Un estudio analiza la integración de los musulmanes en la UE

Un estudio analiza la integración de los musulmanes en la UE
El informe recoge muchas analogías entre el comportamiento migratorio de los musulmanes en Francia y Alemania, y el caso español.

Diarioexterior.com
La Fundación La Caixa acaba de presentar un estudio denominado "La inmigración musulmana en Europa. Turcos en Alemania, argelinos en Francia y marroquíes en España" cuyo objetivo es describir y analizar la experiencia de tres comunidades de inmigrantes musulmanes en Europa: los turcos en Alemania, los argelinos en Francia y los marroquíes en España.

En el libro, realizado por Víctor Pérez-Díaz, Berta Álvarez-Miranda y Elisa Chuliá, se expone la situación actual y las tendencias dominantes de estas comunidades en lo que se refiere a la demografía, la economía, la sociedad, la política y la cultura.

El estudio presenta información análoga amplia sobre cada caso, lo que permite señalar las especificidades y las semejanzas, y extraer conclusiones basadas en la comparación.

Para la elaboración de los casos alemán y francés, los autores han revisado extensamente bibliografía y datos estadísticos, combinadas con estancias de investigación en París (sede del CERI y del Institut de Sciences Politiques) y Essen (sede del Centro de Estudios para Turquía) que han facilitado la recogida de información.

En cuanto al caso español, la revisión bibliográfica ha sido complementada con sendos grupos de discusión de marroquíes hombres y mujeres.

Diferentes modelos de incorporación social

Entre los datos que aporta el trabajo, hay que destacar que, en claro contraste con España, Francia y Alemania comenzaron a recibir masivamente inmigrantes musulmanes hace aproximadamente cincuenta años.

En el año 2002, Alemania contaba entre su población residente con aproximadamente dos millones de ciudadanos turcos, a los que cabría añadir más de 400.000 turcos naturalizados.

Francia, por su parte, registraba en su censo de población de 1999 cerca de 500.000 inmigrantes argelinos, un dato que, al parecer de los autores, está infraestimado ya que muchos de sus miembros se han convertido en ciudadanos franceses por adquisición de la ciudadanía o por nacimiento.

A pesar de responder a modelos de incorporación social de los inmigrantes diferentes, tanto los gobiernos de Francia como de Alemania concibieron en los años cincuenta y sesenta del siglo XX la inmigración como un fenómeno temporal, creyendo que, algún día, los inmigrantes retornarían a sus lugares de origen.

Sin embargo, aun con niveles de desempleo muy superiores (y de ingresos sustancialmente inferiores) a la media de la población autóctona, con problemas de rendimiento educativo y cualificación profesional, e incluso, como sucede en Alemania, con muy escasas posibilidades de participar en política, muchos inmigrantes de procedencia argelina y turca han preferido, a la postre, disfrutar de un nivel de vida por debajo de la media, pero con libertades y oportunidades de progresar económicamente, a reinstalarse en los países de los que vinieron.

La incógnita española

Si los inmigrantes magrebíes que han llegado a España en los últimos años optarán por cursos de acción semejantes, representa hoy una incógnita, a tenor de las conclusiones del informe de La Caixa.

Aunque con una composición demográfica propia de una inmigración reciente en la que predominan los hombres jóvenes solos, los casi 250.000 marroquíes censados en 2001en España presentan algunos rasgos semejantes a los de los inmigrantes musulmanes en Alemania y Francia.

Como en estos países, se aprecia que los inmigrantes musulmanes se concentran en determinadas regiones y ciudades, y dentro de ellas, en ciertos barrios, de forma que en sus tratos sociales prevalece la gente de su misma cultura; también en España, los inmigrantes marroquíes registran altos niveles de desempleo y los que no se hallan afectados por este problema ocupan mayoritariamente puestos laborales que requieren escasa cualificación y cuyo desempeño genera retribuciones relativamente bajas.

Los inmigrantes marroquíes son, además, los peor valorados por los españoles. Así lo perciben ellos, de acuerdo con lo que expresaron en los grupos de discusión efectuados por los autores del estudio, y así lo ponen de manifiesto los españoles en diferentes encuestas de opinión realizadas durante los últimos años.

La difícil integración cultural

Los autores concluyen en su obra que la organización de la convivencia entre la población autóctona de las sociedades secularizadas occidentales y los inmigrantes musulmanes es compleja. Las experiencias de la inmigración musulmana en Francia y Alemania ponen de manifiesto que encontrar el equilibrio entre el respeto al otro y el compromiso firme con los modos de vida y los valores de la propia comunidad dista de ser una tarea sencilla.

Las opciones de Alemania, con una aceptación de las diferencias culturales, con escasa integración social y sin apenas participación política; y Francia con la imposición del modelo laico de ciudadanía universal no han dado resultados satisfactorios, y han generado problemas tanto para los inmigrantes como para las sociedades de acogida.

Además, según los datos ofrecidos por el estudio, las innegables diferencias culturales entre la sociedad de acogida y la comunidad inmigrante se tornan problemáticas en varias dimensiones.

Entre estas dimensiones se incluyen la de la proyección en la esfera pública de las prácticas y las orientaciones normativas propias de la religión islámica, y asimismo la de la aplicación efectiva del principio de la igualdad de géneros.

Necesidad de un debate plural

Según los autores del trabajo, en estas condiciones de diversidad cultural, la convivencia requiere esfuerzos y dosis de tolerancia por parte de todos los implicados. Pero esta tolerancia tendría sus límites en las reglas que rigen en las sociedades de acogida, en las que los inmigrantes, libremente, han decidido instalarse.

En definitiva, el más bien escaso éxito apreciable en las experiencias de varias décadas de convivencia con inmigrantes musulmanes en Alemania y Francia, por una parte, y los indicios de distancias y tensiones ya observables en España, por otra, constituyen una llamada de atención para todos los ciudadanos.

En opinión del estudio, tales circunstancias deberían estimular discusiones coordinadas, en varios niveles (político, académico, social) y con una participación plural, sobre cómo y bajo qué condiciones ordenar, de acuerdo con reglas compatibles con un orden de libertad de tipo occidental, la convivencia con las comunidades de inmigrantes musulmanes, y en particular, con la que es más importante, la de los marroquíes.

Para los autores del informe, es imprescindible que estas discusiones formen parte de un debate público más amplio en torno a cómo afrontar la inmigración en España; un debate en el que se haga frente a cuestiones tales como qué tipo de inmigración se desea, qué costes sociales, económicos y culturales están dispuestos a asumir los países de acogida para obtener las ventajas que la inmigración puede reportar, cómo se quiere integrar a los inmigrantes y qué medios se establecerán para conseguirlo.

A juicio de los investigadores, es sumamente importante que ese debate esté abierto a una pluralidad de voces -incluidas las de los inmigrantes mismos- y que se realice de un modo ponderado y razonable.

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