Aviones no tripulados, sensores desperdigados por el mar o satélites espiando desde el espacio. Esas son algunas de las tecnologías que integrarán EUROSUR, la barrera invisible con la que Europa quiere frenar la llegada de inmigrantes. La Comisión Europea planteó a comienzos de semana la creación del Sistema Europeo de Vigilancia de Fronteras. Bebiendo de experiencias como el español Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), Bruselas quiere crear una infraestructura que recoja información de las más variadas fuentes para después compartirla entre los vigilantes de la seguridad y el bienestar de los europeos. Lo mejor de la industria europea ya se está preparando para hacerse con una parte de los 338 millones de euros que costará implantar y mantener estos ojos electrónicos que, desde las Islas Canarias hasta el Mar Negro, vigilarán a los ’miserables’ del sur y del este que intenten llegar a sus costas.
La idea de crear EUROSUR nace hace casi cuatro años cuando, en febrero de 2008, la Comisión propuso el estudio de un sistema para controlar la frontera sur de Europa. No en vano, a las costas de España, Italia, Grecia y Malta han llegado en lo que va de año el 90% de los inmigrantes irregulares que han entrado en Europa. Las autoridades comunitarias idearon entonces una hoja de ruta en tres fases para identificar las necesidades que requeriría su proyecto. Entre los obstáculos que destacaron entonces estaba la existencia de una cincuentena de autoridades con competencias de vigilancia fronteriza en los países miembros con fronteras al Mediterráneo y el Atlántico sur y cada una funcionando casi por su cuenta.
Ese es el primer agujero que quieren tapar. EUROSUR reforzará el intercambio de información y la cooperación entre las autoridades responsables del control fronterizo de los Estados miembros, así como con la Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores (Frontex). En esta fase 1 (las tres se desarrollan en paralelo) se pretende conectar con los sistemas que, como el SIVE, ya están en marcha e impulsar su implantación o mejora allí donde no exista esta vigilancia electrónica. Cada país tendrá que crear un centro único de control que recibirá la información de sus distintos agentes y será el único interlocutor con las autoridades de los otros países. Para soportar este flujo de información que se quiere en tiempo real, se ha diseñado una red de comunicaciones segura para el intercmabio de información. En noviembre de 2009 se ensayó el primer proyecto piloto de esta red con seis países, entre ellos España.
Pero esa red hay que alimentarla de datos. En EEUU lo han tenido más fácil. Les ha bastado con levantar un triple barrera de hormigón a lo largo de unos 1.000 kilómetros y poblarla de cámaras de visión nocturna y detectores de movimiento. Pero entre Europa y África todo es mar. La detección hay que hacerla de otra manera. El SIVE español usa una combinación de estaciones en tierra y a bordo de las patrulleras del Guardia CIvil con radares, cámaras de gran alcance y de infrarrojos. EUROSUR quiere ir más allá. Su objetivo es tejer una red de tecnologías que sea tan tupida que no deje pasar ni la más pequeña lancha.
En el último informe técnico sobre el avance del sistema se mencionan hasta 10 proyectos que se estaban ensayando financiados por la Unión Europea y que podrían ser incorporados a EUROSUR. Unos, como el AMASS (Autonomous Marine Surveillance System) se basan en el despliegue de boyas equipadas con sensores ópticos y acústicos. Otros, como el proyecto TALOS, están investigando la aplicación de autómatas y vehículos no tripulados terrestres y aéreos (UAV) a la vigilancia fronteriza. Empresas de ocho países europeos (España entre ellos), Turquía e Israel participan en el consorcio. La entrada en acción de los UAV va a obligar a cambiar la legislación sobre tráfico aéreo. De este aspecto y otros relacionados se está encargando el proyecto OPARUS, en el que participan las más importantes empresas aeronáuticas europeas. Desde el espacio, satélites del programa europeo GMES rastrearan los mares. Y la lista sigue. Más de 100 empresas tecnológicas, universidades e institutos de investigación están trabajando directa o indirectamente para EUROSUR.
El sistema, además de ojos, tiene inteligencia. Los barcos, pateras y lanchas detectados por toda la parafernalia tecnológica permitirán dibujar el mapa de las rutas que usan los inmigrantes y su corrección apenas se detecte un cambio. Además, el sistema pretende ser proactivo y actuar algo más allá de las fronteras. Con la información ofrecida por los distintos sensores y la recogida en los zonas de origen esperan poder anticiparse. El Joint Research Centre, la red de institutos de investigación avanzada de la Unión Europea, aportará al proyecto su tecnología de minería de datos. Su Event Extraction system promete obtener valiosa información del análisis de noticias aparecidas en internet en varios idiomas y que tengan que ver con los flujos migratorios u otras cuestiones de seguridad.
La última fase, que también se está ensayando ya, sería la creación de un sistema de sistemas que reunirá en una red global todas las plataformas de información y supervisión de las zonas marítimas de todos los países de la Unión. En un principio, en EUROSUR solo van a participar los países bañados por el Mediterráneo y el Mar Negro y, después, se ampliaría al Océano Atlántico y el Mar Báltico hasta cerrar por completo la fortaleza europea.
“EUROSUR ayudará a detectar y a luchar contra las actividades de las redes de delincuentes y será crucial para evitar que los migrantes pongan sus vidas en peligro tratando de llegar a las costas de la UE», dijo el lunes pasado la comisaria de Asuntos de Interior, Cecilia Malmström. La política sueca añadió: “El nuevo sistema contribuirá a una gestión integrada de fronteras al tiempo que garantizará el respeto de los derechos fundamentales, la protección de los datos y el principio de no devolución”. Sin embargo, ese acento en la seguridad y los derechos de los inmigrantes se diluye en los informes técnicos. Tanto en la comunicación original, como en los informes de progreso posteriores, el objetivo número uno declarado es el combate de la inmigración. En segundo lugar aparece la persecución del tráfico de drogas o armas y en tercer lugar el salvar vidas. De derechos humanos, ni hablan.
EUROSUR, cuyo plan debe ir ahora al Parlamento Europeo, quiere estar operativo en octubre de 2013. No será hasta entonces cuando se pueda saber si frena la inmigración o evita que cientos de desesperados mueran ahogados en el mar. La experiencia española es agridulce. SIVE, que se empezó a implantar en 2000 acabó con la llegada de pateras a las costas andaluzas pero desplazó el flujo hacia Canarias, lo que obligó a instalarlo también allí. Y después a Murcia, Alicante, Valencia, Castellón… Indirectamente también forzó a los inmigrantes a partir cada vez desde más lejos, aumentando las posibilidades de un naufragio. Además, como recuerda un viejo artículo, llevó a las mafias a desentenderse, embarcando a los inmigrantes sin un tripulante. De la misma forma, obligó a los inmigrantes a usar barcos cada vez más pequeños o lanchas neumáticas para poder escapar de los radares.
La búsqueda de huecos en la red no se va a detener por EUROSUR. La historia del hombre es la migración y seguirá migrando si lo que se juega es la supervivencia, por mucha tecnología que le pongan enfrente.
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