Las llegadas de los inmigrantes de alta cualificación son las que menos caen, mientras que el resto se derrumban. Crece la proporción de extranjeros en los trabajos de más nivel, mientras los menos preparados sufren más el zarpazo del paro.
Fuente: Observatorio Permanente de la Inmigración.
La inmigración está cambiando en la España de la crisis. Con el mercado laboral tiritando y la economía casi en punto muerto, los inmigrantes han dejado de vernos como un destino prioritario para un cambio de vida. España ha ido perdiendo atractivo hasta colocarse entre los países en que más caen las llegadas en todo el mundo. De hecho, en 2010 se registró el primer descenso de población extranjera en décadas. La crisis cierra la puerta, o sólo enseña la de salida.
La crisis ha tenido como efecto más demoledor una exorbitante destrucción de empleo. De los casi cinco millones de parados, más de un millón son de origen extranjero. La mayor exposición de los inmigrantes a sectores que más han sufrido los rigores del desempleo (léase, muy singularmente, construcción) ha pasado factura al colectivo de extranjeros. Con el mercado laboral español patas arriba (o boca abajo, o con los pies por delante…), el perfil de los nuevos inmigrantes (y previsiblemente de los que vengan en el futuro) ha empezado a cambiar.
Más cualificado, menos paro
El paro se ha cebado muy especialmente con los inmigrantes que ocupaban puestos de trabajo de cualificación media y baja. En los años 2008 y 2009, el porcentaje de trabajadores extranjeros con empleos que requieren una menor preparación presentan significativos descensos en relación con el número total de trabajadores de estas categorías [ver gráfico].
El escenario entre los inmigrantes más cualificados es el contrario.
Y es que los mejor preparados están superando el embate de las vacas flacas, o al menos lo soportan en mejores condiciones. Los trabajadores de origen extranjero han incrementado en plena crisis su participación en las ocupaciones de alta cualificación, especialmente en el caso de los ciudadanos de países de la Unión Europa de los 15, según desvela un estudio elaborado por expertos de cuatro ministerios españoles (Trabajo, Interior, Exteriores y Justicia) para la iniciativa de la Red Europea de Migraciones impulsada por la Comisión Europea.
Cambios, sí, pero...
“Esto pone de manifiesto el hecho de que algunos grupos de trabajadores inmigrantes que llevan varios años trabajando en España tienen ahora más oportunidades de mejorar su posición profesional”, apunta el informe coordinado por el Observatorio Permanente de la Inmigración. El número de trabajadores altamente cualificados mantiene su tendencia al alza antes y durante la crisis: los inmigrantes mejor preparados parece estar aprovechando la oportunidad en medio de una coyuntura económica más que complicada.
Con los datos de desempleo desbocados desde hace dos años, el reparto de los trabajos no ha variado sustancialmente. Los españoles parece que han renunciado para siempre a los trabajos más duros y peor remunerados y han dejado paso al inmigrante. "Los datos prueban que la crisis no está provocando sustitución de trabajadores españoles por extranjeros. En casi todas las ocupaciones en las que los españoles pierden ocupados, también los pierden los extranjeros. No está habiendo sustitución", explica Miguel Pajares, profesor de Antropología Social de la Universidad de Barcelona y autor del informe Inmigración y mercado de trabajo.
Menos 'nuevos ciudadanos', pero más preparados
Llegan menos inmigrantes. Sin empleo se esfumó el efecto llamada. La cifra de permisos de residencia y trabajo entregados por la Administración española se ha hundido durante la crisis: desde los 204.000 que se concedieron en 2006 a los menos de 38.600 de 2009. Han descendido las autorizaciones para todo tipo de trabajos, pero lo han hecho de manera desigual. Mientras que los permisos a trabajadores extranjeros de cualificación baja se desplomaron un 78% ese año y los de cualificación media se derrumbaron un 82%, las autorizaciones de alta cualificación descendieron sustancialmente menos, un 33%, y las de investigadores se mantuvieron prácticamente estables [ver Gráfico].
En cualquier caso, en valores absolutos el contingente más abundante sigue siendo el de los peor cualificados: de los 38.600 permisos, 16.300 corresponden a trabajos de baja preparación, un 42% del total. Y es que con independencia de las titulaciones formales (reconocidas o no por la Administración española) con que cuentan los inmigrantes, la mayoría de ellos han acabado ejerciendo las ocupaciones de más baja cualificación y peor retribución. De hecho, varios estudios han confirmado que la sobrecualificación de los inmigrantes es una realidad muy extendida, e incluso generalizada, en varios sectores económicos.
“No parece previsible que en los próximos diez años el mercado de trabajo pueda necesitar inmigrantes para ocupar puestos de baja cualificación, principalmente debido al hecho de que dichos inmigrantes ya está en el país”, advierten los expertos del Gobierno. Pero sí serán necesarios trabajadores extranjeros de mayor cualificación: según un informe del Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional (Cedefop), la demanda de trabajadores altamente cualificados concentrará el 35% del total de empleos, frente al apenas 28% de 2000.
A partir de ahora, por tanto, las políticas en torno a inmigración han de pasar necesariamente por mejorar la formación de los que ya están aquí para que accedan a ocupaciones de mayor cualificación. Pero también es imprescindible acelerar el reconocimiento de las titulaciones que los inmigrantes ya tenían en sus países y que hasta el momento en España no son válidas.
- Expansión.com
Fuente: Observatorio Permanente de la Inmigración.
La inmigración está cambiando en la España de la crisis. Con el mercado laboral tiritando y la economía casi en punto muerto, los inmigrantes han dejado de vernos como un destino prioritario para un cambio de vida. España ha ido perdiendo atractivo hasta colocarse entre los países en que más caen las llegadas en todo el mundo. De hecho, en 2010 se registró el primer descenso de población extranjera en décadas. La crisis cierra la puerta, o sólo enseña la de salida.
La crisis ha tenido como efecto más demoledor una exorbitante destrucción de empleo. De los casi cinco millones de parados, más de un millón son de origen extranjero. La mayor exposición de los inmigrantes a sectores que más han sufrido los rigores del desempleo (léase, muy singularmente, construcción) ha pasado factura al colectivo de extranjeros. Con el mercado laboral español patas arriba (o boca abajo, o con los pies por delante…), el perfil de los nuevos inmigrantes (y previsiblemente de los que vengan en el futuro) ha empezado a cambiar.
Más cualificado, menos paro
El paro se ha cebado muy especialmente con los inmigrantes que ocupaban puestos de trabajo de cualificación media y baja. En los años 2008 y 2009, el porcentaje de trabajadores extranjeros con empleos que requieren una menor preparación presentan significativos descensos en relación con el número total de trabajadores de estas categorías [ver gráfico].
El escenario entre los inmigrantes más cualificados es el contrario.
Y es que los mejor preparados están superando el embate de las vacas flacas, o al menos lo soportan en mejores condiciones. Los trabajadores de origen extranjero han incrementado en plena crisis su participación en las ocupaciones de alta cualificación, especialmente en el caso de los ciudadanos de países de la Unión Europa de los 15, según desvela un estudio elaborado por expertos de cuatro ministerios españoles (Trabajo, Interior, Exteriores y Justicia) para la iniciativa de la Red Europea de Migraciones impulsada por la Comisión Europea.
Cambios, sí, pero...
“Esto pone de manifiesto el hecho de que algunos grupos de trabajadores inmigrantes que llevan varios años trabajando en España tienen ahora más oportunidades de mejorar su posición profesional”, apunta el informe coordinado por el Observatorio Permanente de la Inmigración. El número de trabajadores altamente cualificados mantiene su tendencia al alza antes y durante la crisis: los inmigrantes mejor preparados parece estar aprovechando la oportunidad en medio de una coyuntura económica más que complicada.
La crisis ha hecho que caiga el porcentaje de extranjeros en empleos de cualificación baja y media. Sólo crece su proporción en los puestos de mayor preparaciónSin embargo, y aunque el peso relativo del inmigrante en el total de empleos cualificados está creciendo, para el extranjero parece que siguen reservados los trabajos de menor nivel y peor remunerados. A comienzos de 2010, los extranjeros ocupan sólo el 3,6% de los puestos de trabajos de alta cualificación, el 7,2% de los empleos de cualificación media y el 17,5% de los empleos que requieren menor preparación. Una distribución que la crisis, aunque va modificando, no está trastocando de forma radical.
Con los datos de desempleo desbocados desde hace dos años, el reparto de los trabajos no ha variado sustancialmente. Los españoles parece que han renunciado para siempre a los trabajos más duros y peor remunerados y han dejado paso al inmigrante. "Los datos prueban que la crisis no está provocando sustitución de trabajadores españoles por extranjeros. En casi todas las ocupaciones en las que los españoles pierden ocupados, también los pierden los extranjeros. No está habiendo sustitución", explica Miguel Pajares, profesor de Antropología Social de la Universidad de Barcelona y autor del informe Inmigración y mercado de trabajo.
Menos 'nuevos ciudadanos', pero más preparados
Llegan menos inmigrantes. Sin empleo se esfumó el efecto llamada. La cifra de permisos de residencia y trabajo entregados por la Administración española se ha hundido durante la crisis: desde los 204.000 que se concedieron en 2006 a los menos de 38.600 de 2009. Han descendido las autorizaciones para todo tipo de trabajos, pero lo han hecho de manera desigual. Mientras que los permisos a trabajadores extranjeros de cualificación baja se desplomaron un 78% ese año y los de cualificación media se derrumbaron un 82%, las autorizaciones de alta cualificación descendieron sustancialmente menos, un 33%, y las de investigadores se mantuvieron prácticamente estables [ver Gráfico].
En cualquier caso, en valores absolutos el contingente más abundante sigue siendo el de los peor cualificados: de los 38.600 permisos, 16.300 corresponden a trabajos de baja preparación, un 42% del total. Y es que con independencia de las titulaciones formales (reconocidas o no por la Administración española) con que cuentan los inmigrantes, la mayoría de ellos han acabado ejerciendo las ocupaciones de más baja cualificación y peor retribución. De hecho, varios estudios han confirmado que la sobrecualificación de los inmigrantes es una realidad muy extendida, e incluso generalizada, en varios sectores económicos.
La llegada de nuevos inmigrantes se ha hundido por la crisis. Los permisos de trabajo que menos caen son los de empleos de mayor nivelEsta tónica de mayor peso relativo (sólo relativo) de una inmigración más preparada indica hacia dónde debe orientarse la política de Extranjería de España en los próximos años. Cuando la recuperación económica sea un hecho, España deberá competir con el resto de países desarrollados para conseguir captar a los inmigrantes mejor preparados y cubrir así el déficit de trabajadores que existe en ocupaciones de más alto nivel. Los planes de Alemania de captar ingenieros en el extranjero van en ese sentido.
“No parece previsible que en los próximos diez años el mercado de trabajo pueda necesitar inmigrantes para ocupar puestos de baja cualificación, principalmente debido al hecho de que dichos inmigrantes ya está en el país”, advierten los expertos del Gobierno. Pero sí serán necesarios trabajadores extranjeros de mayor cualificación: según un informe del Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional (Cedefop), la demanda de trabajadores altamente cualificados concentrará el 35% del total de empleos, frente al apenas 28% de 2000.
A partir de ahora, por tanto, las políticas en torno a inmigración han de pasar necesariamente por mejorar la formación de los que ya están aquí para que accedan a ocupaciones de mayor cualificación. Pero también es imprescindible acelerar el reconocimiento de las titulaciones que los inmigrantes ya tenían en sus países y que hasta el momento en España no son válidas.
- Expansión.com
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