Desgraciadamente no es algo totalmente descartable. Ahora veremos por qué. Esa es la mala noticia. La buena es que se puede tener una cartera de fondos que no se vea especialmente afectada en ese –hipotético– escenario.
No me critiquen por hacer mi trabajo. Me pusieron de todos los colores por decir hace un par de años que no había que invertir ni un euro en renta variable o en deuda pública española, pero les aseguro que nuestros clientes (y los que no lo son pero me hicieron caso) están encantados con el consejo, especialmente porque sugerimos EE.UU. como destino alternativo (y porque este año añadimos los emergentes). Mi misión es cuidar el patrimonio de la gente, no hacer patrioterismo barato. Es más, hoy en día en España cualquiera que pague todos los impuestos que le corresponden es un auténtico patriota. A los niveles que están, y viendo en qué y cómo se emplea el dinero, pagar lo que te corresponde es ser auténticamente patriota, porque si lo pensamos dos veces, probablemente nos domiciliaríamos en otro país. Basta con ver a los políticos “presuntamente” corruptos que salen en la tele –especialmente los de alto nivel ¡y con la que está cayendo!– para sentirte como un auténtico patriota si no tratas de “huir” –al menos fiscalmente– a otro país.
También haré el “disclaimer” político. Pueden confiar en que mi análisis es 100% económico-financiero. No es que sea apolítico: es que me considero “antipolítico”. Salvo honrosas excepciones –el otro día tuve la oportunidad de almorzar con una, en este caso “uno”– no creo en la clase política de nuestro país, y si fuera presidente del gobierno una de las cosas que haría sería sentar las bases para que la gente brillante y honesta se sintiera atraída por trabajar en la administración pública. Mi propuesta llevaría el título “doble paga, doble pena” y si un día no les aburre mucho –y como excepción– en lugar de mercados o inversiones hablamos de ello. Y luego si quieren lo comentamos en mi blog (victoralvargonzalez.com)
Pero volvamos a nuestro negociado. Aclaremos primero en qué consiste una intervención. De entrada no implica para nada una devaluación o que lo uno lleve a lo otro, como piensa mucha gente. De hecho, la intervención trata de evitar la devaluación –la salida del euro en este caso– como veremos más adelante.
Una intervención se produce para evitar que un país se quede sin financiación externa y/o se arruine porque los intereses que tiene que pagar para que le presten dinero resulten inasumibles. Pero claro, eso tiene un precio: los prestamistas de último recurso, que suelen ser una combinación del FMI, el Banco Mundial y la Unión Europea (si el país es miembro del euro), prestan barato pero exigen mucho a cambio, de forma que, en la práctica, “intervienen” la economía del país. Mientras esté bajo su tutela se puede decir que deciden en qué se emplea el dinero. Por ejemplo, en España, los primeros que deberían atarse los machos si viniera una intervención serían los consejeros de los “bancocajas”, pues imagínense lo que puede pensar un interventor del FMI, que además sea alemán de nacionalidad, cuando se dé cuenta que dedicamos miles de millones a mantener abiertas entidades financieras “zombis” cuya eliminación no sólo sería posible sino beneficiosa, ya que ayudaría a que “corriera el aire” en el sector. Los clientes en principio no deben temer por el dinero que tengan en “bancocajas”, pero yo sí temería por los intereses de los “cajadepósitos”, pues si al alemán del FMI le iba a llamar la atención que empleemos 50.000 M€ en mantener a esos políticos en sus sillones, imagínense cuando se entere de que esas entidades pagan un 5% por los depósitos, extratipo que se financia con subvenciones del Estado, que, no nos engañemos, es lo que acabarán siendo los prestamos del FROB. Por impago, claro.
Así que primer consejo: en caso de intervención, vale más un 2% en un banco sólido que un 4% en un banco “zombi”. Si se nacionaliza –o directamente se elimina– un bancocaja se protegerán los depósitos, por supuesto, no digo lo contrario, pero ya veremos qué pasa con los intereses, pues hay cobertura legal para no pagarlos en determinados supuestos. Y cobertura moral, porque ¿qué narices hace el Estado financiando los extratipos que paga una entidad financiera técnicamente quebrada que no pasaría nada si se liquidara ordenadamente?
Antes de seguir, mojémonos un poquito más. ¿Es posible una intervención? Pues desgraciadamente sí. El gobierno ha demostrado a Europa que es capaz de recortar gastos, pero también que no duda en subir impuestos. Y este es el problema: si al aplicar un régimen de adelgazamiento a un país te cargas el tejido muscular en lugar de la grasa, te cargas su capacidad de generar ingresos, y para pagar hay que generar ingresos. Sin músculo, una persona no puede volver a levantarse. La combinación de impuestos directos e indirectos que paga ahora un español –que puede a suponer el 70% o más de sus ingresos en los tramos altos– es claramente desmotivadora. Si a Mesi o a Cristiano Ronaldo les hicieran pagar eso, dudo mucho que estuvieran especialmente motivados para meter goles (que implica recibir muchas patadas de los defensas). Pues eso es lo que pagan los mejores “jugadores” en la escena empresarial española. Pues piensen Uds. la motivación que se está generando entre trabajadores y empresarios españoles, a los que, de paso, les bajan las pensiones futuras. Si además de desmotivar a los que realmente pueden sacar a España de la crisis, que no son los políticos, sino los trabajadores y los empresarios, le unimos la reducción del presupuesto en obra pública, no es extraño que los inversores vean venir una recesión de caballo, como ya dije hace tiempo (Post “No es esto”). Y lo peor es que se van a ahorrar en el Ministerio de Fomento lo podrían sacar de otros sitios, de los “michelines”. Desde vendiendo patrimonio inmobiliario del Estado –magníficos edificios y terrenos en las mejores zonas de las principales ciudades que obviamente se venderían sin problema– hasta eliminando el Senado y las diputaciones provinciales (¿realmente es tan vital para el país el “Senado”? ¿Para qué sirve exactamente? Lo que acabo de mencionar es solo grasa. Su eliminación no afecta al PIB. La reducción de obra pública o las subidas de impuestos, sí. Es perjudicar el músculo del país. Y eso lo entienden nuestros acreedores. Vaya si lo entienden.
En cuanto al tipo de inversiones que hay que tener si queremos que nuestra cartera esté preparada para una eventual intervención, no me extenderé mucho porque son exactamente las que llevamos recomendando desde hace años y ya explicamos entonces por qué (lo tienen todo en blogs anteriores). Cero renta variable española. Mucho mejor norteamericana. Y este año hemos añadido emergente. Europa, la justa, y que no sea periférica. Deuda pública española cero. Mejor los bonos de buenas empresas españolas –o extranjeras–, incluso de algún banco, que del Estado español. Hay que tener fondos que se beneficien de la volatilidad del mercado y, si no comprados, al menos tener fichados fondos que puedan apostar contra los índices europeos. Esta última recomendación es más reciente, aunque la hemos realizado periódicamente en otras ocasiones en las que aumenta la tensión. Y, como ven, sugiero que utilicen fondos de inversión (excepto en el caso de los bonos corporativos, que también puede hacerse directamente en los títulos para asegurar cupón). El patrimonio de los fondos de inversión es totalmente independiente del patrimonio de las entidades financieras. Es como si tiene Ud. un bono de Telefónica depositado en un banco que quiebra. Es intocable: Ud. dice que se lo depositen en otro banco y listo. El patrimonio invertido en fondos de inversión es totalmente independiente del activo o pasivo de una entidad financiera. Por ley.
Lo anterior son fondos que ya se pueden tener en cartera, pues no impiden seguir disfrutando del buen año que llevan los mercados (España es la excepción, no la regla). De hecho, así son las carteras de nuestros clientes desde hace tiempo, aunque últimamente hemos añadido algunas novedades. Eso sí, es una estrategia para amortiguar –que no evitar– una nueva convulsión europea, no para eliminar la exposición a la renta variable. Es, en otras palabras, una estrategia para reducir el primer impacto, ese que o te has preparado antes o sino siempre te pilla. Luego vendrían, como en los aviones o los submarinos, las “contramedidas” tácticas: los fondos cotizados (ETFs) que invierten en oro serían un ejemplo, pero no el único.
En fin, es triste hablar de estas cosas, pero, aparte que es mi obligación, pensemos que, primero, no tiene porque ocurrir –lo de Grecia o Portugal era mucho más obvio– y, segundo, que a la larga puede tener sus ventajas. En Irlanda ha funcionado y de hecho es muy posible que pronto puedan volver a financiarse en el mercado. Y con una economía más saneada. En el caso español sería la “excusa” perfecta para cargarse algunas cosas surrealistas que nos cuestan mucho dinero, como determinadas duplicidades administrativas. Y quede claro que no hablo necesariamente de centralizar. Como economista también me vale todo lo contrario. Y la intervención nos daría espacio y tiempo para, si somos inteligentes y, sobre todo, pragmáticos, tomar las medidas para generar una clase política en condiciones para dentro de unos años. Es muy importante: son los que dirigen el país, los que tienen el BOE, los que pueden influir para que nuestro modelo productivo sea el “Monopoly” –como han hecho los últimos diez años– o que sea otro más competitivo y duradero (mi opinión la tienen en el post “España, Centro de Negocios”). Y nos daría tiempo también –y financiación a coste razonable– para ir retomando la confianza en un país que además de alicatar la costa hasta el techo sabe crear Zaras, Mercadonas y estupendas pymes. Y encima dejaríamos de mantener cajas de ahorros que, disfrazadas de bancos, detraen recursos que podrían ir a temas productivos. Una eventual intervención –que hoy por hoy es poco probable– sería terrible para España y para los mercados en el corto plazo, pero no tendría por qué ser mala a largo. Es más, a lo mejor basta con la amenaza de la intervención pero sin llegar a ella –y un gobierno valiente– para que hagamos de verdad todo lo que tenemos que hacer y nos centremos en la grasa y no en cargarnos el tejido muscular. Ese sí que sería un escenario positivo.
Fuente: Cotizalia.com
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