El barrio de Son Gotleu, en Palma de Mallorca, es desde hace años un polvorín. La llegada masiva de inmigrantes y el aumento de la población de etnia gitana han desencadenado conflictos constantes con los 12.000 vecinos que habitan en el barrio. La mecha se encendió el pasado domingo por la noche, cerca de la una de la madrugada, con la muerte accidental de un joven nigeriano de 28 años que se precipitó al vacío desde la quinta planta de un edificio de la calle Tomás Rullán.
Según algunos testigos presenciales, los nigerianos señalaron de inmediato a tres gitanos como responsables de la muerte. Los subsaharianos se reunieron y decidieron pasar al contraataque y, poco después de las dos de la mañana, regresaron y comenzó una batalla campal contra un grupo de etnia gitana en la que se vieron envueltas 150 personas. Los subsaharianos, armados con piedras, botellas y objetos contundentes, recorrieron las calles del barrio arrasando con todo lo que encontraban a su paso.
Motos volcadas, coches destrozados, mobiliario urbano destruido, contenedores quemados. Cuando llegaron los antidisturbios, no se arrugaron y les lanzaron objetos desde las ventanas y se enfrentaron física y verbalmente con ellos. Los enfrentamientos duraron tres horas y los agentes tuvieron que recurrir al uso de escopetas y pelotas de goma para controlar los altercados. La operación policial acabó con cinco detenidos. Uno de ellos portaba un hacha.
La tesis defendida por los nigerianos se desvaneció con la autopsia del fallecido. El joven se precipitó contra el suelo de forma accidental al intentar saltar de un balcón a otro. Al parecer, había entrado a robar en una vivienda ocupada por gitanos y, al ser sorprendido, intento huir por la terraza, se le salieron los zapatos y cayó al vacío. Sin embargo, al colectivo nigeriano, unos 1.500, no les vale esta explicación y han jurado venganza contra los gitanos. La situación es límite. Desde hace años, los vecinos reclaman un aumento de la seguridad y el control de las actividades comerciales de los nigerianos, que tienen atemorizado al barrio.
«Nos quieren echar de aquí»
Para Ginés Quiñonero, presidente de la asociación de vecinos Orson Welles, «nunca se había vivido una situación tan grave como ésta. Los problemas comenzaron en 2001 con la llegada descontrolada de nigerianos, que tienen atemorizados a los vecinos porque no paran de decir que se van a hacer con el control de la ciudad y nos van a echar de aquí. El problema es que están acostumbrados a funcionar como tribus y todos siguen a sus líderes aunque piensen que están equivocados». Quiñonero explica que él mismo ha sufrido las consecuencias de enfrentarse a ellos: «Me han dado palizas, me han retenido durante una hora, me persiguen y me han amenazado de muerte. Se comportan como tribus y actúan como mafias».
La asociación Orson Welles denuncia desde hace años la impunidad con la que se comporta este grupo de inmigrantes. «Los problemas se iniciaron en 2001, con la llegada masiva de inmigrantes. Las autoridades no han hecho nada para solventarlo. Hace dos años se produjo la primera batalla campal, ayer se repitió, y puede volver a estallar en cualquier momento», indica Quiñonero. Para que esto no ocurra, un retén con 30 policías permanece en el barrio.
Una de las propuestas para mejorar la convivencia llegó del Movimiento contra la Intolerancia, que pidió la puesta en marcha de medidas de mediación y prevención que evite estos conflictos, según dijo su presidente, Esteban Ibarra. Quizá no haga falta porque gitanos y nigerianos avanzaron ayer en la búsqueda de una solución pacífica.
Alta tensión en la calle
El enfrentamiento entre policías y el más de un centenar de nigerianos duró tres horas. Durante la jornada de ayer, se produjeron nuevas protestas y manifestaciones de rechazo de los subsaharianos por lo sucedido, que fueron rápidamente disueltas por los agentes del orden.
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