Las remesas recibidas de trabajadores en el exterior alcanzaron los 5.702 millones en 2011
Los españoles censados en el extranjero crecen desde 2009, hasta 1,8 millones
El dinero que los trabajadores en el extranjero envían hacia España batió su récord el año pasado, al alcanzar los 5.702 millones de euros, casi un 6% más. Y, salvo un pequeño retroceso en 2009, esta cifra ha aumentado ejercicio tras ejercicio pese al declive económico internacional, según los datos que acaba de publicar el Banco de España. El número de españoles que viven en el extranjero ha engordado un 23% desde que comenzó la crisis, de 1,4 millones en 2009 a 1,8 en enero de 2012, últimos datos disponibles en el Instituto Nacional de Estadística (INE), que elabora este censo desde hace cuatro años.
El salto de la cifra recoge el efecto de los procesos de nacionalización por la Ley de Memoria Histórica, independiente de la marcha de profesionales al extranjero, pero las empresas de recursos humanos destacan incrementos de vértigo en el número de profesionales que solicitan empleos fuera de España, que sufre la mayor tasa de paro de la Unión Europea (UE), del 23,6%. O, visto de otro modo, más crudo: la mitad de los parados europeos son españoles.
Esto también explica que en el flujo inverso de dinero, las remesas de inmigrantes lograron rebotar levemente el año pasado, hasta los 7.208 millones, pero después de enlazar tres años de caída. La crisis castigó antes y de forma más severa a la población inmigrante, tan vinculada a la euforia y posterior drama del ladrillo, y sus envíos de dinero quedan aún lejos de los 8.448 millones de máximo que alcanzaron en 2007.
El envío de dinero de los trabajadores es un buen chivato de la situación económica de un país y, en el largo plazo, de su transformación. Hace 30 años, las remesas de inmigrantes residentes en España hacia sus países de origen eran algo tan residual que las noticias los ignoraban, porque este era un país de emigrantes y la atención se ponía en el dinero que llegaba de Francia, Suiza o Alemania, sobre todo, hacia donde los españoles hacían el petate en los sesenta y los setenta. Esos francos y marcos resultaban vitales para equilibrar la balanza de pagos.
Los datos marcan el punto de inflexión en 2004, el ejercicio en el que el dinero que los trabajadores enviaron desde España hacia el extranjero superó al que se recibía por el fenómeno migratorio. España, en esos términos, pasó a ser un país de acogida y no de emigración. Ya nunca ha dejado ser así, pese al zarpazo de la crisis, aunque esta diferencia se ha estrechado desde 2008.
"El aumento de remesas de los extranjeros residentes en España el año pasado tiene que ver probablemente con que en la segunda mitad de 2010 y primera mitad de 2011 se creó algo de empleo en servicios", apunta Ángel Laborda, director de Coyuntura de la Fundación de Análisis de las Cajas de Ahorros (Funcas), y añade que "ahora también se crea empleo en el sector de atención a personas mayores, o niños, en los que predomina el empleo femenino e inmigrante".
Íñigo Moré, director de Remesas.org, recuerda que los trabajadores inmigrantes sufren antes la caída económica, por eso las remesas pueden servir para anticipar lo que ocurre con el producto interior bruto (PIB). El experto alerta de que que los envíos en los últimos meses bajan de nuevo.
En cambio, cuestiona algunos de los datos referentes al dinero inverso: "El Banco de España realiza una estadística ejemplar de las remesas que salen del país, no se puede decir lo mismo de las remesas que recibe España", ya que "jamás ha desglosado esas remesas por el país de procedencia, ni tampoco por el mecanismo financiero por el que entran en el país. Esto impide cotejar los datos de España con los del país de origen". A su juicio, es posible que ese dinero esté entrando en España, pero solo una parte podría responder al concepto estadístico de remesas de trabajadores porque la cifra de la balanza de pagos no es compatible con la realidad de la emigración española.
"La estructura de la emigración española responde a un grupo de una edad media avanzada y situado en países de rentas medias y bajas, más susceptibles de recibir asistencia social que de enviar remesas", apunta Moré. Solo 654.000 de los 1,8 millones de emigrantes han nacido en España, añade, con lo que la estructura de la emigración española está compuesta mayoritariamente por segundas o terceras generaciones o nacionalizados por la Ley de Memoria Histórica.
Además, señala que solo un millón está en edad activa, con lo que "cada uno remitiría de media 5.000 euros anuales, lo que puede estar al alcance de los 80.000 españoles que viven en Suiza. Pero esta media es incompatible con el salario medio de los 1,1 millones de españoles que viven en América (367.000 en Argentina, 179.000 en Venezuela, etcétera)". Los europeos que vivieron a retirarse a la costa española en la etapa de bonanza también han podido influir en la cifra.
Fuente: el pais.com
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