Frente a la crisis capitalista, ¡trabajadores de todos los países, uníos!


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Frente a la crisis capitalista, ¡trabajadores de todos los países, uníos!

Los trabajadores que conformamos Alternativa Proletaria entendemos que el capitalismo se encuentra en una fase de crisis en la que va a permanecer mucho tiempo. Crisis muy distinta a la que padecimos en 1993 y que nos llevó a la precarización de nuestras vidas. Ahora los capitalistas necesitan, en primer lugar, facilitar y abaratar el despido de mano de obra para reducir sus costes de producción, o bien, sustituirla por otra más barata y sumisa; en segundo lugar, aumentar la jornada y la vida laboral; y, por último, congelar o reducir el salario. La crisis ha destruido más de cincuenta millones de empleos en todo el mundo, y la salida capitalista a la misma no supondrá la creación de los mismos puestos de trabajo.

El capital subsiste porque extrae su beneficio del trabajo asalariado. Y existe un tipo de trabajo asalariado que, en estos momentos, quiere ser transformado prácticamente en trabajo esclavo. Ese es el trabajo que están desempeñando los millones de trabajadores que residen en nuestro país y que han nacido en el extranjero. Mano de obra joven que ha sido trascendental, desde mediados de los años noventa, para algunos sectores económicos como la agricultura, la construcción, la hostelería, el comercio y el servicio doméstico. Quienes han contratado abundante mano de obra extranjera han conseguido unos beneficios como no se recordaban en nuestra historia económica reciente, o mejor dicho, han realizado la sobreexplotación más importante de nuestra historia económica reciente.

Actualmente, viven en España más de cinco millones y medio de personas nacidas fuera de nuestras fronteras. Los barrios habitados casi en su mayoría por “extranjeros” existen en casi todas las grandes ciudades. Siguen entrando en torno a cuatrocientos mil al año, pero como novedad, en 2009, han empezado a salir más. Estos trabajadores están siendo una de las grandes víctimas de la crisis capitalista. ¿Han ocupado o no los puestos de trabajo peor pagados, los más peligrosos o los que nadie quería? En España, en los últimos años casi el 90% del empleo que se creaba era eventual, y este ha sido fundamentalmente el que se ha destruido con la crisis. Para los extranjeros, éste era casi el único tipo de contrato que tenían, de ahí que las cifras del paro entre los “trabajadores inmigrantes” lleguen al 28%, especialmente en la construcción.

La solución que plantean el gobierno y los empresarios a los más de cuatro millones de parados, y de éstos al gran número de trabajadores extranjeros, es la recolocación en otros sectores económicos. ¿Pero en qué otros sectores económicos vamos a trabajar si durante años se ha potenciado que exista una gran mano de obra barata y mal cualificada? Por supuesto, tampoco vamos a eximirnos de responsabilidad, los trabajadores (autóctonos y extranjeros) hemos caído en la trampa del capital, nos hemos dejado llevar con la euforia especuladora, y ahora, sin embargo, estamos aceptando trabajar más y cobrar incluso menos. Pero sabemos también que esto es la dictadura del mercado laboral, o aceptas o a la calle. Es la lucha de clases y en épocas de crisis se acentúa. A corto plazo, entendemos que la solución es el reparto del trabajo, sin reducción de salarios, donde están trabajando dos casi seguro que pueden trabajar tres.

El capital no tiene fronteras y no mira la nacionalidad de aquel a quien puede extraerle el beneficio, la plusvalía. Los capitalistas utilizan el Estado como instrumento de su poder. En el momento en el que lo necesitan para desarrollar toda una política contra la clase trabajadora fortalecen la represión y el control policial. Los “trabajadores inmigrantes” en todo el mundo están siendo perseguidos, humillados, detenidos y, a veces, asesinados. En la Europa del capital, en Italia, se pretende crear una especie de permiso de residencia por puntos, “que obligará a los extranjeros a superar diversas pruebas y exámenes en dos años para residir legalmente en el país”; mientras tanto, el gobierno francés pretende recortar aún más los “derechos de los irregulares”, acelerar los procedimientos de repatriación y crear “zonas de espera para los indocumentados”.

Todas la medidas que se están desarrollando en España contra estos millones de trabajadores, a los que se les da el calificativo únicamente de “inmigrantes”, para no llamarlos trabajadores y crear así una mayor y profunda división entre el proletariado, van en la misma dirección. Una división, “autóctonos e inmigrantes”, y ciertas ideas, como por ejemplo, la identificación entre “inmigración y delito”, o que “ya no hay trabajo para todos y que es necesario que se vuelvan a su país”, han calado profundamente en la sociedad española. Las diferentes medidas como: la nueva ley de extranjería, la negativa al empadronamiento en algunos ayuntamientos o la nueva circular policial sobre expulsiones de extranjeros son claros ejemplos de este ataque generalizado contra esta parte de la clase trabajadora.

Los ataques que están sufriendo en materia de derecho de residencia son gravísimos. La burguesía en el poder está intentando utilizar los ayuntamientos para intentar recortar los derechos de quienes quieren inscribirse en una localidad. Pero, ¿qué hay detrás del debate del no empadronamiento? ¿Tienen miedo los políticos a que los inmigrantes voten en las próximas elecciones europeas? ¿Sólo se pretendía que no tuvieran el derecho a la sanidad y a la educación? Muchos ayuntamientos españoles se encuentran en situación de quiebra técnica, y en algunos casos financiera. Han reducido el presupuesto para cualquier gasto social, como, por ejemplo, en materia de integración. A su vez, el capitalismo en crisis se dota de una ideología nacionalista y crea sus imágenes o ideas falsas, sus mentiras, sus mitos, que utiliza para ahondar la división de la clase trabajadora. Estas ideas son propagadas en la sociedad, ¿cuántas veces hemos escuchado que los inmigrantes han colapsado la sanidad o la educación, que vienen a quitarnos el trabajo y tienen la culpa del paro, que sólo quieren las prestaciones sociales o que ellos vienen sin papeles y nosotros, los españoles, nos íbamos con papeles a trabajar a Francia o a Alemania?

Se pretende endurecer las condiciones de entrada y acogida. Las mafias y las redes de traficantes de personas imponen su ley. Buscan que los trabajadores extranjeros se hagan más sumisos. Los capitalistas pretenden avivar la competitividad entre trabajadores inmigrantes y nacionales, y favorecer la retórica de que los inmigrantes son los culpables de la situación de crisis laboral, la congelación de los salarios y el abaratamiento del despido. En época de bonanza económica no importaba que estuvieran regularizados o que las empresas pagasen sus impuestos por tenerlos contratados, pero ahora, para extraer mayores beneficios, los capitalistas entienden que deben fortalecer la economía sumergida o informal con el empleo de los “inmigrantes”, y de paso, evitar también que los pocos ahorros que han acumulado puedan salir de nuestras fronteras. Ahora estos trabajadores serán obligados a no tener contratos y a moverse geográficamente por todo el territorio. Las cifras lo dicen todo: el 54% de los trabajadores extranjeros ya se encuentran en la economía sumergida. Las consecuencias van a ser múltiples, desde dificultar el acceso a la justicia gratuita, las restricciones en el acceso al reagrupamiento familiar, el alargamiento del proceso de internamiento desde 40 a 60 días para los irregulares, etc. Del supuesto paraíso esto se ha transformado en un verdadero infierno.

Echamos en falta el internacionalismo proletario de las organizaciones obreras. Al colaborar con la burguesía, ya sólo existen para ellas mismas, y no para el conjunto de la clase trabajadora; es más, al dejar de tener presencia en los barrios obreros y en los centros de trabajo, y lo peor de todo, al no combatir en la calle las medidas explotadoras y la ideología capitalista de la precarización del trabajo y el rechazo al “extranjero”, han dejado el espacio libre para el racismo, la xenofobia y otras pestes. La burocracia sindical y buena parte de los partidos autoproclamados de izquierda han colaborado y consentido en la actual situación de los inmigrantes. Es muy importante la denuncia permanente de colectivos que trabajan con inmigrantes y o­nGs y sus reclamaciones: la regularización para todos; el cierre inmediato de los centros de internamiento; el cese de los controles, detenciones y expulsiones; la eliminación de las restricciones para el reagrupamiento familiar y la igualdad en derechos, etc., e igualmente, la movilización internacional que se está preparando para el próximo 1 de marzo, puede ser una buena oportunidad para luchar por los derechos de todos. Pero creemos que hay que darle un sentido de clase; tenemos que rechazar los límites nacionales, y unirnos con los mal llamados “extranjeros” como clase trabajadora, para superar la crisis.

¡La lucha de los trabajadores es la única salida a la crisis!



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