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Las malas expectativas laborales, la caída de las rentas salariales y la coyuntura por la que atraviesa el mercado de la vivienda no invitan a aumentar la familia. Las españolas cada vez retrasan más la llegada de su primer hijo, lo que reduce el número de vástagos. Según acaba de publicar el Instituto Nacional de Estadística (INE), el número medio de hijos de las residentes en España se situó en 2011 en 1,40, lejos el máximo de los últimos años alcanzado en 2009, que fue de 1,44 hijos por mujer.
Demógrafos, sociólogos y estadísticos no dejan de advertir de los efectos que a medio y largo plazo tendrá sobre la economía española este fenómeno. Madres primerizas cada vez mayores, que finalmente deciden tener menos hijos. En algunos casos se ven obligadas por razones físicas.
En 2011 se registraron 479.676 nacimientos, un 3,5% menos que un año antes y un 5,7% inferior a la cifra de 2009, cuando se alcanzó el máximo de la última década, con 509.137 alumbramientos.
Esta caída del número de bebés explica el descenso de la tasa de fecundidad, que mide el promedio de hijos de las mujeres residentes en España. Conocida como una de las más bajas del mundo, comenzó la actual década en cifras de 1,2 hijos. El boom de la inmigración logró elevarla hasta los 1,44 hijos. Ahora, desde la irrupción de la mayor crisis económica de la democracia, esa tasa ha vuelto a caer a 1,40 vástagos en solo dos años. Y otro fenómeno para la reflexión: la edad media de las madres primerizas, que se había mantenido constante en poco más de 30 años en los últimos ejercicios, saltó a 31,17 años en 2011.
¿Qué ha pasado con el instinto maternal de las residentes en España? Desde los principales servicios de estudios del país se subraya que la clave es el empleo. "Sin estabilidad laboral, ninguna mujer se plantea tener hijos, y menos ahora que se han reducido las ayudas por nacimiento y ayuntamientos y comunidades autónomas han recortado sus programas de becas para libros y comedor", aseguran.
Teniendo en cuenta la situación de numerosas empresas, "muchas trabajadoras temen que un embarazo limite su promoción interna o incluso haga peligrar su continuidad. Las compañías prefieren empleados dispuestos a trabajar más horas y no a aquellos que puedan plantear una reducción de jornada", recuerdan desde los sindicatos.
La realidad de las inmigrantes
Pero hay otros factores. Más de 10 años después de que comenzara el fenómeno de la inmigración en España, es lógico, en opinión de los expertos, que este colectivo adopte muchas de las prácticas del país donde reside. Así, mientras que a comienzos de siglo el repunte de la natalidad se debió a las inmigrantes, hoy esas desigualdades se han reducido. Es más, hay que recordar que ellos son otro de los colectivos más castigados por el paro.
Por tanto, también las madres inmigrantes cada vez deciden tener menos hijos y más tarde. Cuando no optan por marcharse. De las 50.090 personas que convirtieron en negativo el saldo migratorio español el pasado año, 20.484 fueron españoles (unos 11.000 varones y 9.000 mujeres) y 29.606 extranjeros (en este caso salieron del país 58.461 hombres y entraron 28.855 mujeres). No en vano, según las estimaciones de población difundidas ayer por el INE, el año pasado salieron de España 507.740 personas y llegaron 457.650. A 1 de enero de 2012 la población total ascendía a 46.196.278 españoles. Estadística espera que el flujo migratorio se mantenga negativo hasta 2020, ahí es nada.
La importancia de hacer proyecciones realistas
En materia de vivienda la situación podría definirse con el clásico: ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? Baste recordar que no son pocos los expertos inmobiliarios que achacan la débil demanda al descenso de los matrimonios y el retraso paulatino de las emancipaciones. Pero también es cierto que muchas, más del 75%, de las transacciones continúan frustrándose por falta de crédito. Entonces, la situación de la vivienda ¿es causa o efecto del retraso de la maternidad? Pues las dos cosas.
Es decir, muchas parejas retrasan su decisión de tener hijos por no poder contar con una casa adecuada (la crisis inmobiliaria en este caso es causa de la caída de los nacimientos). Como cada vez son más las parejas que deciden o no tener hijos o quedarse con uno solo, no se venden más viviendas de reposición (aquellas que sustituyen a las primeras por un tamaño mayor o mejor localización y equipamiento). En estas situaciones, el retraso en la maternidad alimenta la crisis inmobiliaria.
Demógrafos y sociólogos advierten que conviene tener en cuenta esta realidad al hacer proyecciones de población realistas que, a su vez, contribuyen a diseñar mejor el futuro de pueblos y ciudades. De lo contrario, seguirá ocurriendo lo que pasó durante el último boom. Muchas localidades aumentaron su oferta de vivienda como si su población fuera a multiplicarse por 10 en pocos años. Y eso obligó a las Administraciones a incurrir en unos gastos (infraestructuras y equipamientos) que ahora no pueden pagar.
La cifra
29.461 bebés menos que en 2009. En 2011 hubo 479.676 nacimientos, un 5,7% menos que dos años antes. La crisis frena en seco la natalidad.
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