español rescata a los bancos con millones de euros, deja a la deriva a los ciudadanos. “La doble inyección multimillonaria sobre el sector bancario en España únicamente ha servido para sanear las cuentas de los bancos tras la falacia de que, en último término, ese dinero llegaría a la población española”, subraya el experto consultado.
Por su parte, la joven desempleada Paola* critica que “las ayudas solo sean para las entidades bancarias, con reducciones a los funcionarios privándoles de sus pagas dobles y 5% de reducción de su salario” y además considera que recortes en salud y educación incrementado la edad para la jubilación, y los derechos laborales que por años se ha luchado a punto de tener reformas que no ayudan para nada al ciudadano”.
Los desalojos de sus hogares de aquellos que pagan la hipoteca porque están sin trabajo se convirtieron en la cara más visible de la crisis de España.
Lo que resulta más preocupante, el 34% de los suicidios en España es causado por los desahucios o desalojos hipotecarios, que suman unos 500 al día, según los datos de la organización Stop Desahucios.
Desde el inicio de la debacle financiera en 2008, se han realizado más de 400 mil ejecuciones hipotecarias en España, que dejaron en la calle a miles de personas con una deuda de por vida. Y lo que es peor, otras 200.000 están a la espera de que se ejecute la orden.
A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos y en muchos países europeos y latinoamericanos, en España quienes no pagan su hipoteca no pueden sencillamente entregar su inmueble a los bancos para saldar la deuda (la llamada “dación en pago”), sino que deben responder por la totalidad del préstamo con intereses incluidos.
Para el investigador Jerónimo Ríos Sierra, la situación en comparación con hace dos años se resume en: “mayor precarización, más empobrecimiento y mayor desprotección por parte del Estado”.
‘Generación pérdida’
A diferencia de Luz*, su hija Andrea* no está tan entusiasmada con la posibilidad de volver a Colombia.
“Estoy esperando mi nacionalidad y apenas la tenga, en unos dos años, y si la situación no mejora, no me queda de otra sino devolverme”, pero hasta entonces insiste en que “agotaré todas las posibilidades”.
Esta joven de 27 años de edad, quien fue despedida por reducción de personal en una firma portuguesa de complementos y moda donde trabajó por varios años, reconoce que ahora no tiene algo seguro.
Actualmente trabaja cuatro horas al día por 8 euros ($2.396) la hora en un puerto de promotora, es decir un negocio de captación de público y turistas para locales de ocio, discotecas y restaurantes.
Hace nueve años se instaló en Barcelona pero ahora que su mamá se devuelve para Colombia, reconoce que le va a “tocar duro, pero seguiré en la lucha”. Con un trabajo tan inestable, a la joven bumanguesa le tocó volver a vivir con Luz* porque no podía pagar el alquiler de un piso (apartamento).
Andrea* encaja con el perfil de la llamada ‘generación pérdida’ en España, jóvenes que tienen entre 16 y 29 años, están desempleados y solo cuentan con estudios primarios o de educación secundaria. En la actualidad hay 1,4 millones de españoles bajo esa condición.
A diferencia de Luz*, su hija Andrea* no está tan entusiasmada con la posibilidad de volver a Colombia.
“Estoy esperando mi nacionalidad y apenas la tenga, en unos dos años, y si la situación no mejora, no me queda de otra sino devolverme”, pero hasta entonces insiste en que “agotaré todas las posibilidades”.
Esta joven de 27 años de edad, quien fue despedida por reducción de personal en una firma portuguesa de complementos y moda donde trabajó por varios años, reconoce que ahora no tiene algo seguro.
Actualmente trabaja cuatro horas al día por 8 euros ($2.396) la hora en un puerto de promotora, es decir un negocio de captación de público y turistas para locales de ocio, discotecas y restaurantes.
Hace nueve años se instaló en Barcelona pero ahora que su mamá se devuelve para Colombia, reconoce que le va a “tocar duro, pero seguiré en la lucha”. Con un trabajo tan inestable, a la joven bumanguesa le tocó volver a vivir con Luz* porque no podía pagar el alquiler de un piso (apartamento).
Andrea* encaja con el perfil de la llamada ‘generación pérdida’ en España, jóvenes que tienen entre 16 y 29 años, están desempleados y solo cuentan con estudios primarios o de educación secundaria. En la actualidad hay 1,4 millones de españoles bajo esa condición.
El inmigrante lleva la peor parte
Si bien la coyuntura actual afecta a todos por igual: españoles, extranjeros, jóvenes, adultos, profesionales y quienes no lo son, hay unos que particularmente están llevando la peor parte: los inmigrantes.
“La verdad en esa misma situación hay tantos españoles como inmigrantes que se ven envueltos en una sociedad que en tiempos de auge derrochaba y pedía prestamos para todo y más a los bancos que no ponían freno; ahora ante el desespero, el inmigrante opta por regresar a sus países de origen que al menos se ven arropados por sus familiares”, se lamenta la joven desempleada Paola.
El 35% de la fuerza de trabajo inmigrante en España está desempleado, lo que representa que 1,2 millones de extranjeros están de brazos cruzados, según el Instituto Nacional de Estadística, INE. Incluso, muchos están perdiendo sus derechos de residencia y se enfrentan a la expulsión.
En ese sentido, Jerónimo Ríos Sierra, investigador en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, explica que “en los contextos de crisis económica, por norma general, los peor parados tienden a ser los inmigrantes”.
Y a renglón seguido, describe que España, “fruto de una generación de gran inversión en formación y capacitación, propició que en aquellos escalafones de menor cualificación hubiese un nicho laboral que, por no llenarse con trabajadores españoles, pasó a quedar conformado por mano de obra inmigrante”.
“Hoy en día, dada la difícil tesitura económica y laboral que atraviesa España, muchos españoles se ven en la obligación de volver a puestos de trabajo que hubieran rechazado años atrás y que en su momento ocuparon los inmigrantes”, subraya Ríos Sierra.
La recesión es tal que ha generado una diáspora de inmigrantes, que tienen claro que España no tiene futuro en el corto plazo.
Los que no tienen ni siquiera para pagar el viaje de regreso a su tierra, obtienen una ayuda de “retorno voluntario” gracias a la cual el Gobierno español les paga los tiquetes de avión y un cheque por 1.800 euros, bajo la condición de que no regresen al país europeo en un plazo de tres años.
Por el momento, el tiquete de avión para Luz*, solo tiene marcada la ida.
Al cabo de 12 años de residir en suelo español, esta bumanguesa decidió vender su negocio, un bar restaurante que administraba junto con su esposo español en la ciudad de Barcelona y regresar a su natal, Bucaramanga.
No oculta su desilusión tras el fracaso de su negocio que vendió a unos ciudadanos chinos. Recuerda que los primeros ocho años el bar marchaba muy bien. Pero admite que todo se vino al traste cuando la crisis llevó al Gobierno español a aumentar el IVA del 8 a 21%.
Si bien la coyuntura actual afecta a todos por igual: españoles, extranjeros, jóvenes, adultos, profesionales y quienes no lo son, hay unos que particularmente están llevando la peor parte: los inmigrantes.
“La verdad en esa misma situación hay tantos españoles como inmigrantes que se ven envueltos en una sociedad que en tiempos de auge derrochaba y pedía prestamos para todo y más a los bancos que no ponían freno; ahora ante el desespero, el inmigrante opta por regresar a sus países de origen que al menos se ven arropados por sus familiares”, se lamenta la joven desempleada Paola.
El 35% de la fuerza de trabajo inmigrante en España está desempleado, lo que representa que 1,2 millones de extranjeros están de brazos cruzados, según el Instituto Nacional de Estadística, INE. Incluso, muchos están perdiendo sus derechos de residencia y se enfrentan a la expulsión.
En ese sentido, Jerónimo Ríos Sierra, investigador en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, explica que “en los contextos de crisis económica, por norma general, los peor parados tienden a ser los inmigrantes”.
Y a renglón seguido, describe que España, “fruto de una generación de gran inversión en formación y capacitación, propició que en aquellos escalafones de menor cualificación hubiese un nicho laboral que, por no llenarse con trabajadores españoles, pasó a quedar conformado por mano de obra inmigrante”.
“Hoy en día, dada la difícil tesitura económica y laboral que atraviesa España, muchos españoles se ven en la obligación de volver a puestos de trabajo que hubieran rechazado años atrás y que en su momento ocuparon los inmigrantes”, subraya Ríos Sierra.
La recesión es tal que ha generado una diáspora de inmigrantes, que tienen claro que España no tiene futuro en el corto plazo.
Los que no tienen ni siquiera para pagar el viaje de regreso a su tierra, obtienen una ayuda de “retorno voluntario” gracias a la cual el Gobierno español les paga los tiquetes de avión y un cheque por 1.800 euros, bajo la condición de que no regresen al país europeo en un plazo de tres años.
Por el momento, el tiquete de avión para Luz*, solo tiene marcada la ida.
Al cabo de 12 años de residir en suelo español, esta bumanguesa decidió vender su negocio, un bar restaurante que administraba junto con su esposo español en la ciudad de Barcelona y regresar a su natal, Bucaramanga.
No oculta su desilusión tras el fracaso de su negocio que vendió a unos ciudadanos chinos. Recuerda que los primeros ocho años el bar marchaba muy bien. Pero admite que todo se vino al traste cuando la crisis llevó al Gobierno español a aumentar el IVA del 8 a 21%.
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