Isabel Orella, presidenta de Sindihogar
Este 1 de junio ha entrado en vigor la ley aprobada por el gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero, que obliga a formalizar con un contrato cualquier trabajo doméstico, de limpieza o cuidado, aunque sea de una hora semanal. El cambio legal perseguía garantizar los derechos laborales básicos a este precario sector, aunque a la práctica ha dejado en una posición de desventaja a muchas trabajadoras -en su mayoría, mujeres inmigrantes- que no pueden negociar en igualdad de condiciones con los empleadores.
Sindihogar -o Sindillar, se registraron con los dos nombres- es el primer sindicato de empleadas y empleados del hogar en España, aunque por ahora solo tiene jurisdicción catalana. Sus dos principales objetivos son la dignificación de la imagen social de su trabajo y la exigencia de incentivos que hagan eficaz la nueva regulación. Desde su fundación, este diciembre, la presidencia recae en Isabel Orella. Esta farmacéutica paraguaya, ex empresaria y farmacéutica de formación, vive en Barcelona desde hace seis años y trabaja como empleada del hogar desde que llegó.
¿Se está cumpliendo, la nueva ley?
No. Ni se cumplirá si no la cambian, porque los empleadores se pueden desentender fácilmente de ti, responder que no piensan contratarte o que no pueden pagarlo. ¡Ni que saliera tan caro! Para las que consiguen contrato, hay mejoras; pero las que se quedan sin, quedan más desamparadas que antes. A mí ya me han echado de un trabajo por pedir contrato, por ejemplo. ¿Qué podemos hacer, cuando nos dicen que no? ¿Trabajar forzosamente en negro? No tenemos fuerza para obligarles a nada. Y menos las inmigrantes, porque pierdes el permiso de residencia si te quedas sin ningún contrato.
Ya denunciaron esta vulnerabilidad antes de la entrada en vigor.
Hace meses que lo estamos advirtiendo. Incluso enviamos una carta al Ministerio de Trabajo y ala SeguridadSocial, para avisarles que la aplicación de la ley sería muy complicada, porque ha entrado en vigor de golpe, sin que muchos trabajadores ni patrones se hayan enterado. El Gobierno debería haber informado mucho más y sobre todo, ¡dar un incentivo! Por ejemplo, fiscal. Hacerle contrato a la mujer de la limpieza tendría que incentivarse con desgravación fiscal. Tienen que encontrar una fórmula para que los empleadores cumplan de verdad la ley.
¿Quién consiga contrato tendrá los derechos básicos garantizados?
Bueno, algunos de los derechos básicos, como horarios de descanso, pagas extra, revisión salarial según el IPC o baja por enfermedad. Parece mentira pero antes no teníamos ni eso. Había muchas internas que trabajaban las 24 horas del día, sin descanso, los siete días de la semana. También queda prohibido el pago en especie, es decir, el trabajo sin sueldo a cambio de alojamiento y manutención. Sin embargo, seguimos sin derecho a paro, que en estos momentos sería fundamental para compensar los despidos masivos por negación del contrato. Tampoco hay convenio colectivo ni tabla salarial, lo que genera una rebaja de precios muy grave.
¿En qué sentido?
Como la nueva ley no estipula un precio mínimo por hora, el empleador puede acogerse al sueldo mínimo interprofesional, que es mucho más bajo. Tenemos constancia que lo están haciendo muchos empleadores. Si antes te pagaban 10 euros la hora, ahora a cambio de hacerte contrato te exigen aceptar cinco por hora. O diez euros pero en bruto, descontándote a ti lo que les cueste el contrato.
¿Qué pasa con las trabajadoras del hogar que sí tenían contrato o se habían dado de alta como autónomas?
Según la nueva normativa, las que tenían contrato tendrán que hacer uno nuevo con las nuevas condiciones. Y las que pagaban su cotización como autónomas, a partir de este junio ya no podrán. Yo que me he pagado la Seguridad Social cinco años, si ahora no tengo contrato ¡me quedo fuera del sistema! Por eso tenemos tantas ganas de luchar aunque seamos un sindicato joven. ¡Para no quedarnos en el aire! Será muy duro y muy difícil, pero saldremos adelante.
Además del cambio legal, está la crisis. La limpieza doméstica por horas es uno de los primeros gastos que recortan las familias en apuros.
Sí, hemos notado muchísimo la crisis. Muchas compañeras están sin trabajo y otras que antes teníamos todas las horas llenas, ahora sólo nos quedan unas pocas. Clientes de toda la vida piden que vengas menos horas, en semanas alternas o directamente que no vengas durante unos meses. Vemos que no pueden de verdad, porque han perdido el trabajo o porque van más justos de dinero. Y muchas oficinas y locales te piden que te apuntes a una empresa de limpieza y ya te subcontratarán.
¿Han notado que se reducen los abusos laborales?
No, de momento no. Cada día se producen abusos, todas hemos tenido experiencias en este sentido, directas o indirectas. Una afiliada trabajó fija en una casa donde tenía que pagar de su bolsillo a una suplente si quería tener un día de fiesta semanal. Una paisana mía, que llevaba cuatro años como interna en Barcelona, se puso enferma y no la llevaron al médico durante más de un mes. La llamé y casi no tenía voz, me asusté y la llevamos al hospital entre mi marido y yo. Esa misma semana moría, tenía una meningitis. ¡Hubiera muerto en la propia cama del trabajo!
¿Quién integra el sindicato, hoy por hoy?
Por ahora somos un centenar de mujeres, de 16 países. Trabajamos tanto en limpieza por horas como fijas, además de cuidando a gente mayor o niños pequeños. La mayoría somos inmigrantes, pero no todas. También tenemos afiliadas españolas, que llevan muchos más años que nosotras en el sector. ¡Esto no es un asunto de inmigrantes!
¿Y hombres?
Por ahora no tenemos a ninguno afiliado, aunque sabemos que también hay hombres trabajadores del hogar. Estamos abiertas a que se afilien, por supuesto, así como ex trabajadoras del hogar y simpatizantes.
¿Qué objetivos se han marcado como prioritarios?
Queremos que nuestro trabajo se reconozca como se reconoce cualquier otro, con respeto y dignidad. Hemos sido invisibles, siempre tras la puerta de las casas, como si no existiéramos. Por eso ahora necesitamos primero visibilizarnos, tener voz para reivindicar nosotras mismas nuestros derechos. No somos criadas, somos trabajadoras. En segundo lugar y por la coyuntura legal, aspiramos a que la aplicación de la nueva ley sea real y que se amplíe hasta cubrir los mismos derechos que tienen el resto de trabajadores por cuenta ajena. Finalmente, sindicarnos también supone apoyo moral para las inmigrantes, porque cuando llegas te sientes muy sola. Entrar en una asociación y ver que hay más personas en tu situación se agradece mucho.
Varias asociaciones, feministas y sobre inmigración, las arroparon y asesoraron para constituirse.
Sí, nos ayudaron mucho, pero tras constituirnos en asamblea el 22 de octubre ya empezamos a organizarnos con total autonomía, porque la independencia también forma parte de los objetivos fundacionales. Hemos creado comisiones (estatutos, extensión…) y aunque ahora sea yo la presidenta, todas participamos por igual y las decisiones se toman en asamblea horizontal. Los mandatos duran un año, prorrogable como máximo tres veces. En diciembre nos presentamos públicamente y estos primeros meses han servido sobre todo para darnos a conocer con trípticos, asistiendo a manifestaciones y respondiendo a medios de comunicación.
Han preferido fundar un sindicato independiente que sumarse a uno de los mayoritarios, pese a que muchas de las afiliadas apenas tienen experiencia sindical y deben aprender de cero.
¡Yo, por ejemplo! En mi país nunca me había sindicado, es algo totalmente nuevo para mí. Pero estamos ilusionadas y tenemos mucha fe en este proyecto. Hemos tenido siempre claro que los sindicatos mayoritarios no nos representan, han consentido la discriminación de las trabajadoras del hogar durante décadas, como si no tuviéramos la misma categoría que cualquier otro sector. Es más, ¡firmaron esta ley!
La opinión pública está acostumbrada a las grandes negociaciones entre patronales y sindicatos mayoritarios. Pero Sindihogar, ¿con qué patronal negocia?
Con la nueva normativa, que obliga a hacer contrato, todos los empleadores se convierten en empresarios, en patrones. La negociación hay que hacerla contrato a contrato y si alguno resulta problemático, las afiliadas disponen de una persona de apoyo que las acompaña. Por suerte tenemos a una abogada que nos asesora e informa y las afiliadas recibimos charlas sobre nuestros derechos y deberes, sobre cómo negociar con el patrón. Además los sábados de 17 a 19 horas abrimos nuestro local [calle Font Honrada 44, bajos], en el Poble Sec, para que cualquier persona que desee hacer una consulta, aunque no sea socia, pueda venir y hacerla.
Fuente: lavanguardia.com
"Para entender el capitalismo. Algunos conceptos previos"
Marta Harnecker - 05-06-2012 - Javier Biardeau R.
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