La muerte del
armenio Aramis Manukyan en el CIE de Barcelona reaviva la polémica sobre
unos espacios donde se vulneran los derechos humanos e impera la
opacidad.
"Esperamos que triunfe la justicia, nada más", reclama
Vardan Grigoryan, uno de los amigos de Alik, quien el pasado 3 de
diciembre falleció de madrugada en el centro de internamiento para
extranjeros de Barcelona. Alik llevaba 12 días en el CIE de la
Zona Franca, tenía 32 años, y en su país le esperaba una hija de siete
años. Según la versión oficial, la causa de su muerte apunta a un
suicidio. Sin embargo, varios testigos contestan la hipótesis.
Manifiestan que Alik fue golpeado por los agentes de policía y
trasladado a una celda de aislamiento, desde donde se escucharon gritos
durante toda la noche.
Grigoryan cuestiona la versión policial
del suicidio: "Tras la autopsia, los forenses dijeron que la causa del
fallecimiento fue la asfixia, pero, para hablar de un suicidio, hay
detalles que no cuadran: en la celdas las paredes son lisas, el techo
alto, ¿cómo se ha ahorcado?".
En las declaraciones surgieron
divergencias entre lo manifestado por la Policía Nacional y los testigos
e internos del CIE: "Conforme a las declaraciones de la policía, Alik
pidió el traslado de su celda por un conflicto con los otros compañeros.
En cambio, los testigos de celda han afirmado que fue un conflicto con
la policía, no con ellos. Incluso han dicho en el juzgado que Alik fue
golpeado por un policía nacional con anterioridad a ser llevado a la
celda de aislamiento. Fue empujado con un golpe en la cara. Alik se puso
nervioso, dijo que quería hablar con un jefe de la policía y denunciar.
Lo que sabemos fue que a partir de allí se lo llevaron a la celda de
aislamiento", afirma Andrés García Berrio, abogado de la acusación
particular y miembro del movimiento Tanquem els CIE.
Para
el abogado surgen dos contradicciones: "¿Por qué se lleva a Alik a un
régimen de aislamiento que no está regulado? La segunda discordancia
tiene que ver con que la celda de aislamiento está cerca del puesto de
control del CIE. Las personas que estaban cerca de la celda escucharon
gritos durante la noche por parte de Alik. Se debería saber primero cómo
murió y luego iniciaremos una investigación independiente para saber si
hubo una situación de maltrato hacia Alik y el tipo de custodia, porque
él estaba gritando y dando señales".
Los internos no fueron
informados de la muerte de su compañero hasta un día más tarde, cuando
el abogado de otra persona que se encontraba en el CIE se lo contó. Fue
entonces cuando 30 de ellos decidieron declararse en huelga de hambre.
"Fuera ya se sabía de la muerte de Alik, dentro no se sabía nada. A
partir de allí, se desencadenó la huelga de hambre de los internos, que
ya relacionaron todo, la agresión anterior y la desaparición de Alik",
comenta Andrés García.
Además de la acusación particular
presentada por el hermano de Alik, SOS Racismo y la Fundació Migra
Studium presentaron una acusación popular. Ginés de Mula, coordinador
del grupo de voluntarios de Migra Studium que visita el CIE de Zona
Franca, comenta que, con la acusación popular, "pretenden aclarar los
hechos y que las circunstancias que han hecho posible que eso pase no se
vuelvan a repetir."
Ocultar y silenciar a las víctimas Dadas
las incongruencias que rodean el fallecimiento de Alik, la acusación
pidió al juez la protección de los testigos, que se acordó el día 5 de
diciembre. Sin embargo, no pudo impedir la deportación de dos testigos
del Magreb que, el día de la muerte de Alik, se encontraban en la planta
más cercana a su celda de aislamiento. La expulsión de los dos testigos
del Magreb no representa un caso singular. Muchas veces, las víctimas
de agresiones en el CIE denuncian y, mientras esperan a declarar ante el
juez, se les expulsa del país.
Jose Peñín, de SOS Racismo, explica a Público
que "en todos los casos que tenemos de agresiones, no han podido llegar
a ejecutarse porque han expulsado a la víctima, y sin víctima no hay
caso. Ahora mismo tenemos un caso abierto en que testigos con nombres y
apellidos, el día mismo que estaban citados para venir a declarar, no se
presentaron porque ya no estaban en el CIE. ¿Cómo puede ser que un juez
haya hecho una petición para que tal persona venga a declarar y desde
el CIE los haya expulsado?" Tampoco se puede acceder a los datos de las
personas que se encuentran en el centro, para averiguar si han sido
expulsados o no: "Llamas y preguntas si tal persona se encuentra en el
CIE y te dicen: Eso es protección de datos, no podemos darle esta
información. Pero, ¿cómo que es protección de datos?", se pregunta Jose
Peñín.
En junio 2013 se habilitó una normativa para que las
organizaciones sociales pudieran visitar los CIE bajo determinados
criterios. Pero estos centros siguen siendo opacos y de difícil acceso.
"El CIE no quiere que las organizaciones sociales entren allí para que
no se vean las cosas que pasan. Si no, no se entendería por qué a fecha
de hoy se siguen manteniendo los CIE como un espacio opaco", se
cuestiona el abogado de Alik. El equipo de Ginés de Mula realiza una
visita semanal, pero para hablar con la persona ingresada en el CIE
necesitan su nombre. "Si no doy nombre, no puedo visitarlo. Entonces
necesito contactar previamente con amigos, familiares o abogados de la
persona.
Sin nombre, no hay visita. No puedo hablar con los que no dan
esta información". Los internos tampoco se pueden comunicar con sus
familiares, porque las llamadas se pagan y los que no tienen dinero no
consiguen llamar.
Muchas de las personas que llegan al CIE son
víctimas de los controles callejeros, realizados con criterios raciales,
y de detenciones completamente arbitrarias, un check-point invisible:
"Vas caminando por la calle y te encuentras un control que sigue
criterios raciales o no tienes rasgos europeos y tu día puede acabar en
una pesadilla. Existe una especie de check-point, una frontera interna
que se instala en la ciudad de Barcelona y en otros municipios de
Catalunya. Cabe hacer esta reflexión para toda la ciudadanía catalana y
española, especialmente ahora que nuestros familiares emigran para
buscarse una vida mejor. ¿Qué nos parecería que se les pare por la calle
y se les prive de libertad por el hecho de no tener los papeles? Creo
que empieza a no haber excusas para mantener unos centros cuya
existencia vulnera los derechos humanos", reclama Andrés García Berrio,
de Tanquem els CIE.
Según explica Ginés de Mula, la
Policía sale a veces a buscar personas concretas en sus casas y les deja
un aviso de que se presenten en la comisaria: "Acaban siendo
expulsados, bien porque tienen algún tema pendiente con la justicia,
alguna citación en un juzgado, o por no haber arreglado algún papel en
concreto. Se les deja un mensaje que dice que se deben personar en la
comisaria y acaban en un CIE."
Un infierno sin derechos: agresiones, muertes y expulsiones Amigos de internos y un comunicado de Tanquem els CIE
denuncian agresiones físicas y humillaciones en los últimos días en el
CIE de Barcelona. Como protesta, 40 internos iniciaron una huelga de
hambre. Las personas se duchan con agua fría y en las duchas, donde no
existen cámaras, los internos han recibido golpes, aseguran. En el CIE
se instalaron los furgones de los antidisturbios la tarde de 31 de
diciembre. Conforme al comunicado de Tanquem els CIE, "la mañana
del primer día del año, fueron los miembros del cuerpo de antidisturbios
los que fueron a despertar a los internos, mostrándoles unos palos de
madera y diciéndoles: "Esto sí que duele".
En 2010, Mohamed , un
joven de 22 años, se suicidó en una celda de aislamiento del mismo CIE
de Barcelona. "No se probó ningún tipo de negligencia y se afirmó que la
causa de la muerte fue el suicidio. Se archivó el caso", explica el
abogado Andrés García. El 6 de enero de 2012 Idrissa Diallo, ingresado
en el mismo centro, fallecía por insuficiencia cardiaca,
tras haber solicitado en repetidas veces el auxilio que llegó demasiado
tarde. El caso se archivó tras sentenciarse una muerte natural, sin
negligencias.
El hecho de que varias personas hayan fallecido en
un centro que es de carácter no penitenciario le plantea al abogado
Andrés García varias preguntas urgentes: "¿Es legítimo que se aísle a
las personas en centros de internamiento de extranjeros? ¿Están
vigilando las cámaras para que haya vídeos de lo que pueda pasar allí
dentro? ¿Por qué hay un vacío legal sobre los CIE? ¿En qué condiciones
se priva de libertad a una persona? ¿Al antojo de la policía?".
Antes
de llegar al CIE se supone que las personas han pasado por delante de
un juez y un fiscal, pero Ginés de Mula cuenta que en muchos casos no
sabían ni qué les ocurría, ni quién era quién, ni cuáles eran sus
derechos, ni que tenían un abogado. En el CIE se vive entre el miedo y
el desconcierto. Durante la noche, las celdas se cierran con llave, con
lo cual las personas tienen dificultades para ir al baño o para pedir
ayuda en casos de emergencia. La privación de libertad en una celda de
aislamiento tampoco está reglada por la ley: "No puede ser que como
castigo yo decida llevarte a ti solo a la celda de aislamiento", comenta
Andrés García.
"Ni siquiera se respeta el derecho a decir adiós" Las
deportaciones se pueden realizar en cualquier momento: "Por la noche
llegan, tú te vas, se acabó. Se le dice una hora antes a la persona que
será deportada. Al día siguiente llaman a la familia de aquí y le dicen
que esta persona ha sido deportada. Ni siquiera se respeta el derecho a
decir adiós", explica Andrés García.
El CIE como territorio sin
reglamento funciona desde el año 1985, un espacio donde se encierra a
las personas a la espera de su deportación: "Llevamos 28 años con
espacios donde el derecho no entra a regular una privación de libertad
en un Estado que se dice democrático. Llegados a este punto, no hagan un
reglamento, ciérrenlos", reclama el abogado de Tanquem els CIE.
El
ingreso en el CIE representa un trauma que no se puede explicar a los
familiares: "Es que yo no le puedo decir a mi familia que estoy aquí
encerrado, porque no podrán creerse que estoy en una prisión por no
tener los papeles. Ellos no se imaginan que en Europa existen estos
centros en que te meten sin haber delinquido", confiesa una de las
víctimas a SOS Racismo. A Alik lo seguirán esperando su hija, su mujer y
su familia. ¿Cómo le contarán a la hija de Alik que su padre ha muerto
en un centro de internamiento para extranjeros? ¿Cómo puede comprenderse
desde allí lo que ha ocurrido en el CIE de Barcelona?
Grigoryan
recuerda un dicho de Armenia: "De lejos los tambores suenan mejor que de
cerca". De lejos, Europa puede presentarse como defensora de los
derechos humanos. De cerca, el paraíso europeo alberga más de 300
centros donde se encarcela a la gente por no tener los papeles, una geografía del racismo y del dolor donde se pisotean los derechos humanos con vergonzosa impunidad.
Rebelión.org
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