RD 16/2012,
y que han dado un paso adelante. Se pusieron en marcha en enero de este
año y ya han formado un espacio de asistencia socio-sanitaria que ha
atendido a unas cien unidades familiares en menos de seis meses. Una
iniciativa que ya está surgiendo en otros países europeos afectados por
la crisis, como Grecia.
Espacio Inmigrante es un colectivo del barrio barcelonés del Raval formado por ciudadanos indignados y disconformes con el
Hablamos con dos de sus miembros, que prefieren no dar su nombre real.
Ana y Manuel (nombres ficticios), son médica y pedagogo de profesión
respectivamente. "Pero sobre todo, somos vecinos del barrio", apuntan
prácticamente al unísono.
¿Qué es Espacio Inmigrante?
Ana: Es
un espacio especializado en atención sociosanitaria que se trabaja en
cuatro niveles: Acogida, asistencia, acompañamiento y ayuda. Cuando
llega un inmigrante le acogemos sin preguntarle si tiene referencias.
Llegan desarmados, con prejuicios y miedos. Después trabajamos
protocolos de acompañamiento. Es todo esto.
Comenzamos inicialmente pensando en ofrecer únicamente ayuda sanitaria, y
a raíz de observar y escuchar las necesidades de los usuarios, hemos
pasado a ser una herramienta socio-sanitaria.
Llamar a esto un centro de salud se queda corto: eso es el uno por ciento de lo que hacemos.
P. Legalmente, ¿cómo estáis constituídos?
Manuel:
Somos un colectivo ciudadano y autofinanciado que surge como falta de
respuesta de las instituciones, partidos y organismos que deberían velar
por los derechos de los inmigrantes. Crece de manera independiente y al
margen de las corrientes de opinión que desde la crisis han creado un
enemigo público: el ciudadano sin papeles.
Nosotros
tenemos contacto con profesionales sanitarios, solicitamos un local en
el barrio para dar asesoramiento médico e informar de los derechos de
los sujetos. Nuestra base son los derechos humanos: ningún ser humano es
ilegal.
P.¿Porqué habéis elegido un barrio como El Raval de Barcelona?
Ana: Aquí vivimos y somos parte de un colectivo previo a la entrada en vigor del RD 16/2012, que trabaja con el barrio de forma autogestionada y utilizando la vía publica.
En el Raval nos hemos desarrollado como ciudadanos y personas, y ha
sido una evolución natural: En abril de 2012 se aprobó el decreto en el
Congreso de los Diputados y en septiembre se pone en práctica. Por aquel
entonces no teníamos este espacio. Yo sentía impotencia, y cuando se
libera este espacio donde estamos, y se decide que va a ser centro
social, presenté rápidamente a la asamblea de la finca el proyecto, que
fue aprobado. En enero de 2013 ya teníamos abierto el espacio los
viernes de cinco a siete.
El local es un primer piso
de un edificio en una calle que corta una de las arterias del barrio del
Raval. Es bastante fácil encontrarlo en un paseo por sus calles. Varias
habitaciones de techos altos y abovedados que dan a un pasaje lleno de
comercios regentados por inmigrantes de varios países.
Ana continúa:
Yo soy médica, desgraciadamente en la sanidad privada y veía que a mi
alrededor mis amigos y compañeros del barrio eran los directamente
afectados. Entonces por convicción y por realidad empecé a ver
pacientes, en el locutorio o en la trastienda de una tienda: "Me duele
una muela, el niño me vomita, tengo fiebre...", me paraban también por
la calle, todos saben aquí que soy doctora. Yo les decía: "ve al médico
de cabercera" y me respondían: "¡Ya no se puede!"
Las
malas condiciones en las que les atendía, ver como sus patologías iban
avanzando, mi propia indignación política y la realidad de la aplicación
del decreto aceleró la decisión. Todo convergió con este centro social
que se abrió, y que solicité utilizar.
¿Cual es la cadencia de visitas cada semana?
Ana:
Depende mucho de las acciones o batidas que hacemos en la calle los
miércoles. Si podemos hacer una gran acción, el siguiente viernes
vienen muchos. Hemos bajado a las plazas con ollas, hemos hecho comida,
eventos para socializar. A veces es difícil: piensan que eres un
político, o de una ONG, o que les quieres evangelizar. Pero como media,
hemos tenido unas cuatro unidades familiares a la semana.
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