30 millones de inmigrantes en Europa.

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En Europa hay cinco países que se llevan la palma: Alemania, España, Gran Bretaña, Francia e Italia acogen al 75% de extranjeros que vive en la UE-27. Es decir, a unos 23 millones de un total de 30. Ahora bien, el que proporcionalmente cobija más inmigrantes es España. No hay más que hacer cuentas: nuestro país tiene una población de 45 millones y el 11,6% de población foránea, mientras que Alemania con 82 millones no llega al 9%. Y lo mismo ocurre con Gran Bretaña (61 millones y 6,6%), Francia (64 millones y 5,8%) e Italia (60 millones y 5,8%).

Pese a todo, según los últimos datos de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), España no encabeza el ránking de los destinos preferidos. Ese puesto corresponde a Luxemburgo, residencia de una gran cantidad de funcionarios europeos y empleados de multinacionales. Así se explica que el 43% de su habitantes no tenga nacionalidad luxemburguesa; por lo que respecta al origen, llama la atención que el 37% de los extranjeros provenga de Portugal, por delante de franceses (12,9%) e italianos (9,3%). Esta particularidad se achaca a un control expreso por parte del gobierno luxemburgués: en la segunda mitad del siglo pasado, alentó el asentamiento de inmigrantes católicos y restringió la entrada masiva de turcos que, finalmente, echaron raíces en Alemania.
No cabe duda de que la afinidad entre países (ya sea por una relación colonial en el pasado, proximidad geográfica o una política migratoria favorable) condiciona los flujos de población. De ahí que el 58% de indios que vive en la UE haya elegido Gran Bretaña; lo mismo puede decirse del 80% de argelinos que opta por Francia, el 57% de albaneses que se ha desplazado hasta Grecia o el 83% de ecuatorianos que se ha quedado en España al llegar a Europa.

Un dato curioso: en Suecia, el segundo grupo de inmigrantes más numeroso es el colectivo iraquí (7,6% del total de extranjeros). Igual que en Dinamarca, donde los nacidos en la patria de Sadam Hussein ya suponen el 6,1%. Eso sí, las tornas están cambiando de un tiempo a esta parte. Por un lado, el Gobierno danés se está esforzando en reajustar el equilibrio poblacional: ahora ofrece a los nacionales de países 'no occidentales' unas 100.000 coronas (13.900 euros) si hacen las maletas y regresan a su tierra natal. Nada que ver con Suecia, que ha decidido incentivar todavía más la inmigración de mano de obra. El ministro de Migración y Asilo, Tobias Billström, justifica esta iniciativa porque «una vez que se supere la crisis, la competitividad se exacerbará y queremos estar preparados». Posturas opuestas y una misma tendencia política: tanto el Ejecutivo sueco como el danés son de corte conservador.

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