Aunque la crisis ha frenado su ritmo de llegada (en 2012 llegaron a España un 8.5% menos) y ha obligado a muchos a regresar (casi 18.000 chinos volvieron a su país), la población china en España sigue siendo numerosa. El año pasado llegaron 9.500 nuevos inmigrantes de este país y en la actualidad hay 175.000 inmigrantes chinos instalados en territorio español, según el último dato del Instituto Nacional de Estadística (INE). Su presencia ha experimentado un crecimiento superior al 500% en la última década, y ya son una de las 10 nacionalidades más representadas.
En teoría, para llegar a suelo español, los chinos necesitan un visado. Los de corta estancia se ofrecen para tres modalidades: estudios, negocios o turismo. En cuanto a los de larga estancia, permiten residir y trabajar en España. Pero las condiciones para conseguirlos son muy restrictivas (exigen justificar con documentos el objeto del viaje y demostrar el lugar de residencia, disponer de billete de vuelta y contar con medios económicos suficientes para toda la estancia). Los visados a ciudadanos chinos, además, están sujetos a limitaciones cuantitativas que no cubren toda la demanda que genera España en el gigante asiático.
Las mafias chinas ofrecen una alternativa apetecible a los que se quedan fuera de los cauces legales, y muchos inmigrantes acuden a esta vía para poder llegar a España. El negocio funciona. En los últimos años han proliferado numerosas organizaciones criminales especializadas en el traslado a España de ciudadanos chinos sorteando las numerosas fronteras que hay por el camino.
Falsificación de pasaportes
Según fuentes policiales, una de las vías más utilizadas por las mafias chinas de la inmigración es la falsificación de pasaportes de Corea del Sur, Japón y Singapur. España tiene acuerdos con estos países y es más laxo con las exigencias para conceder visados a sus ciudadanos. Por ello, las mafias adquieren documentos de estas nacionalidades en el mercado negro o directamente los falsifican sustituyendo la hoja de datos biográficos de un pasaporte real por la información del inmigrante chino que las ha contratado para poder llegar a España. Con ese documento, pueden moverse tranquilamente por los aeropuertos europeos como cualquier otro extranjero que disponga de las autorizaciones en regla. A su favor también juega la dificultad de los occidentales para distinguir los diferentes rasgos asiáticos. Pocos efectivos policiales son capaces de distinguir a un inmigrante coreano de uno chino.
Fuentes policiales de las unidades de extranjería también señalan que otro de los métodos más utilizados por las organizaciones criminales para colar a los inmigrantes indocumentados chinos en el espacio Schengen es tramitar visados de turistas con países que ofrecen menos dificultades para conseguirlos. Es el caso de Italia, según los expertos consultados. Las mafias envían grandes grupos de inmigrantes a suelo transalpino como si fueran turistas y, una vez allí, se desplazan hasta sus destinos finales en suelo europeo. Muchos de los que han llegado a España lo han hecho utilizando esta vía.
Entrada por las fronteras terrestres
No obstante, la fórmula más utilizada por las mafias chinas consiste en cruzar a pie las fronteras de la Unión Europea, según detallan los expertos policiales de extranjería. Es la vía simple y también la más efectiva. El país preferido para dar el salto es Turquía, por las facilidades que ofrecen sus 2.648 kilómetros de fronteras. En el último año, se han convertido en un auténtico coladero por los efectos desestabilizadores del conflicto sirio. Hasta suelo turco han llegado miles de inmigrantes asiáticos, y los chinos no han sido una excepción.
Además, Turquía no exige visado a una amplia lista de nacionalidades. Los chinos pueden volar hasta suelo turco sin encontrar un solo obstáculo. Una vez allí, entran en el espacio Schengen cruzando a pie las fronteras de Turquía con Bulgaria y Grecia o se desplazan en embarcaciones hasta alguna de las más de 6.000 islas helenas. Algunas de ellas, como las del archipiélago del Dodecaneso, pueden alcanzarse a nado desde suelo turco.
Un lucrativo negocio
Turquía no es el único país que ofrece estas facilidades. Las organizaciones criminales chinas también utilizan Ucrania, Moldavia y Bielorrusia para dar el salto a la Unión Europea, aprovechando la escasa diligencia que ponen sus autoridades en vigilar sus fronteras, a pesar de los fondos que ha destinado en los últimos años Bruselas para evitar la entrada masiva de inmigrantes indocumentados por el costado más oriental de los Veintiocho.
El precio que cobran las mafias no siempre es el mismo, pero en investigaciones recientes de la Policía en las que se ha desarticulado a grupos chinos dedicados a la explotación sexual de mujeres de la misma nacionalidad se ha descubierto que las víctimas habían pagado cantidades que rondaban los 14.000 euros para poder llegar a España. Las que no habían podido hacer frente a esa cantidad fueron obligadas por las mafias a prostituirse en pisos clandestinos hasta que su deuda quedara completamente saldada.
elConfidencial.com
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