Eric Játiva, un periodista ecuatoriano que había vivido y se había hipotecado en España, regresó a Quito en febrero de 2012, “en parte por motivos económicos”, después de perder su empleo en uno de los centros de atención a inmigrantes de la Comunidad de Madrid. Cuatro años antes, él mismo había echado a rodar la protesta que ha ocupado el centro del debate político en el curso 2012-2013 con el blog Ahorcados por la Hipoteca, que en junio de 2008 llevaba por dominio la dirección anticrisis.es
A través de este blog, cientos de hogares hipotecados comenzaron a salir del aislamiento y dieron los primeros pasos para asociarse. Pero ninguno de los impulsores iniciales continúa hoy en España. Como Eric, los también ecuatorianos Stalin y Rohmer tuvieron que regresar a su país. Eric lo haría con más de 30 llaves de pisos que le habían dado otros hipotecados antes de regresar. El intento no había salido bien, pero a través del blog comenzaron a llegar más casos de hipotecados a Barcelona. Allí, un grupito procedente de la experiencia del movimiento V de Vivienda, el centro social Exit y la Oficina de Derechos Sociales de Terrassa comenzaba a montar en el otoño de 2008 la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).
El 21,3% de la población entre 15 y 65 años es de origen extranjero, un porcentaje superior al de 2008, año en que comenzó la crisis
Esa primera mordida de la crisis se cebó especialmente con la población ecuatoriana, que pasó de un máximo de 685.280 residentes en edad laboral en 2009 a 572.318 en 2011, según el Instituto Nacional de Estadística. La imagen de estos primeros inmigrantes retornados bajo el peso de una hipoteca imposible de pagar se comenzó a difundir en los medios y alimentó la noción de un regreso generalizado de la población de origen extranjero. Algo que, según demuestran los datos, sólo ha comenzado a impactar sobre el saldo migratorio (la diferencia entre el número de entradas y salidas) a partir de 2011, según destaca el informe Impacto de la crisis sobre la población inmigrante, publicado por la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).
Esa primera mordida de la crisis se cebó especialmente con la población ecuatoriana, que pasó de un máximo de 685.280 residentes en edad laboral en 2009 a 572.318 en 2011, según el Instituto Nacional de Estadística. La imagen de estos primeros inmigrantes retornados bajo el peso de una hipoteca imposible de pagar se comenzó a difundir en los medios y alimentó la noción de un regreso generalizado de la población de origen extranjero. Algo que, según demuestran los datos, sólo ha comenzado a impactar sobre el saldo migratorio (la diferencia entre el número de entradas y salidas) a partir de 2011, según destaca el informe Impacto de la crisis sobre la población inmigrante, publicado por la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).
“La idea de un retorno generalizado es una ilusión”, afirma el sociólogo Walter Actis, uno de los autores del informe y miembro del colectivo IOE, que edita el Barómetro Social de España. En 2011, el saldo migratorio ya comenzó a mostrar cifras negativas de 29.606 personas, que se han ampliado a 91.305 en 2012. “Así y todo, el saldo negativo de 2012 supone un 1,4% del total de la población de origen extranjera que reside en España, que sumaba 6,7 millones en enero”.
El 21,3% de la población entre 15 y 65 años es de origen extranjero, un porcentaje superior al de 2008, año en que comenzó la crisis. “El potenciar la idea de una salida masiva opera como cortina de humo que sirve para legitimar el desentendimiento y olvido institucional respecto a esta población”, opina Actis.
No obstante, la salida de 305.000 personas en 2011 está ahí. Pablo Rodríguez, activista migrante y miembro del despacho madrileño Red Jurídica, ha vivido en su entorno inmediato la salida de conocidos y amigos. Y advierte de que “mucha gente se está quedando encerrada porque tampoco tiene el dinero para volver. No tiene las redes para sostenerse y ni siquiera los recursos para intentar volver, imagínate el precio de los billetes de avión si tienes una familia”. El informe de la OIM reseña además que parte de los desplazamientos pueden ser invisibles y no ser detectados hasta que se actualizan los datos del padrón.
Salidas tapiadas
Para abrir el portón metálico de más de tres metros de altura que da paso al recibidor del edificio hace falta empujar con las dos manos. En el lado interior del portón han soldado un sencillo cerrojo Faq que lleva desde la noche anterior. Según relata Youssef B., en tan sólo un día ya ha sido ocupado uno de los cuatro pisos que quedaban vacíos en su escalera. Aparte de la de Youssef, siete familias más pagan el alquiler en este bloque de 34 viviendas habitado mayoritariamente por familias marroquíes en un barrio del sur madrileño. El resto o ha dejado de pagarlo o han entrado directamente como okupas.
El bloque terminó de construirse en enero de 2011 y da a una calle comercial, en una zona donde el mercado inmobiliario está todavía activo. Un área muy a la vista, otro motivo más para que Youssef y Hakim, su vecino de escalera, busquen gente de confianza para okupar los pisos que ahora mismo se encuentran vacíos, “antes de que los okupen otros”. Que nadie vive en ellos se aprecia a simple vista porque están tapiados: el ladrillo y cemento resaltan junto a los timbres e interruptores todavía nuevos y la pintura ya un poco manchada por el trasiego de gente. “La verdad es que aquí ya no se puede vivir bien”, se queja Hakim.
Por “aquí” Hakim se refiere al edificio, pendiente de un litigio entre la constructora quebrada que lo levantó y el BBVA. Cuando se le pregunta si el cambio de país entra en sus planes inmediatos, Youssef responde burlón. “¿Qué pasa, que ya quieres que me vaya?”, suelta confiado. No, de momento mejor quedarse aquí, aunque no tenga trabajo fijo desde el año pasado. Al menos mientras consiga la renovación para su tarjeta de residencia permanente, y la de su mujer, que debe renovar la suya a finales de 2013. Eso, cuenta, le permitirá moverse más tranquilo por otros países de la Unión Europea como Alemania, Francia o Bélgica, donde sí encuentra trabajo bien pagado, algo que lleva haciendo prácticamente desde que consiguió los ‘papeles’ en 2008.
"El mayor problema para los inmigrantes hoy en día es la renovación de la tarjeta de residencia debido al paro", explica un abogadoY mientras, la espera en el bloque a que mejoren las cosas sin que haya vecinos que llamen demasiado la atención. “Yo sí quiero quedarme en Madrid por el clima y por los amigos”,
asegura Youssef.
asegura Youssef.
Renovar sin trabajo a la vista
“Ahora el mayor problema son las renovaciones porque mucha gente ha perdido su puesto de trabajo”, cuenta Rodríguez. Se trata, asegura, del principal motivo de las consultas que llegan todos los días hasta Red Jurídica. Pese a que en 2009 el Gobierno de Zapatero flexibilizó ligeramente los requisitos para poder renovar la tarjeta de residencia, la realidad es que el 39,1% de la población extranjera se encuentra en paro, más del doble que la población autóctona (18,4%). Y no hay, dice Rodríguez, una aplicación uniforme de la Ley de Extranjería. “Los documentos que te pueden pedir si has demostrado una cotización de tres meses pueden ser distintos a los que te solicitan si aportas seis meses en el último año”, indica.
“Yo ahora en teoría podría haber renovado mi tarjeta”, explica Johnny Zurita, a quien le caducó el permiso en septiembre. No pudo renovarlo pese a haber cotizado el último año, explica, “porque en la práctica están exigiendo que presentes contratos de un año de duración, y ése es el mayor problema”. Zurita, que vive en Málaga y preside el consejo de bolivianos en España, confía en que la lucha social “de españoles e inmigrantes” consiga mejorar la situación.
De la casa a la otra casa
La situación de las mujeres varía en función del país de origen, pero todas comparten un rasgo: su tasa de actividad ha aumentado en los años de la crisis.Dado el alto porcentaje de hogares con todos sus miembros en paro, muchas mujeres que antes se ocupaban en exclusiva de las tareas del cuidado doméstico se han incorporado al mercado laboral, con frecuencia para tareas también dedicadas al cuidado.
Como indicador muy particular de la tendencia, la mayoría de mujeres árabes que acudían a clases de castellano en La Cava y Seco, dos centros sociales madrileños, dejaron de asistir en el curso pasado al encontrar empleos como internas. En junio de 2012 terminaba el plazo para regularizar dentro de la Seguridad Social a las trabajadoras del servicio doméstico, de las que el 65% son inmigrantes.
Debido al desempleo masculino, muchas mujeres que antes se ocupaban en exclusiva de las tareas del cuidado doméstico se han incorporado al mercado laboral“Para nosotras en general no ha sido positivo esta cambio”, se queja Cristina Jara, una mujer paraguaya que trabaja como doméstica desde hace cuatro años. “Yo ahora tengo la Seguridad Social, pero me han quitado la paga que sí tenía en otras casas, así que al final es como si me la estuviera pagando yo”, asegura.
En el otoño de 2012, el ministerio de Báñez ya calificaba la reforma a media voz como un fracaso y cifraba las pérdidas de cotización en 65 millones de euros desde que entró en vigor. Por si fuera poco, una nueva reforma que entraba en vigor en abril exigía requisitos más duros para la cotización. Para Samia, una de las vecinas del bloque ocupado, la reforma tampoco ha sido un avance. Según cuenta Youssef, su marido, los 240 que ganaba por trabajar seis horas a la semana cuidando a una persona mayor en Eurovillas, una zona de chalés a 40 kilómetros de Madrid, se le iban en pagar la cotización a la Seguridad Social. “La familia dijo que no tenía dinero para las dos cosas, y a ella no le interesaba ir ahí para nada y encima pagar el transporte”, dice Youssef.
Los inmigrantes acumulan un 15% de los puestos de trabajo perdidos por la crisis
Desde el comienzo de la crisis la población autóctona perdió el 11,5% de los puestos de trabajo existentes, la población migrante no africana perdió el 15% y la población africana, el
21%. La tasa de actividad entre mujeres inmigradas hasta 2011 ha sido del 73,3%, mientras que entre varones esta cifra alcanza el 87,7%. La menor tasa de actividad (por debajo
del 50%) la marcan las mujeres africanas, mientras que el índice más alto de empleados es el que atañe a los varones europeos extracomunitarios: un 90% tienen trabajo.
21%. La tasa de actividad entre mujeres inmigradas hasta 2011 ha sido del 73,3%, mientras que entre varones esta cifra alcanza el 87,7%. La menor tasa de actividad (por debajo
del 50%) la marcan las mujeres africanas, mientras que el índice más alto de empleados es el que atañe a los varones europeos extracomunitarios: un 90% tienen trabajo.
25% de empleo sumergido
El “trabajo en negro”afecta mucho más a la población inmigrada. Una de cada cuatro personas migrantes trabaja en la economía subterránea (el 25%). Entre la población autóctona esta cifra se reduce significativamente hasta una de cada diez
861.000 empleos indefinidos entre los varones
736.824 mujeres migrantes tienen un trabajo indefinido, son 60.000 menos que hace tres años. 861.209 varones tienen estas condiciones de trabajo, mientras 549.000 tienen un empleo temporal o precario. 480.000 mujeres tienen este tipo de contrato.
Más del doble de desempleo entre la población inmigrante
El desempleo de los inmigrados (39,1%) duplica al de la población autóctona (18,4%). Entre los oriundos de África, el paro casi alcanza a la mitad de la población. Las tasas de paro femeninas se han duplicado y las masculinas se han triplicado desde el comienzo de la crisis en 2007. La tasa de cobertura de las prestaciones de desempleo es del 53% para españoles, y del 30% para extranjeros; además, la cuantía de las prestaciones es sensiblemente inferior entre la población inmigrante.
Un 31% de los hogares se encuentra en situación de pobreza
La tasa de pobreza en los hogares inmigrantes ( 31%) supera en 12 puntos la de los autóctonos menores de 65 años. El 10,8% de los hogares inmigrantes se encuentra en situación de pobreza severa: ingresan menos del 50% de la cifra umbral de la pobreza.
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