INMIGRACION / EL CAMBIO DE LA LEY DE EXTRANJERIA
Qué le pasa a un ilegal al denunciar
Papeles. Llama a la redacción de CRONICA porque ha leído un reportaje que habla de tres inmigrantes ecuatorianos ilegales que denunciaron a sus patronos ante UGT y hoy se encuentran a punto de conseguir su estatus legal. Es rumano, joven y trabaja en una empresa de transportes mediterránea. Que no le paga. Su español es bueno, pero brusco. Insuficiente para articular los giros protocolarios que a veces intenta.
-¿Qué tengo que hacer?
-¿Cuánto tiempo llevas trabajando allí?
-Medio año.
-Hablan de que hay que demostrar que llevas un año en la empresa...
-Tengo pruebas de que trabajo allí.
Se le facilitan contactos de abogados sindicalistas. Los mismos que hoy tramitan la legalización de Segundo Juan, Galo Hernán y Holguín, tres trabajadores ecuatorianos que tuvieron el valor de denunciar a su empresa. Acción 66, promotora de construcción, se negó a pagarles los casi 10.000 euros que les adeudaba. Para ellos, una fortuna. Que difícilmente cobrarán. Durante el juicio, la empresa tuvo tiempo de liquidar sus bienes hasta declararse insolvente. Ahora su indemnización depende del Fondo de Garantía Social, que siempre tasará a la baja.
Pero la situación de los tres está a punto de regularizarse, si el Gobierno no lo impide. Segundo Juan es un albañil de 32 años. Cuando su caso saltó a la prensa a través de CRONICA, una empresaria, de nombre Almudena, se puso en contacto con él a través de UGT. Se ofreció a tramitarle los papeles con la promesa de que, en cuanto su situación estuviera legalizada, lo contrataría.
Ahora Segundo Juan, a la espera de la burocracia, sobrevive haciendo chapuzas que esa misma empresaria le facilita. Gana entre 200 y 300 euros al mes trabajando desde las nueve de la mañana hasta las seis o las siete de la tarde. «A veces me quedo un poco más larguito, a ver si cobro antes».
Su mujer aporta otros 300 euros mensuales limpiando casas. Así mantienen dignamente a sus dos hijos, una niña de 12 y un niño de 11, en el apartamento de 21 metros cuadrados que tienen alquilado en la Avenida de América, una céntrica calle de Madrid. Pagan 300 euros al mes por el arrendamiento.
Segundo Juan lleva en España desde el año 2000. El año pasado consiguió traerse consigo a su familia desde Ecuador. Pasaron hambre mientras el propietario de Acción 66, un tal Antonio, le daba educadas largas: «Que no me debía nada porque no podía demostrar que había trabajado para él, que yo era ilegal mientras que su empresa estaba en regla y que le denunciase si podía».Pudo. Pero no se siente un ejemplo ni un pionero ni nada. Él lo que quiere son sus papeles y dar de comer a sus hijos.
-¿Y qué piensa de la propuesta del Gobierno socialista?
-Bueno, que está jodido. Imagínate lo que supone para nosotros denunciar a un empresario. A lo mejor no te vuelve a contratar nadie.
Esta misma semana las ONG alertaban de que decenas de inmigrantes ilegales habían perdido sus empleos. Despedidos. Los empresarios tienen miedo a ser denunciados. Saben que muchos inmigrantes de escasa formación consideran que la denuncia es trámite obligatorio, curso regular, para conseguir la legalización. Ni unos ni otros han escuchado al Gobierno, o no lo han querido creer. Pero el ministro de Trabajo ha insistido en que habrá un periodo de gracia de entre tres y cuatro meses para que los empresarios inicien los trámites.
Los compañeros de denuncia de Segundo Juan, los otros dos pioneros ecuatorianos, se encuentran en una situación parecida a la suya.Holguín, militar retirado que sirvió en el Ejército ecuatoriano durante 23 años, trabaja en una piscina pública, en mantenimiento.En situación, aún, ilegal. La empresa ha preferido esperar sus papeles sin tenerlo en nómina negra, y él ha aprovechado para, después de cuatro años, volver a ver a su familia: una esposa y varias hijas ya casadas. Se ha ido con la tranquilidad de que, cuando regrese, un contrato y la casi segura regularización le esperan.
Galo Hernán también ha encontrado trabajo. No le ha importado desplazarse fuera de Madrid para seguir trabajando. Aunque sea, todavía, en negro. Una empresa de construcción le ha adoptado, como a Segundo Juan. Mañana mismo espera tener toda la documentación necesaria para poder empezar a tramitar su permiso de residencia.El único pero: su empresa no le ofrece un contrato por un año.Sólo uno por obra y servicio. Su abogada, Carmen Lanagrán, de UGT, espera que el Gobierno flexibilice, según sectores, el borrador del reglamento.
Mientras, en la Secretaría de Política Social de la Federación del Metal, Construcción y Afines del sindicato reciben cada día a una veintena de inmigrantes dispuestos a denunciar a sus contratadores.No todos pasan el filtro. Muchos no tienen pruebas de su relación laboral con las empresas para las que trabajan. Por ejemplo.Pero muchos van viendo, entre la confusión que les inspira la marea de informaciones que les va llegando, una tabla de salvación.El mundo en sus manos. Un obrero es sus manos. / A.C.
SENTENCIA... ¿INUTIL?
5-12-2003: El Juzgado de lo Social nº 3 de Madrid condena a Acción 66 por la demanda de nueve trabajadores. / Ha de pagar a Segundo Juan 3.147 euros. / Galo Hernán: 1.196 euros. / Segundo Holguín (foto): 3.454 euros. / A los otros seis: 12.659 euros. / Antes de la sentencia, los empresarios tuvieron tiempo de declararse insolventes.
33 Comentarios
España es segundo mundo, no primero por lo tanto en unos años más terminará por caer e igualarse al nivel de los países que tanto discrimina
Fortalecer la convivencia, identificar las potencialidades de los que llegan podría dar mejores resultados que sencillamente verlos desde arriba como la lacra que han referenciado algunos.
Los que llegan no son malos o dañinos solo por el hecho de no ser de aquí; y los de aquí no son tan buenos, listos, éticos y estéticos solo por serlo ....así pues, que una buena opción de partida seguramente es bajarle al tono del discurso, tratar de comprender(se) y como se trata de un fenómeno que seguramente se seguirá presentando - pues tratar de ver con mayor ambición, arrojo e ilusión el futuro apoyandonos en lo que cada uno somos buenos y evitando atacarnos por las pocas cosas que no lo seamos tanto. pephe