"Los despidos no son la solución a la crisis"

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Asegura que la economía es sólo cuestión de números y de sentido común, una capacidad que últimamente no se practica. Hermann Simon es el presidente de Simon-Kucher & Partners y experto en estrategia, márketing y fijación de precios. Su experiencia en consultoría y en esas materias le dan el background suficiente para hablar de la crisis y cómo combatirla. De esto habla en su libro "Cómo vencer la crisis, 33 soluciones rápidas para su empresa", el último de los 30 que ha publicado, alguno de ellos best seller mundial. Para este alemán, la culpa de la situación económica mundial la tiene la política monetaria, "en concreto la de Estados Unidos, que desde 1971 se ha dedicado a inyectar capital como medicina contra la crisis".

Y, en el caso español, afirma que la explosión de la burbuja inmobiliaria no deja de ser la crónica de una muerte anunciada con un dramático desenlace. En opinión de Simon, la solución a éste y otros problemas económicos de impacto internacional no pasa por un aumento de los despidos, sino por un ajuste de la capacidad de producción y por flexibilizar el mercado laboral.

En su libro menciona la reducción de costes e ingresos para hacer frente a la crisis. Sin embargo, muchas organizaciones siguen invirtiendo a costa del empleado.
¿Cúal es su recomendación para reaccionar de forma eficaz?

Nos enfrentamos a una crisis basada en la demanda: no se compra. El colapso se produjo tres semanas después de la crisis iniciada por Lehman Brothers; por este motivo las empresas tuvieron que reaccionar muy rápido. Éstas son las que han sobrevivido, y aún así tienen que estar en constante alerta y adoptar una actitud de precaución y flexibilidad para adaptarse a la situación. Sin embargo, la respuesta a la crisis ha sido diferente. Por ejemplo, Estados Unidos ha optado por el despido. Así Boeing redujo su plantilla en un 40% y tras dos años no supuso coste alguno. En Europa, el enfoque alemán de reducir la jornada laboral de una forma flexible ha sido la alternativa a los despidos.

¿Qué medidas profesionales y de negocio propone para acabar con la crisis?


Creo que el modelo que mejores resultados está dando es el alemán, que ya se copia en Estados Unidos, donde se preguntan cómo es posible que en estos momentos en Alemania no se estén disparando las cifras del paro. Flexibilizar la relaciones laborales es una solución, pero tampoco hay que olvidar los costes. El mayor error que se está cometiendo es recortar los precios. Con esta medida se pretende aumentar la demanda, pero no funciona: las empresas siguen generando el mismo volumen, pero la gente no compra porque teme perder su empleo. El miedo supera a un rebaja del 20% en los precios. Según un estudio que hemos publicado, el 63% de las organizaciones españolas participa en una guerra de precios.

¿Cómo afecta eso al empleo?


Pese a los despidos, las organizaciones continúan soportando una carga de trabajo razonable, pero si los salarios no son elevados nos encontramos con una población pobre. Por ejemplo, en Rumanía se paga a tres euros la hora, y lo mismo sucede en países como Vietnam, con una producción elevada pero retribuciones bajas. En España, la carga de trabajo es razonable pero es importante que los salarios se equilibren.

¿Existe ese equilibrio?

No. Y se puede comprobar fácilmente. El paro es demasiado elevado para hacer frente a los pagos del subsidio de desempleo. Esta ecuación no funciona.

¿Cuáles son sus consejos para España?

Por un lado es necesaria una mayor disciplina en relación con el gasto público para evitar llegar a la situación de Grecia. Es una recomendación que hago al presidente del Gobierno, si está dispuesto a hacerme caso. En segundo lugar propongo crear y construir un tejido industrial mucho más fuerte. Cuando España ingresó en la Unión Europea invirtió en el sector automovilístico. Al principio fue interesante, pero ahora ese tejido no es competitivo. Hay que centrarse en otras opciones, como las energías alternativas y, por supuesto, dejar de destinar dinero al ámbito inmobiliario. Por otra parte es interesante invertir en I+D porque proporciona empleos a más largo plazo, pero el problema en España es que el gasto en esta partida es muy limitado. En último lugar, otro aspecto que se debe cuidar tiene que ver con la internacionalización: es necesario cambiar la mentalidad y buscar una orientación exterior. En Alemania la gente empieza a salir al extranjero con 12 años.

La transformación de las empresas, ¿pasa por la incorporación de nuevos directivos?

Es necesario transformar las estructuras y prepararse para el cambio, pero no entiendo el movimiento de aquellas organizaciones que contratan más directivos como la solución para afrontar la crisis y crecer. Me parece bastante extraño. En relación con la gestión de personas nos encontramos ante un problema demográfico serio en Alemania y Francia, pero sobre todo en España. Se necesita atraer inmigrantes con cualificación. El Instituto Tecnológico de India recibe cada año 200.000 solicitudes y sólo 4.000 se gradúan. Tienen un nivel de preparación tan elevado que en cuanto terminan cogen un avión a Estados Unidos, donde les espera un puesto de trabajo. Pero su destino no es ni Alemania, ni Francia, ni España.

¿Cuándo saldrán a la luz los líderes en la sombra?


Durante la crisis, las empresas más débiles desaparecen. Muchas de ellas sobreviven gracias a un ratio de crédito que ya ha expirado. Ahora los bancos están desempeñando una función interesante porque quieren proteger su dinero a base de intereses muy bajos. En los próximos tres años los líderes en la sombra se dejarán ver y se irán haciendo de forma progresiva con el mercado que dejarán esos márgenes.



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