La inmigración china,
ligada al comercio y a la hostelería principalmente, también se ha
dejado notar en la Costa da Morte, aunque su peso es notablemente
inferior al de los extranjeros residentes en la zona que proceden de
otros muchos países.
Según los últimos datos del Instituto Nacional de
Estadística, en la actualidad están empadronadas en los municipios de la
Costa da Morte 52 personas de nacionalidad china (sobre un total de
2.003 extranjeros), mientras que países como Rumanía, Portugal o Uruguay
aportan, respectivamente, 226, 214 y 194, residentes. Todos ellos, con
sus particularidades, luchan por un objetivo común: ganarse la vida y
lograr la integración en un país situado a centenares o miles de
kilómetros de su tierra de origen.
En el caso chino, la cultura y el idioma son dos
barreras a superar, aunque no insalvables, tal como cuenta un residente
de ese país establecido en Carballo y que, siguiendo la proverbial
discreción china, prefiere hablar desde el anonimato. «Estoy muy
contento aquí, mejor que en China. El tipo de vida me gusta más», señala
este vecino llegado a la comarca hace ya «cinco o seis años» y cuya
intención es establecerse definitivamente en España y regresar a su país
natal solo «de vacaciones».
Lo más duro, reconoce es estar lejos de su familia y de
sus amigos, y por eso mismo explica que no ha celebrado la llegada del
Nuevo Año Chino, una fiesta plagada de ritos que es sinónimo además de
reencuentro. Como un residente más le ha tocado enfrentarse a los mismos
problemas que el resto de sus vecinos, como las listas de espera
sanitaria, pero reitera que está muy satisfecho aquí y que ha sido bien
acogido.
E-política Internacional.
Inmigrantes en España.
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