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España es un país que acepta, es más, acoge a la inmigración ya que la portamos en nuestros genes. Venezuela, Colombia, Argentina, Cuba, etc, y más recientemente en la post guerra, a Alemania, Suiza, Bélgica, Alemania, Francia... No podía ser emigrante todo el mundo ya que exigían certificados de penales y contratos de trabajo. Si alguien tenía una ligera mancha penal en su expediente se quedaba en casa.
Nos costó mucho adaptarnos, especialmente en Europa. Nunca nos consideraron nacionales del país al que emigrábamos. Era triste que nuestros hijos fueran 'los españoles' en Europa y, por ejemplo, los 'suizos' en España,,, Eso era así y lo aceptábamos. Trabajábamos muy duro.
A ninguno se nos hubiera ocurrido delinquir y, además, la mano de aquella policía europea era dura y nos hubieran expulsado inmediatamente sin posibilidad de retorno. Ganábamos nuestro dinero y ahorrábamos lo indecible a costa de privaciones. Enviábamos nuestro ahorros a España y entraban esas divisas tan necesarias en aquella época. Soñábamos con comprarnos una casita en España y jubilarnos aquí. Era el sueño de aquella generación de emigrantes trabajadores y valientes que llevaban como bandera su dignidad y su honradez, paseándola por los países en donde generaban riqueza con trabajos que, en muchos casos, no eran del agrado de los nativos.
Esa fue la España que modificó su ADN y hoy siente simpatía por todo emigrante que viene a arrimar el hombro y empujar el maltrecho carro de nuestra economía.
Esa es la gente que queremos y necesitamos, pero en su justa medida. Traigamos personas que trabajen; y no los ociosos y maleantes. Abramos los brazos a quien se lo merezca. Si esto no se hace así, estaremos generando animadversión hacia la inmigración y modificando esa simpatía natural que nos inspiran.
España es un país que acepta, es más, acoge a la inmigración ya que la portamos en nuestros genes. Venezuela, Colombia, Argentina, Cuba, etc, y más recientemente en la post guerra, a Alemania, Suiza, Bélgica, Alemania, Francia... No podía ser emigrante todo el mundo ya que exigían certificados de penales y contratos de trabajo. Si alguien tenía una ligera mancha penal en su expediente se quedaba en casa.
Nos costó mucho adaptarnos, especialmente en Europa. Nunca nos consideraron nacionales del país al que emigrábamos. Era triste que nuestros hijos fueran 'los españoles' en Europa y, por ejemplo, los 'suizos' en España,,, Eso era así y lo aceptábamos. Trabajábamos muy duro.
A ninguno se nos hubiera ocurrido delinquir y, además, la mano de aquella policía europea era dura y nos hubieran expulsado inmediatamente sin posibilidad de retorno. Ganábamos nuestro dinero y ahorrábamos lo indecible a costa de privaciones. Enviábamos nuestro ahorros a España y entraban esas divisas tan necesarias en aquella época. Soñábamos con comprarnos una casita en España y jubilarnos aquí. Era el sueño de aquella generación de emigrantes trabajadores y valientes que llevaban como bandera su dignidad y su honradez, paseándola por los países en donde generaban riqueza con trabajos que, en muchos casos, no eran del agrado de los nativos.
Esa fue la España que modificó su ADN y hoy siente simpatía por todo emigrante que viene a arrimar el hombro y empujar el maltrecho carro de nuestra economía.
Esa es la gente que queremos y necesitamos, pero en su justa medida. Traigamos personas que trabajen; y no los ociosos y maleantes. Abramos los brazos a quien se lo merezca. Si esto no se hace así, estaremos generando animadversión hacia la inmigración y modificando esa simpatía natural que nos inspiran.
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